ENCUESTA SOBRE MODELOS EDUCATIVOS

La revolución dentro de casa

El 61% de las familias catalanas dan un papel central a las opiniones de los hijos

M. J. I.
BARCELONA

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Antes, hace no tantos años, el mundo de los adultos constituía un secreto para los niños. «Los pequeños estaban fuera de él, no participaban en las actividades de sus padres, porque, entre otras razones, al niño se le trataba como una persona incompleta, se le consideraba un ser aún en proceso de formación», indica Ismael Palacín, director de la fundación de estudios educativos Jaume Bofill,«Durante mucho tiempo, la única misión de los padres fue atender a las necesidades físicas de sus hijos, porque de las morales y las intelectuales ya se ocupaban la escuela y, en muchos casos, instituciones como la Iglesia»,agrega Palacín.

Pero las cosas cambiaron. Y aunque es difícil saber cuándo se produjo el giro -cada familia habrá tenido su propio momento-, lo cierto es que, para bien o para mal, las estructuras familiares se democratizaron.«Y empezaron a tenerse en cuenta sus opiniones»,hasta ocupar, el algunos casos un lugar central.«Por eso-prosigue Palacín-el niño es ahora un agente de sensibilización con cierta impronta sobre sus padres».

Con todo, observa el director de la Jaume Bofill, «el papel del niño como agente de sensibilización más básica no tiene el mismo efecto en todos los núcleos familiares». Ocurre en algo más de la mitad de las familias catalanas, según se desprende de una encuesta sobreModelos educativos familiareselaborada por encargo de la fundación en el 2009 y coordinada por el sociólogo vasco Javier Elzo.

«Los modelos educativos son muy variados y, por lo tanto, el peso de los hijos difiere de una familia a otra», dice Palacín. Así, recuerda, junto a los de familias más desfavorecidas (que representan el 15,2% de la población catalana y que el estudio etiqueta como familias conflictivas), los padres que menos atención prestan a sus retoños se encuentran entre una franja de privilegiados: tienen buenos ingresos, buena educación e incluso se consideran a sí mismos como progresistas.

«Tienen valores de izquierda, permisividad en casa, pocos conflictos con los hijos... y muy poco compromiso», describió Elzo en la presentación del informe realizado a partir de datos propios de la fundación Bofill.

«Hay en estas familias una clara abdicación en lo que se refiere a la educación de los hijos -explicó el sociólogo-. Prefieren delegar en la escuela, en familiares o en personal de apoyo, esto último entre otras cosas porque se lo pueden permitir».Son, según la tipología elaborada por el propio investigador, familias progresistas extrovertidas y representan al 23,3% de las familias catalanas.

No es atrevido aventurar que los hijos de los progresistas extrovertidos y los de los conflictivos -familias en que la relación afectiva entre progenitores y menores es frágil- no desempeñan un roleducadorde los padres

Sí lo ejercen, muy posiblemente, los niños que crecen en el seno de las familias que Elzo etiqueta como armónicas (31,8% de la población) y conservadoras ofamilistas(30,5%), en las que padres e hijos interactúan diariamente. Los adultos, en estos dos tipos de familias, intervienen de forma directa en la educación de sus hijos, participan en sus actividades y celebran sus éxitos. Lo que las distingue es que, mientras en la familia armónica«hay una huella de religiosidad, que se correlaciona con valores de altruismo social», en la familia conservadora -«la familia catalana tradicional», según Elzo- hay«una cierta nostalgia de los valores que fueron», señala la encuesta de la Jaume Bofill.