BUSCADORES DE LO INDÓMITO

Las nuevas fronteras

RICARDO MIR DE FRANCIA / Washington

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Mientras usted toma un café en el bar o pelea por sacar adelante la jornada de trabajo, hay alguien en algún lugar del mundo que busca la tumba de Genghis Khan, que filma los fondos marinos prístinos del planeta, que intenta comunicarse con una tribu amazónica amenazada por las petroleras o que forcejea con una serpiente para extraer su veneno e investigar las propiedades terapéuticas de sus toxinas. Aunque se tiende a pensar que todo está ya descubierto, el mundo sigue siendo un grial lleno de secretos. La tecnología ha abierto nuevas fronteras, pero el espíritu de los exploradores apenas ha cambiado a lo largo de los siglos.

«Todavía quedan ahí fuera algunos misterios que no han sido resueltos», dice Terry García, jefe de misiones y vicepresidente ejecutivo de la National Geographic Society, que celebra este año el 125 aniversario de su fundación. A la conversación en su despacho asisten algunos invitados inesperados. Máscaras de Gabón y Papúa-Nueva Guinea, una pequeña estatua de terracota china o un pingüino que observa distraído y congelado para la posteridad en una fotografía. «Las nuevas tecnologías y la ciencia, las comunicaciones y los avances médicos nos han abierto puertas que estaban cerradas hasta ahora», añade.

La genética, por ejemplo, se está utilizando para reconstruir las rutas migratorias que siguieron los primeros humanos al salir de África hace alrededor de 60.000 años. Con las imágenes tomadas por satélite se buscan anomalías orográficas que ayuden a descubrir pirámides enterradas en Egipto o la mítica tumba de Genghis Khan en Mongolia. Y la tecnología submarina permitió el año pasado a James Cameron descender al punto más profundo del océano en la fosa de las Marianas.

Cada año, National Geographic financia entre 300 y 400 misiones de exploración. Como las del gerundense Enric Sala, que investiga los últimos fondos vírgenes de los océanos. «La intención es averiguar qué está pasando en estos lugares y persuadir a los gobiernos para que tomen medidas para protegerlos», dice García, aludiendo al espíritu conservacionista que guía el trabajo de la institución y que suele producir notables resultados. Como los 13 parques naturales que se crearon en Gabón a raíz de los dos años de caminata por una de las junglas más impenetrables del estadounidense Michael Fay.

10.000 misiones

En la memoria quedan otras grandes hazañas de los exploradores de la Sociedad, que han completado 10.000 misiones desde que 33 científicos y aventureros fundaran National Geographic en el Club Cosmos de Washington con la intención de «incrementar y difundir el conocimiento geográfico». Hitos como la excavación del Machu Picchu (Perú) iniciada por Hiram Bingham en 1912. O las 60.000 fotografías del polo Sur tomadas por Richard Byrd en 1928 en el primer vuelo sobre la Antártida. O las proezas submarinas de Jacques Cousteau. O el estudio de los chimpancés de Jane Goodall.

La diferencia es que antes primaba el afán por descubrir y hoy la urgencia por conservar. «Estamos en medio de una crisis de extinción global. Perdemos especies a un ritmo tan veloz como en los peores períodos de la historia», dice Luke Dollar, responsable del proyecto de los grandes felinos, quien lleva 20 años viajando paralelamente a Madagascar para estudiar el fusa, un mamífero de la familia de la mangosta. Lo mismo sucede con culturas y lenguas, incapaces de adapatarse a los frenéticos cambios económicos y sociales. «Al mostrarle a la gente los increíbles recursos de nuestro planeta, estamos elevando la concienciación para, entre todos, buscar soluciones a los problemas. Es una fórmula bastante simple», dice García.

Lo que no ha cambiado es la motivación. «No solo trabajamos con científicos o académicos. Es gente que busca lo desconocido, el tipo de personas que quiere saber qué hay detrás de la esquina o más allá de esa colina. Muchos están tan obsesionados por obtener las respuestas que buscan que están dispuestos a soportar todo tipo de penalidades y privaciones -cuenta García, que lleva más de una década supervisando todas las misiones de la casa. «Cada vez que obtienes una respuesta, surge una nueva pregunta y esa es la fascinación que mueve a todos estos exploradores».