POLÉMICA POR LA TITULARIDAD DEL MONUMENTO

Bronca por la mezquita

Unos turistas deambulan por el interior de la nave central de la Mezquita de Córdoba.

Unos turistas deambulan por el interior de la nave central de la Mezquita de Córdoba.

JULIA CAMACHO / SEVILLA

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La polémica sobre la titularidad de la Mezquita de Córdoba parece lejos de acallarse. Instituciones locales, regionales e incluso centrales se han enzarzado en un debate que hasta ahora no va más allá de la exposición de voluntades sobre si la titularidad (y la gestión), de uno de los principales monumentos del país debería ser pública. Mientras se resuelve el conflicto, una plataforma ciudadana denuncia que el arzobispado de la ciudad continúa con el proceso de «apropiación simbólica, económica e incluso comercial» del edificio, ya que se ha desvelado que ha registrado de forma oficial la denominación 'Mezquita de Córdoba'. Justo la misma que ella destierra de sus folletos, mapas y cartelería.

Hace apenas un año, una plataforma ciudadana denunció que el arzobispado presidido por Demetrio Fernández había inmatriculado una década antes la Mezquita Catedral de Córdoba por solo 30 euros y de forma casi clandestina, aprovechando un vericueto legal de una ley hipotecaria con artículos supervivientes la época de Franco que no hacían separación entre Iglesia y Estado. Ocurrió lo mismo con otras 5.000 edificaciones hasta entonces sin dueño en toda Andalucía, y el proceso se repitió en otros puntos de España, principalmente del norte.

«Es el mayor escándalo inmobiliario de la historia de España», clama Antonio Manuel Rodríguez, profesor universitario y portavoz de la plataforma. Eran edificios que se habían usado desde tiempos atrás, pero «como no había negocio no había debate sobre su titularidad». El caso de la Mezquita de Córdoba es uno de los más paradigmáticos, resalta Rodríguez, aunque también se ha conocido que se inmatriculó la Catedral y la Giralda de Sevilla.

Pero las quejas comenzaron porque, además de la titularidad, la Iglesia cordobesa comenzó un proceso de eliminación del pasado musulmán del edificio, que es el elemento singular que le ha valido la calificación de Patrimonio de la Humanidad como símbolo de concordia y tolerancia. Exposiciones de imaginería religiosa, borrado de la denominación Mezquita hasta en Google... La colonización llega hasta el punto de obligar a los guías turísticos a realizar cursos de catequesis. Y todo ello sin ninguna transparencia en las cuentas, que la Iglesia no hace públicas siquiera en los datos de explotación turística (de entre 11 a 13 millones de euros anuales).

En el 2012, y según se descubrió esta semana, el arzobispado también registró, de forma encubierta, la denominación Mezquita de Córdoba para 38 usos diferentes, desde bebidas (una cervecera litiga por usarlo con anterioridad), camisetas o conferencias, lo que obliga a quien quiera usar el término a pagar derechos de autor a la Iglesia. Una medida que, según Rodríguez, persigue «dificultar que se pueda emplear esa denominación».

400.00 FIRMAS DE APOYO

La plataforma logró recoger 400.000 firmas en apoyo de una titularidad pública y de que la gestión del inmueble, cuyo uso es en un 90% turístico o cultural, pasara a manos públicas. Sin discutir su uso como lugar de culto católico.

La Junta de Andalucía llegó a anunciar un informe jurídico para estudiar la posibilidad de reclamar la titularidad, que quedó en agua de borrajas. El Ministerio de Justicia, con Alberto Ruiz Gallardón al frente inició, por su parte, una reforma de la ley que se ultima estos días. Aunque cierra la puerta a nuevas inmatriculaciones, deja una prórroga de un año y, lo que es peor, «supone 'de facto' la amnistía registral de todos esos edificios en manos de la Iglesia».

La plataforma ciudadana reclamó a los partidos que presentasen un recurso de inconstitucionalidad que, de momento, solo apoya IU. Precisamente esta formación, en el Gobierno andaluz, se reunió a final de año con el Cabildo cordobés para llegar a algún acuerdo para compartir la gestión turística, siguiendo la tesis de que la gestión debe estar en manos de profesionales al estilo de la Alhambra de Granada. Se han emplazado a una nueva reunión dentro de tres meses.

La polémica sigue enquistada. Y el alcalde de la ciudad, José Antonio Nieto, que llegó a vincular el debate con un coche mal aparcado que provocó el desalojo de la mezquita el jueves, pide «serenidad a todas las partes» y zanjar ya un problema «que no se sabe exactamente cual es» y que «puede traer males a Córdoba». «No voy a permitir que se juegue con el pan de los cordobeses», advirtió.