Miguel Montes Neiro: "Por fin me siento libre"

Cumplió su palabra.Miguel Montes Neiro salió esta miércoles a las 11.37 horas de lacárcel de Albolote (Granada) y, agarrado de las manos de sus dos hijasadolescentes, empezó a andar hasta perder de vista la cárcel. Ha pasado36 años encerrado por diversos robos y fugas, aunque nunca por delitos de sangre, convirtiéndose en el preso más antiguo del sistema penitenciario español. Solo sendosindultos del Gobierno del PSOE y del PP y el esfuerzo de su familia, que nunca se rindió, han permitido que desde hoy pueda respirar fuera de la celda. "Vámonos de aquí", gritó apenas verse libre.

 "Por fin me siento libre", ha afirmado. "Estoy asustado, no puedo siquiera hablar, porquela cárcel es muy dura", ha explicado brevemente a las decenas de medios de comunicación que le esperaban a las puertas de la prisión junto a su familia y numerosos amigos de la infancia --a veces también de celda-- que han querido arroparle. Ha agradecido la insistencia de sus hermanas y de su abogado y de toda la gente que se ha volcado con su causa. "He pagado muy caro lo que hice", ha dichoemocionado, para reconocer que ahora empieza "mi primeraoportunidad de vivir". Su objetivo, ha asegurado, esrecuperar el tiempo perdido con sus hijas. "Nunca las pude sacar al parque. Ni siquiera cuando estaba fugado, por temor a que viniera la policía", ha lamentado. Y es que Neiro se ha fugado al menos en una decena de ocasiones, en las que su primera visita siempre era a su familia.

De la cárcel no guarda buen recuerdo, aunque deja una toalla del Barça que se quedó olvidada y algunos buenos amigos. "Son gente como yo, que está desatendida", ha afirmado en referencia a sus compañeros de reclusión. "Esta mañana querían sacarme a hombros", ha revelado.

Comida familiar para ponerse al día

En huelga de hambre desde hace 40 días para que se cumpliera su indulto parcial, aprobado a finales del pasado año por el Gobierno de Rodríguez Zapatero, ansiaba ir acomerse "un filete, o los que sean"en unacomida familiar en las afueras de Granada con una sobremesa que se prevé larga para ponerse al día y conocer, por ejemplo, a los biznietos de su hermana. También pensaba guardar un rato para descansar, dado que su última noche en la celda apenas ha dormido. "Me la he pasado dando vueltas como un león en una jaula y achuchando al guardia para que me echase", ha contado entre risas. Eso sí, ha fumado casi dos paquetes de tabaco para calmar los nervios que casi ahogan a su compañero de celda.

El indulto condiciona su libertad a que no vuelva a delinquir en el plazo de cuatro años, aunque Montes no tiene intención de recaer. Ha confesado que quiere vivir de su trabajo como ceramista, aunque sabe que tendrá que "reciclarse", y aspira a contar todasu historia en un libro que ya está en preparación, y quién sabe si en una película. Y aunque no cree en Dios, confía en que le tenga reservado algo bueno para lo que le queda de vida. "Porque no soy una alimaña", ha remachado.