Los efectos de la crisis / Los testimonios

«Recortar lo secundario»

Josep Asensio, en su domicilio en Sabadell.

Josep Asensio, en su domicilio en Sabadell.

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«No puedo pasar… sin música». Esta es la gran pasión de Josep Asensio, profesor de instituto de 52 años, que compagina las clases de francés y catalán con su programa musical en Ràdio Sant Quirze. Su debilidad es el jazz y la clásica. Hasta hace dos años, asistía a conciertos que él llama«buenos» en locales o el Palau de la Música. Ahora se busca la vida para encontrar actuaciones gratuitas o a un precio razonable.«Por internet es fácil encontrar descuentos de última hora y en las fiestas mayores hay cosas gratis», explica. La diferencia entre antes y ahora tiene nombre: dinero.

Josep ha hecho números. Calcula que en el último año y medio ha dejado de ingresar 8.000 euros. Es el precio de ser funcionario. Y si a esta situación se suma que su mujer está en paro desde hace 14 meses y que sus hijos, de 22 y 18 años, estudian pero no trabajan, para salir adelante hay que recortar. ¿En qué? «Primero renuncias a aquello que crees prescindible», explica Josep. En su casa, el primer recorte llegó hace dos años:«Mi hija dejó las clases de clarinete» (160 euros menos al mes).

Este profesor aclara que su familia no atraviesa por una situación límite, «ni mucho menos», pero su calidad de vida ha mermado progresivamente en los dos últimos años. «Y no descarto que los funcionarios sigamos sufriendo más recortes», augura. Por eso, en su casa se aferran a la austeridad. Jamás han despilfarrado, asegura, ni en ropa («mis hijos nunca han sido de marcas») ni en alimentación, aunque ahora reconoce que utilizan menos precocinados, buscan la oferta y las marcas blancas. Pero en casa de Josep, el mayor tijeretazo ha sido en ocio y viajes.

¿Cine?«Ya no me acuerdo de lo que es», explica. Solo van a algún estreno puntual y nunca los cuatro juntos («¡40 euros en entradas!»). Y el teatro se ha convertido en un lujo prescindible («una buena obra no baja de 70 euros por pareja»). Los viajes durante el año han quedado limitados a las vacaciones de verano, nada de escapadas de dos días ni en Semana Santa, como antes. «Tal vez podríamos permitirnos una salida, pero vivimos con el miedo de qué pasará si esto va a peor,», zanja Josep. De momento, toca apretarse el cinturón...