Gente corriente

Oihan Iturbide: "El horror que he vivido puede ser útil para otros"

Su terrorífica experiencia con las drogas ha dado vida a una fundación para ayudar a los adictos y a una editorial de ciencia

GEMMA TRAMULLAS

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Hace apenas unas semanas que Oihan Iturbide ha vuelto a establecerse en Barcelona, la ciudad que abandonó hace diez años tras superar un terrorífico proceso de desintoxicación que lo obligó a cortar con todo. Con él se ha traído la editorial científica <strong>Next Door Publishers</strong> y la <strong>Fundación María Aranzadi</strong> para ayudar a adictos y a sus familiares, ambos proyectos basados en su experiencia.

-¿Por qué hemos venido al CosmoCaixa? Es el primer lugar al que fui después de seis meses de terapia de desintoxicación durísima. Me gustó tanto que la excitación me provocó lo que nosotros llamamos un tirón, un síndrome de abstinencia, un subidón de endorfinas monstruoso.

-¿Qué le gustó tanto? Siempre había sido de letras, pero a raíz de ingresar en un centro de desintoxicación empecé a preguntarme por qué yo me había enganchado a las drogas y otros amigos que consumían conmigo no. ¿Qué pasaba en mi cerebro para acabar tan mal con 29 años? En el CosmoCaixa vi que la ciencia se hacía preguntas y buscaba respuestas, como yo.

-Tras desintoxicarse estudió Biología Clínica. ¿La ciencia respondió a sus preguntas? No del todo, porque la drogadicción es una enfermedad multifactorial. Pero entendí lo que pasa a nivel neuronal.

-¿Qué pasa? Depende de los niveles de dopamina que tengas, entre muchos otros neurotransmisores. Si tienes niveles bajos, en el momento de consumir aumentan y te produce bienestar. Es lo que me ocurrió con mi primera borrachera, a los 14 años. Me sentí bien creo que por primera vez en mi vida.

-Nació en Pamplona pero se crió en Menorca, un entorno idílico a priori. Viví una infancia muy libre en el campo, pero también muy solitaria. Tenía una inseguridad y un miedo constantes, pero no era consciente del malestar porque siempre había sido así. Era listo e impulsivo y todo lo hacía a tope, incluido beber.

-A los 15 años se mudó a Barcelona. Mis padres se divorciaron y fui a vivir con mi padre. A los 19 años me metí en la cocaína a tope. La vida sin drogas era muy lenta para mí. A los 25 años ya era politoxicómano, pero no me veía como un adicto.

-Eso no le impedía arrancar proyectos. A los 20 años abrí una fundación en Nou Barris para ofrecer microcréditos a mujeres vulnerables, pero no funcionó. Luego monté un fanzine antiglobalización, Wendy&Rita. Estaba hecho una mierda, pero era muy responsable. El fanzine me sostuvo tres años; si no, me hubiera muerto.

-A los 29 años su padre la ingresa en un centro de desintoxicación. La recuperación fue durísima y en esa etapa mi madre fue un apoyo brutal. En ese momento mi hermana dio a luz a sus mellizos y cuando pensaba en quitarme la vida pensaba en ella y sus hijos recién nacidos. Eso me mantuvo en la tierra.

-Durante diez años cortó con todo. Fui a estudiar Biología a Pamplona y la disciplina y las amistades que encontré en la universidad me sentaron de coña. Allí empecé a escribir el blog Mi vida después de la droga y empecé a recibir mensajes de adictos, madres, padres, parejas, hermanos... Luego mi abuelita enfermó y abrí otro blog titulado <i>Biología para mi abuelita</i>, donde le contaba lo que aprendía en clase. Aquello me enseñó a transmitir conceptos científicos de manera amena y rigurosa.

-Los blogs fueron el embrión de la editorial de divulgación científica Next Door Publishers y la Next Door PublishersFundación María AranzadiLa fundación es mi tesoro, es el proyecto que da sentido a todo el sufrimiento que ha habido en mi casa. Creo que si algo me ha salvado de la droga es la culpabilidad que sentía constantemente por no ser la persona que quería ser y por no poder dar a los demás lo que quería darles. ¿De qué sirve todo lo que he sufrido si no puedo compartirlo? El horror que yo he vivido puede ser útil para otras personas.