La prohibición de un arma antidisturbios

Las víctimas que derrotaron a las pelotas de goma

ANTONIO BAQUERO / Barcelona

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Aunque parezca un escenario poco propicio para el uso de un proyectil antidisturbios, la biblioteca de Sant Feliu de Codines pasará a la historia por ser el último lugar en que los Mossos dispararon una pelota de goma. El pasado jueves, un agente lanzó un pelotazo a la cadera a un maliense con problemas mentales que se había atrincherado en el equipamiento con un cuchillo. El impacto hizo que se le cayera el arma, momento en el que fue reducido.

A partir de ahora, ni siquiera en casos así podrán usarse las pelotas de goma. Hoy, 30 de abril del 2014, se cumple el plazo dado por el Parlament para la entrada en vigor del veto a que los Mossos usen esa munición. Aunque la prohibición se votó en el Parlament el 18 de diciembre del 2013, el final de las pelotas se había comenzado a gestar desde un año antes. En concreto, desde la noche del 14 de diciembre del 2012, cuando Ester Quintana, una mujer desempleada de 43 años de La Verneda que había ido a la manifestación de la huelga general, perdió un ojo por el brutal impacto de un proyectil. Hay dos mossos imputados.

Merecida leyenda negra

El caso de esta mujer precipitó la caída en desgracia definitiva de las pelotas, que ya se habían forjado una merecida leyenda negra en Catalunya por causar otros 10 heridos graves: seis de ellos perdieron un ojo, dos perdieron el bazo, uno sufrió necrosis de parte del corazón y otro perdió la capacidad auditiva de un oído. Antes de la lesión de Quintana, varios mutilados oculares ya habían creado la asociación Stop Bales de Goma y se movilizaron para que el Parlament acabara con el uso de ese material.

Víctimas como Quintana, Nicola Tanno Jordi Naval muestran una felicidad relativa. Quintana ve cumplido su deseo «de ser la última víctima de las pelotas». «Satisfacción moderada, sí. Alegría, no. Cambian las pelotas por otro tipo de proyectiles, así que no avanzamos mucho», dijo ayer la mujer, que recuerda a los heridos anteriores. «Quizá yo me convertí en un símbolo. Pero antes otras víctimas ya estaban luchando».

La vida de Quintana y de las otras víctimas sigue siendo muy dura. «Ya no llevo el parche. Tengo una prótesis. Pero lo que veo en el espejo no es mi ojo y esa no es mi cara, nunca será algo mío. Yo antes del pelotazo no era perfecta, tenía mis defectos, pero era yo. En cambio, es terrible mirarse y no reconocerse», comentó.

Golpe de gracia

Su caso dio el golpe de gracia a esa munición. ¿Por qué ella y no los heridos anteriores? «Quizá fue porque yo era mujer y porque mis amigos se organizaron muy rápido en la plataforma Ojo con tu Ojo», explica. Para Jaume Asens, abogado de otros tres mutiliados oculares, «Quintana era una mujer de mediana edad, que estaba desempleada, que resultó herida cuando se manifestaba para luchar por sus derechos: su perfil rompía el cliché que se atribuye a la gente que va a las manifestaciones. Ella podía ser cualquiera de nosotros». El hecho de que la Conselleria d'Interior negara contra viento y marea que la lesión la causó una pelota fue decisivo: «Esa sucesión de versiones contradictorias del conseller Felip Puig hizo que se convirtiera en un caso político».

«Su tragedia generó una presión mediática insoportable para Interior», comenta el diputado de ICV-EUiA Jaume Bosch.

Tanno, que perdió el ojo la noche de la celebración del mundial del 2010, y que lideró la puesta en marcha de la Asociación Stop Bales de Goma, reconoce que su lesión «fue un trauma enorme». «Sin embargo, en lugar de encerrarnos en casa, nos lanzamos a luchar contra esta injusticia, canalizamos nuestro dolor en un combate que ha contribuido a una sociedad sin pelotas, que es una sociedad mejor. Además, hemos demostrado que movilizarse sí sirve para lograr cosas».

Pese al veto, asegura que la lucha continúa: «Van a ser reemplazadas por otros proyectiles que también son lesivos. Por desgracia, la cultura policial no cambia». Tanno, aunque ha conseguido que se reabra la instrucción judicial de su caso, lamenta «que siga la impunidad».

Menos suerte ha tenido Naval, el otro impulsor de Stop Bales de Goma, que ha recurrido contra el archivo de su caso, que el juez justifica por no poderse identificar a los autores del disparo, pese a que en la instrucción queda claro que le impactó una pelota. «Es bueno el veto, pero debe hacerse justicia. No puede seguir una impunidad como la que yo sufro», comenta este ingeniero de telecomunicaciones, que sentencia: «El trauma me ha obligado a renunciar a proyectos de estudios, pero con esta lucha he conseguido cambiar las cosas».