El recuerdo

Un voto de confianza en plena aventura

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Agustí Gasol y Jordi Pujol escuchan el mensaje de agradecimiento de Pau desde EEUU, en el 2002.

Agustí Gasol y Jordi Pujol escuchan el mensaje de agradecimiento de Pau desde EEUU, en el 2002.

PAU GASOL

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El 2001 fue un año en el que muchas cosas cambiaron para mí. Emprender un viaje largo siempre entraña cierto riesgo. Cuando miro hacia atrás y veo que fue la temporada en la que dejé la Liga ACB y el FC Barcelona para jugar en la NBA, y veo además que acabó con mi elección comorookie del año, no puedo evitar esbozar una pequeña sonrisa. Como rezaba un eslogan que recuerdo de cuando era pequeño, el trabajo bien hecho no tiene fronteras.

Estoy seguro de que esos hechos fueron algunas de las razones que llevaron a EL PERIÓDICO a considerarme candidato a Català de l'Any. Y seguramente también fueron las razones que llevaron a muchas de las personas que votaron a elegirme a mí. Ese voto de confianza y ese apoyo son los que sentí en esos primeros compases de mi aventura y los que he seguido sintiendo hasta ahora.

Volviendo a aquella ocasión, recuerdo que fue mi padre, Agustí, quien recogió el premio en Barcelona. Yo estaba inmerso en la temporada de la NBA, siempre muy exigente, y no podía abandonar la dinámica del equipo para recibir un premio que me hacía tanta ilusión. Eso me hace recordar el apoyo de mis padres y de mis hermanos en esos primeros meses y después años de mi experiencia en EEUU. Un apoyo que se convirtió en piedra angular de mi éxito y en el ingrediente necesario para conseguir esa constancia y esa perseverancia que son tan importantes en una liga tan competitiva como es la NBA.

Con esta temporada en la que estamos inmersos, ya son 11 las que llevo en la NBA. Lo que al principio era un viaje que emprendía con mucha ilusión y muchas ganas, y también con algunas incógnitas, ha acabado siendo una experiencia muy gratificante. Tanto a nivel profesional como personal, lo que he conseguido aquí ha sido muy importante. Siento que EEUU me ha dado mucho al acogerme con los brazos abiertos desde el primer momento. Cuando dejé mi carrera, mis amigos y otras cosas importantes en Barcelona, lo hice con la seguridad de que daba el paso adecuado en ese momento, pero con la tristeza de tener que alejarme tanto de mi casa como de la cultura en la que había crecido. Soy una persona muy ligada a su tierra y a sus amigos -en definitiva, a sus orígenes-, y ese paso fue el más complicado de dar. Pero para conseguir cosas grandes en la vida, tenemos que estar dispuestos a hacer sacrificios.

Me siento muy feliz de formar parte de una lista de ganadores que aglutina a personas de campos tan diferentes, muchos de ellos estandartes de valores universales. Personalmente, y desde que entendí que algunas de las personas con quienes la gente se siente identificada podemos utilizar esa identificación para fines importantes, he tratado de convertirme en un buen ejemplo para los jóvenes, consciente de que los deportistas son un espejo para todos. Es por ello, también, que hace ya mucho tiempo que empecé mi relación con Unicef, organización con la que aprendo y comparto muchas cosas muy importantes para mí. Y de los niños, de los niños de todo el mundo, que es de quienes más se puede aprender y quienes más necesitan referentes y todo el apoyo que les podamos dar para tener una oportunidad en la vida.