ORNA DONATH, AUTORA DE 'MADRES ARREPENTIDAS'

"No por el hecho de ser mujeres disfrutamos de ser mamás"

La socióloga israelí Orna Donath no entiende que en el 2016 aún se pieNse que para todas las mujeres ser madres es lo mejor del mundo

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MANUEL VILASERÓ / MADRID

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“Mire, es complicado porque me arrepiento de ser madre, pero no me arrepiento de mis hijos, de quiénes son ni de la personalidad que tienen. Como personas los adoro […]. Me arrepiento de haber tenido hijos y ser madre, pero amo a los hijos que tengo. Así que sí, no es algo que se pueda explicar. Porque si lo lamentara, entonces no querría que estuvieran aquí. Pero yo no querría eso, lo único que no quiero es ser madre”. Es el testimonio de Charlotte, madre de dos hijos, uno de entre 10 y 15 años y uno de entre 15 y 20 años. Es uno más de los 23 que figuran en 'Madres arrepentidas'  (Reservoir Books), publicado en España el pasado septiembre tras levantar una fuerte polvareda en Israel, el país de la autora, y Alemania, donde se publicó la primera traducción.

Orna Donat  (1976) había dedicado su trabajo de fin de carrera de sociología a investigar sobre los hombres y mujeres que habían decidido no ser padres pero cuando acabó había una frase que no podía quitarse de la cabeza. "Si no eres madre a la larga te arrepentirás". Como socióloga le intrigaba por qué todo el mundo hablaba de arrepentimiento de las que no son madres, pero nadie hablaba del arrepentimiento tras haberlo sido. Luego descubrió que existen y son muchas, pero la presión social, muy parecida a la que algunas les llevó a ser madres, las mantiene silenciadas.

EL PESO DE LA RESPONSABILIDAD

A la mayoría de las entrevistadas lo que les pesa por encima de todo es el hecho de que alguien dependa de ellas para toda la vida. Incluso cuando ya son abuelas, porque “la maternidad es un trabajo que nunca termina, que no tiene fin”. “También supone la pérdida de tu propio tiempo, la pérdida de quien eras antes de convertirte en madre”, explica la socióloga.

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Se trata de experiencias similares a las que pueden haber tenido otras madres pero "lo que distingue a las que se arrepienten es que, a la larga, su percepción es diferente, porque dicen para ellas no ha valido la pena", añade. “No puede ser que en el 2016 se siga creyendo que todas las mujeres, solo por serlo, disfrutan siendo mamás. El hecho de que compartamos los mismos órganos biológicos no implica que todos abracemos la maternidad y que convertirnos en madres sea la mejor cosa que nos ha pasado nunca”, afirma.   

El problema para Orna es que muchas de las que se arrepienten ya no querían tener hijos pero el entorno, la presión social o el marido, con amenazas de divorcio, las empujaron. Por eso cree que uno de los mensajes que debe llegar de su libro a las mujeres es que tienen que "ser dueñas de sus cuerpos, sus pensamientos, sus emociones, decisiones, necesidades y vidas". Aunque ninguna de sus entrevistadas ha aceptado salir del anonimato, ella se rebela y defiende que “lo que no puede hacer la sociedad es empujar a la maternidad y luego prohibir decir lo que se siente”.

CONFERSARLO A LOS HIJOS

Uno de los temores de cualquier madre antes de confesarse es la reacción de sus hijos, pero Orna cree que “depende de cómo se les cuente”. “La imaginación de la gente tiende a crear un solo guión según el cual los niños sufrirán después de saber que sus madres se arrepienten, pero hay muchas más opciones en ese guión”, afirma y cuenta para apoyarlo que hace unos años tras dar una charla sobre el tema se le acercó una estudiante que le dijo que acababa de entender que su madre se hubiera arrepentido de serlo. Lo que le había provocado durante años “enfado, culpa y rechazo” se tornó empatía porque la había visto por vez primera “como mujer empujada por la sociedad y no solo como su madre”.

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"Soy una buena madre, de veras. Me da vergüenza decirlo. Soy una madre para quien sus hijos son importantes, los quiero, leo libros, recibo asesoramiento profesional, hago todo lo que está en mi mano para educarlos y darles amor y afecto. Los niños me adoran, me quieren. Tienen una vida feliz y placentera. Es absurdo. Porque no quiero tenerlos, en serio, no los quiero a mi lado. (...) Aunque murieran, Dios no lo quiera, seguirían estando conmigo en todo momento. El duelo por ellos, su recuerdo y la pena serían insoportables. Pero perderlos ahora supondría cierto alivio". Sophia (madre de dos hijos entre 1 y 5 años).