Los alumnos de Magisterio tendrán que estudiar cinco años de carrera

Alumnos de secundaria del instituto Fort Pius de Barcelona, durante unos exámenes de septiembre, el curso pasado.

Alumnos de secundaria del instituto Fort Pius de Barcelona, durante unos exámenes de septiembre, el curso pasado.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Las universidades catalanas que imparten estudios de Magisterio han acordado alargar a cinco cursos académicos los actuales grados universitarios de Educación, de manera que todos los estudiantes dedicarán el último periodo a realizar "un año de prácticas intensivas en centros educativos". La propuesta, que supone convertir esta antigua diplomatura de tres años en una carrera de cinco (el equivalente a los actuales cuatro años de grado más uno de máster), es una de las medidas estrella de la reforma de los estudios de maestro, iniciada en el 2013 al entender que los docentes son pieza clave para combatir el fracaso escolar y mejorar, de paso, los resultados en las evaluaciones internacionales (el informe PISA, entre ellas).

Uno de los primeros propósitos del programa para la Mejora e Innovación de la Formación de Maestros (MIF), que es el organismo que ha propuesto la prolongación de la carrera, es prestigiar estos estudios para que sea capaces de atraer a los estudiantes más brillantes de bachillerato y a los más vocacionales. Y aunque aún no hay calendario de implantación, los promotores están convencidos de que "se ha iniciado el camino para asegurar los niveles de calidad más óptimos", asegura Enric Prats, profesor de Pedagogía de la Universitat de Barcelona y secretario del equipo coordinador del MIF.

El objetivo, agrega Jaume Aguilar asesor de la Federació de Moviments de Renovació Pedagògica (FMRP), es que los estudiantes que aspiren a ser maestros "de educación primaria, pero también los de secundaria", realicen un primer ciclo universitario básico de tres años y, luego, pasen a otros dos cursos de especialización pedagógica, en el que el último será exclusivamente práctico. "No serán como las prácticas que se hacen ahora en la carrera, será una formación mucho más tutelada e intensiva", insiste Aguilar. El formato respondería al conocido como 3+2.

En estos más de tres años de trabajos del MIF se ha introducido también un nuevo sistema de pruebas de acceso a los estudios de maestro. Así, el próximo junio, quienes quieran optar a una facultad de Magisterio (pública o privada) deberán de superar una prueba específica de aptitud, que se realizará junto a las pruebas generales de acceso a la universidad. "También estamos estudiando cómo subir el nivel de exigencia a los estudiantes que ya cursan los grados y cómo armonizar la formación de los docentes de primaria y los de secundaria", detalla Prats.

UN MIR PARA EMPEZAR A TRABAJAR

Con todo, para elevar la calidad de la formación que reciben los futuros maestros, los esfuerzos no deben circunsbrirse solo a la etapa universitaria. Deberían crearse “programas de acompañamiento o de inducción, como se denominan técnicamente, que faciliten la incorporación de los docentes noveles en el oficio”, defiende Prats. Y esta inducción o entrada en el mundo laboral, sugiere, podría ser similar a la que realizan los graduados en Medicina en el MIR.

“Pero como eso ya supera los límites o las competencias de la universidad, ya que se trataría de un periodo de formación dentro de la vida profesional del docente, ha de ser la Conselleria d’Ensenyament la que lo regule”, indica Prats. Entre otras cosas, porque los profesores que realizaran ese MIR obligatorio deberían recibir una retribución económica, como ya ocurre con los médicos. Y ahora mismo este no es un obstáculo menor.

Actualmente, los maestros recién graduados en la universidad que se incorporan en una escuela pública de infantil y primaria ya siguen un proceso de evaluación tutelado por el director del centro y por un maestro veterano, que les asesora en los primeros meses de actividad. “Pero no es una formación en el sentido estricto, se trata más bien de una guía y solo se aplica en primaria y en la pública”, objeta.

No es la primera vez que la comunidad educativa plantea una formación específica de este tipo para los maestros. La misma Generalitat ha confesado estar estudiando un sistema semejante al MIR que afectaría de momento solo a los profesores de secundaria y el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, admitía hace un año que “valía la pena estudiar” esta posibilidad, también planteada en el Libro Blanco de la Profesión Docente elaborado por José Antonio Marina por encargo del propio ministro. Partidos políticos como el PSOE y Ciudadano lo contemplan en sus programas electorales.