Enfermos de pobreza

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TERESA PÉREZ / BARCELONA

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La pobreza también tiene escalones y la que afecta a la salud supone descender un peldaño más en la exclusión social. “La gente primero se preocupa por la alimentación y el pago de suministros y los temas de salud, si no hay dolores o no son muy graves, los posponen porque lo primero es luchar por sobrevivir”, aseguran las entidades sociales. En Catalunya, 3 de cada 10 hogares únicamente perciben ingresos de protección social. Julia de Miguel, directora de Salud de Creu Roja Catalunya, afirma que “hay gente que reúne todas las pobrezas”, la alimentaria, la energética y la sanitaria.

A medida que la crisis económica se cronifica, se incrementa el número de familias que se ven impotentes para abonar las visitas al odontólogo, la compra de audífonos o de gafas, el pago de medicamentos y vacunas... Por ello, las peticiones de ayuda a las entidades sociales se han disparado.

LISTAS DE ESPERA

Algunas oenegés como Càritas Catalunya han multiplicado por cuatro desde el inicio de la crisis la partida económica destinada a cubrir gastos de salud que la Seguridad Social o no financia o solo lo hace en parte. La Creu Roja tiene lista de espera de gente que necesita ser atendida por un odontólogo. “Hemos tenido que decir a los servicios sociales que no nos envíen más pacientes porque, en estos momentos, no podemos atender nuevas peticiones”, afirma De Miguel. Creu Roja ha duplicado las ayudas en tres años. Al igual que Càritas, tiene firmados convenios con diferentes entidades y colegios profesionales para atender la avalancha de peticiones. De Miguel afirma que han repartido medio millar de gafas gratuitas en tan solo año y medio.

La coordinadora del área de Trabajo Social en el Institut Catalá de la Salut (ICS), Pepita Rodríguez, abunda en este problema: “La solicitud de ayuda se ha disparado. Algunos programas como el de odontología tienen hasta dos años de lista de espera”. Además del aspecto sanitario está la estética: la mala salud bucal impide buscar trabajo y coarta también las relaciones sociales. Dentistas sobre Ruedas (DSR) es una clínica odontológica solidaria que atiende todos los casos que llegan a través de los servicios sociales. Cada visita cuesta 10 euros. "Se cobra por cita; si se hacen tres empastes en una visita también se cobran 10 euros", indica Silvia Petit, portavoz de la organización, que se financia con el 13% que destina la clínica privada Les 1001 Dents. "Antes atendíamos a inmigrantes, pero con la crisis vienen familias completas de aquí que se han quedado sin nada", apunta Petit.

COPAGO

Mercè Darnell, adjunta de Acción Social de Cáritas Barcelona, afirma que ”la mala salud y la pobreza van muy unidas, sobre todo cuando todos los gastos sanitarios no están cubiertos a nivel público”. Darnell tiene claro que "si la gente lucha por sobrevivir no puede realizar una labor preventina por su salud". El hecho de que la pobreza repercute en la salud lo demuestra una situación absurda y no infrecuente: “Hay gente que tratamos que no toma la medicación porque no puede pagarla. Es una contradicción que se pongan tratamientos médicos y después el paciente no pueda seguirlos por problemas económicos. El copago no tiene sentido”, reconoce Rodríguez.

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Hay 750.000 catalanes que viven con menos de 6.500 euros anuales: es la pobreza severa, que en el 2007 afectaba al 6,4% de la población de Catalunya y el año pasado afectaba al 10,6%. En el caso de los enfermos crónicos, hay gente que pese a los topes en el copago no puede abonar lo que le cuesta la medicación porque eso significa el 10% de sus ingresos, lo que conduce a abandonar el tratamiento o a espaciar la ingestión del fármaco como método de ahorro. “La gente tiene que elegir entre pagar las medicinas o alimentarse”, asegura un portavoz del Banc Farmacèutic. Esta oenegé, que trabaja en la ciudad de Barcelona y en Montcada i Reixac (Vallès Occidental), atiende a pacientes que deriva el trabajador social de los centros de asistencia primaria (CAP) porque no pueden costear los fármacos.

Más de 700 personas reciben ayuda de esta entidad. Son “personas de mediana edad que hace unos años tenían coche y piso y a las que la crisis ha golpeado al quedarse sin trabajo”. El año pasado las organizaciones sociales pidieron al Banc Farmacèutic casi 35.000 medicamentos. El valor de los fármacos donados de forma solidaria ascendió a 116.00 euros. El banco acaba de abrir el plazo para que las entidades sociales elaboren el listado con sus peticiones. “Cada vez hay más oenegés que trabajan donde no llega el Estado”, apunta Rodríguez.