"La bebida te anula los sentimientos"

Verónica A. explica que se inició en el consumo a los 14 años

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TERESA.PÉREZ / BARCELONA

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Verónica A. se paseó por el infierno de las drogas durante largos años. Su primer whisky lo apuró con 14 años recién estrenados. Ahora tiene 39. A esa primera copa le siguieron muchísimas más. Fue el principio que le llevó a un tortuoso final. Verónica pasó de puntillas por la infancia y se hizo adulta a empujones. “Tuve una infancia desgraciada en la que no faltaron los malos tratos”, explica esta mujer, que es una de las personas que ha sido atendida por el Projecte HomeEl alcohol solo le sirvió para ahondar más su desdicha: "La bebida te machaca, te anula los sentimientos. Dejas de ser tú. Para no aceptar la vida que llevas con la bebida, al día siguiente vuelves a consumir. Es una rueda”, reconoce.

A los 15 años estrenó el amor, pero se enamoró de un hombre equivocado que la condujo por los caminos de las drogas y con el que conoció lo que eran los malos tratos. Su vida sentimental la resume así: “Ha habido tres hombres en mi vida y todos han tenido el mismo patrón. Buscamos una persona que nos proteja y nos acaba pegando. Las mujeres nos equivocamos y nos lo acaban quitando todo, la autoestima y la dignidad”.

CUATRO DÍAS SIN DORMIR

Verónica, que reside en Mataró, tardó en engancharse a las drogas, pero poco a poco fue aumentando la dosis y también el dinero que necesitaba para pagarse el consumo. Su sueldo de dependienta solo tenía como destino las cervezas y los cubatas. “El fin de semana podía tomarme 16 cubatas en una noche”, dice.

La bebida de alta graduación la reservaba para los sábados y domingos y los días laborables se volcaba en la cerveza, diariamente llegó a consumir hasta 20 botellines. Recuerda con tristeza aquellos años que el alcohol los convirtió en una nebulosa: " Aún me acuerdo de una borrachera en la que mezclé cerveza y cocaína. Estuve cuatro días sin dormir lo veía todo borroso y miles de bichos subiendo por las paredes", afirma.

Estos malos tragos le provocaron problemas en el trabajo y rifirrafes con su familia hasta que llegó un momento en que su hermana se cuadró. “Acepté ir a Projecte Home. Me convencieron porque mi cuñado estuvo a punto de morirse por culpa del alcohol y yo me di cuenta de que había tocado fondo. Ahora soy otra persona”. Tiene dos hijos de 14 y 9 años y sueña con encontrar trabajo “en la asociación me están ayudando”, concluye.