Cinco meses para recuperar 100 euros

T. P. / BARCELONA

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Cinco meses lleva Lidia O. A. esperando que su antigua compañía telefónica se olvide para siempre de ella. El conflicto que comenzó en verano aún no ha acabado y ya han pasado dos de las cuatro estaciones del año. Interminables llamadas de teléfono a cinco número diferentes, envío de correos electrónicos, quejas y finalmente una reclamación ante la Agència Catalana del Consum para que mediara en el conflicto para intentar recuperar los más de 100 euros con que la penalizaron cuando intentó darse de baja en su operador. Su caso por desgracia es habitual. Lo que en teoría debía suponer un simple trámite se acabó convirtiendo en una pesadilla. Esta diseñadora, que reside en Barcelona y que prefiere ocultar su nombre tras unas iniciales y no salir en fotos, decidió mudarse de compañía y pasar su contrato de Vodafone a Orange.

La primera alarma se disparó cuando el técnico de la nueva empresa le dijo: "Asegúrate de que te han hecho la portabilidad". Y así lo hizo. La respuesta de Vodafone no se hizo esperar y diariamente le llamaban por teléfono ofreciéndole un servicio más ventajoso. La afectada se negó en redondo y le respondieron enviándole tres facturas “más otra mensualidad que te cobran por adelantado”, explica. La compañía además le advirtió de que tenía que abonar los recibos. "Además me dijeron que haga lo que haga, el dinero cobrado de más no me lo van a devolver”, recuerda .

DE TELÉFONO EN TELÉFONO

Llamó hasta a cinco números de teléfono diferentes, uno de ellos un 902 que tiene tarifas más caras. "Quince euros me cobraron", dice. Cuando contactaba con uno le decían que tenía que llamar a otro. Al final, como sucede cuando ya se está harto, pidió que le atendiera "el encargado" para que le abriera "una incidencia". Y nada de nada. Presentó una reclamación en la Agència Catalana del Consum, que depende de la Generalitat, y este organismo medió en el conflicto. "La empresa accedió a devolverle el dinero", afirma un portavoz de la agencia. Sin embargo, el conflicto no se ha zanjado definitivamente porque Lidia todavía no ha cobrado. “Voy a esperar un mes más, pero ya no tengo más paciencia”, afirma. “Yo me puedo organizar. He perdido muchas horas de trabajo, pero una persona asalariada o que no conozca cómo puede reclamar es difícil que consiga algo", concluye.