Gente corriente

Sílvia Fernández: «El arte puede ser un gran paliativo al final de la vida»

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CARME ESCALES

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Sílvia Fernández Cadevall (Terrassa, 1992) y su familia convivieron años con los ataques de pánico de su hermana, cada noche, hasta que un musicoterapeuta (Auris Tomatis) la libró de ellos. Ningún médico había podido. Era la segunda vivencia de Sílvia del arte como salvación. Antes, ella lo sintió: «Pintar, desde niña, siempre me evadió de preocupaciones, como a mi padre con su bajo», dice. Se graduó en Educación Social y ahora, entre Barcelona y Bristol, aprende técnicas para empatizar con quien sufre y, con arte, aminorar su dolor. En junio lo aplicará con enfermos crónicos del Hospital de Terrassa y su proyecto www.artepaliativo.com.

Con pinceles, papel y boli, instrumentos musicales y artísticos, propone dignos finales de vida con mayor expresión emocional.

-¿El problema de su hermana le inspiró? Totalmente. Su dificultad es un tesoro para mí, por lo que me ha enseñado su discapacidad. Me hizo orientar mi futuro profesional hacia los colectivos más vulnerables, y en cómo técnicas artísticas pueden llegar donde la medicina no llega. Los médicos no han podido diagnosticar su enfermedad, pese a tener una incapacitación, por un retraso en el desarrollo cognitivo, sin origen conocido.

-¿Qué enfoca la Educación Social? La infancia en riesgo, la salud mental, la diversidad funcional, la gente mayor, los inmigrantes, las personas en prisión..., todos los colectivos vulnerables de una sociedad.

-Pero quiso centrarse en el final de la vida. Sí, porque vi que las personas con una enfermedad crónica no son acompañadas por educadores sociales. En curas paliativas se las atiende con máquinas, unidades médicas del dolor, apoyo psicológico y trabajadores sociales, pero, emocionalmente, ¿quién ayuda a esas personas a gestionar sus emociones? Y en un momento tan clave de sus vidas y para su entorno. Por eso centré en ellas mi propuesta de arteterapia del trabajo final del Grado de Educación Social que hice en la Facultad Pere Tarrés.

-¿En qué consiste su propuesta? Artes plásticas como cura paliativa en la etapa final de la vida es su nombre. Con ello propongo empoderar a la persona hasta el último momento -en la medida de las posibilidades de su enfermedad y del entorno hospitalario-, para que, a través de la creación artística, en la que se la acompaña, pueda expresar sus emociones. Quiero evidenciar que el arte puede ser un gran paliativo al final de la vida. Y cuando digo arte, me refiero a escribir una carta, realizar un colaje de fotos y frases, pintar un cuadro o tocar un instrumento.

-¿Cómo ha logrado que el Hospital de Terrassa le abra las puertas para aplicarlo? Mi trabajo en la Tarrés derivó en una propuesta de empresa, sin ánimo de lucro, pero con forma legal para poder implementar el propósito de mi estudio. Y con el proyecto pude acceder a dos premios a ideas de emprendedores con impacto social, uno de la Fundación Telefónica y el otro de la Fundació Puig. Los gané los dos y gracias a eso dos mentores me han ayudado en la activación legal y el plan de empresa, y sobre cómo acercarme con las entrevistas a los hospitales. Ahora en junio, en el de Terrassa, haremos la prueba piloto.

-¿Y en la práctica, cómo se aplica? Empezaremos por el área de convalecencia de enfermos crónicos. El paciente elegirá el tipo de expresión artística que prefiera y a través de ella aflorarán cosas de su inconsciente. Así se le motiva y se le da sentido a su momento. El arte permite objetivizar dolor y preocupaciones, externalizándolos más fácilmente que hablando. Y la persona puede así dejar un legado más.

-¿No teme momentos de gran dureza? En Educación Social, y ahora en el máster de Counselling -en la Tarrés- y en el curso de Arte, Salud y Creatividad, en Bristol, trabajo el duelo y el acompañamiento asertivo y respetuoso. La muerte es parte de la vida, deberíamos romper el tabú, hablar del después facilita el duelo a quien queda.