LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

El móvil y la educación

«El teléfono forma parte de la formación contemporánea», advierten los psicólogos

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / MARIA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los padres y los profesores de los años 80 y 90 se quedaban maravillados con el niño que era capaz de esculpir una chuleta con un compás sobre la superficie de un boli Bic. Era también muy aplaudido, nunca delante suyo, el que copiaba la tabla periódica en un papel enrollado de diminutas dimensiones. Malditos genios. Hoy esa habilidad se ha trasladado al móvil, con similar pasmo por parte de la parroquia adulta, que se ha quedado a años luz de los conocimientos de la chavalada. El teléfono, lejos de ser considerado un valor en la educación, se percibe como un obstáculo, una alienación de la realidad. Algo habrá de eso, pero no es menos cierto que no hay un mañana sin celulares, sin internet.

Joel Feliu, profesor de Psicología Social de la Universitat Autònoma de Barcelona, y el psicólogo Jaume Funes no son contrarios al móvil porque sería ir contra la naturaleza, aunque el concepto no sea aquí el más adecuado. «Es incomprensible que un niño de 5 años no aprenda en un entorno de comunicación digital táctil», sostiene Funes, para quien el teléfono y las nuevas tecnologías «son inevitablemente parte de la educación contemporánea». El nuevo entorno requiere, pues, «enseñar a gestionar la relación con estos trastos, en ningún caso prohibirlos». ¿Deben los padres controlar los celulares de los hijos? Feliu rechaza de pleno esta opción: «No les seguimos por la calle, ni escuchamos sus conversaciones en el patio, así que ¿por qué debemos entonces revisar su teléfono móvil?».Sostiene Javier Elzo, sociólogo de la Universidad de Deusto, que con el uso de las redes sociales «ocurre lo mismo que pasa con saber beber o con saber relacionarse con el otro sexo». «Son cosas que se enseñan, igual que los padres explican a su hijo cómo ha de tratar a una chica y qué problemas tiene el consumo de alcohol y drogas, deben de explicarle qué puede y qué no puede hacer con el móvil», dice el experto, que no es alarmista pero admite sin embargo que este asunto «puede abrir brechas ahí donde ya hay un problema».

Se deduce de sus palabras que si existe una asignatura que es Educación Física, bien podría crearse una nueva que podría bautizarse como Educación Móvil. Algo así es lo que intenta llevar a cabo el instituto Torre del Palau, en Terrassa, donde llevan 18 años educando a través de las tecnologías. Les permiten llevar el móvil siempre en el bolsillo, cuenta su director, Evaristo González. «Si alguien lo saca cuando no debe, lo requisamos y se lo damos a los padres», explica. En cuatro meses solo han tenido que retirar cinco. Su fórmula ha sido la de normalizar el aparato, hasta el punto que en el patio, aunque lo lleven encima, se dedican a lo que se dedica cualquier adolescente: hablar, correr y jugar.