UN VECINO DE SARRIÀ-SANT GERVASI

Òscar Rabadán, actor: "Subimos al Tibidabo con el funicular"

Uno de los protagonistas de 'Sota teràpia' destaca "el aire más limpio" de lazona alta de la ciudad

El actor Òscar Rabadán, en el bar Mirablau, con la ciudad a sus pies, en el distrito en el que él ha vivido siempre.

El actor Òscar Rabadán, en el bar Mirablau, con la ciudad a sus pies, en el distrito en el que él ha vivido siempre.

CARME ESCALES

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Juegos ocultos, reglas sociales, formas y fondos de las relaciones bombean energía y despiertan reflexión desde la obra teatral Sota teràpia, en cartel actualmente en la sala Rubianes del Capitol.La ha dirigido Daniel Veronese y la interpretan los componentes de tres parejas. Òscar Rabadán (Barcelona, 1969), un vecino de Sant Gervasi, es el intérprete de Ferran, la mitad de uno de esos tres micromundos conyugales de ficción que comparten terapia de grupo con argumentos nada ficticios.

Al acabar la función, Rabadán vuelve a casa remontando la ciudad, desde las Ramblas hasta las pendientes de su Sant Gervasi de toda la vida. "Bueno, nací en un hospital de Gràcia, pero vivíamos en Aribau con Via Augusta, en un edificio de protección oficial", precisa el actor que estudió en el colegio de los Escolapios de Balmes con Travessera de Gràcia.

Del coro del cole al Liceu

Un día, haciendo segundo de EGB, el director del coro de la escuela entró en el aula de Rabadán y preguntó quién quería apuntarse a cantar. Y él levantó la mano. Poco después, se vio cantando junto a personajes como Plácido Domingo y Montserrat Caballé, porque el coro de los Escolapios ponían las voces blancas en las óperas del Liceu. "Cantábamos La Bohème, el Turandot (Puccini)... y corríamos a pedirles un autógrafo a los célebres operistas", recuerda.

Pasar del escenario del Liceu a los ensayos con el grupo de teatro de su escuela fue un brinco. El gusanillo del espectáculo ya había entrado dentro de él. "No olvidaré nunca los focos del Liceu, el olor de naftalina de los trajes que vestíamos, del maquillaje y de la madera vieja", rememora Rabadán. Viendo actuar a sus compañeros mayores del colegio, sentía "envidia de estar en escena como ellos", dice. Así que se unió al grupo, primero ayudando con los focos y atrezzo y, ya en BUP, actuando.

Luego, el vecino de Sant Gervasi estudió en el Col·legi del Teatre y en el Institut del Teatre. Y se estrenó como actor profesional, cobrando su primer sueldo, con la obra El tigre de la Mary Plexiglàs. Luego ha actuado en series como Quico y El cor de la ciutat (TV-3), en obras como El mercader de Venècia, dirigida por Sergi Belbel, y en películas de Ventura Pons.

Socio del Tibiclub

Así que, aquellas voces blancas y primeros ensayos teatrales en su escuela, en el barrio en el que todavía vive, fueron engendro de sus alas para volar profesionalmente.

Sant Gervasi, tal como Òscar Rabadán lo siente y lo describe, invita a divisar horizontes amplios y volar. "Hay algo de él que me gusta. Tiene el aire más limpio y no hay exceso de bullicio como en otros barrios -destaca-. Y desde aquí, la escapada a la montaña es más rápida".

Rabadán siempre tiene un pie en el campo. O en alguno de los parques del barrio, o en la cima que corona el Tibidabo, el parque del que él y su familia son socios, con las ventajas del Tibiclub. "Subimos hasta el funicular a pie, y con él al Tibidabo", dice.

El actor también desconecta en sus hectáreas de olivos en Extremadura. A finales de los 90, pasó dos años cosechando avellanas en las tierras de su abuelo materno, en el Garraf. Y aquello selló en él una sana y laboriosa desconexión que sigue practicando, ahora en tierras extremeñas.

"Tener un pie en el campo para mí es fundamental como evasión. Allí pienso en todo y no pienso en nada, y con mi mujer (la actriz Cristina Plazas) recargamos las pilas podando los árboles", explica el elaborador del aceite Garganta, que desea maridar algún proyecto que una este producto con el arte de interpretar.

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