UNA ENTIDAD DE SARRIÀ-SANT GERVASI

Los pintores tenaces de Sarrià

Vieja sede 8 Arnella, Rebholz, Anglada, Bruna y Jordà, con vecinas.

Vieja sede 8 Arnella, Rebholz, Anglada, Bruna y Jordà, con vecinas.

MARTA ALCÁZAR / BARCELONA

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El número 22 de la calle de Canet dio origen a una entidad artística. También ha sido la causa de una disputa con el ayuntamiento después de que este no renovara el contrato de alquiler del espacio. La Associació Pintors Canet 22 celebra precisamente este año su vigesimosegundo aniversario que será coronado con el estreno de nueva sede en octubre.

Corría el año 95 y un grupo de alumnas avanzadas de la escuela de artes plásticas Traç buscaba un local propio para seguir pintando y formándose. "Nos enteramos de que en esta calle había una casita vacía destinada a artesanos y la alquilamos a nombre de una de nosotras", explica Ute Rebholz, pintora de la entidad.

Casitas de trabajadores

La calle Canet cuenta con una docena de casas del siglo XIX que alojaron a trabajadores de la fábrica de sanitarios Sangrà. A finales de los 70 fueron rehabilitadas por el ayuntamiento para alojar talleres de artistas. "Cuando entramos teníamos varios vecinos artesanos, pero se fueron porque el alquiler era caro", cuenta Pepi Arnella, también pintora. El número 22 fue el único que albergó artistas hasta hace unas semanas: "Nosotros éramos un grupo y pudimos repartirnos el alquiler de la casa", dice.

Conocidas en el barrio como las pintoras de Canet 22, lo cierto es que forman la entidad seis pintoras y un pintor. Se reúnen los jueves para recibir clase y seguir con sus obras. "Pintamos por afición. No somos profesionales", subraya Arnella. Proceden de profesiones tan dispares como la pediatría, la farmacia o la traducción y los hay que crean con texturas y quienes persiguen el expresionismo. "Hablamos de arte y de nuestras cosas. Es como una terapia", explica Rebholz.

Refugio bohemio

Este refugio bohemio entró en jaque a finales del año pasado cuando la asociación cambió el nombre de la titular del alquiler y el Patronat de l'Habitatge se negó a renovar el contrato. La falta de espacios en el distrito, la voluntad de convertir la casa en un local con fines sociales y el hecho de que existan talleres parecidos en el barrio son las razones que han dado fuentes municipales a este diario para rescindir el contrato.

"Nunca pedimos una ayuda. Pagamos nuestro alquiler y participamos en las puertas abiertas del barrio", responden las pintoras. Pese a las diferencias de opinión, llegaron a un acuerdo con el ayuntamiento y el pasado 3 de julio abandonaron su casita con una fiesta de despedida. El espacio alojará a La Sarrianenca, una agrupación de entidades de cultura popular.

Tras una larga búsqueda, la asociación ha encontrado nuevo taller en el número 10 de la calle del Pare Miquel. "Queremos volver a pintar tranquilas", asegura Arnella. La entidad está abierta a nuevos miembros, aunque estos han de tener claras las condiciones: "Han de ser personas tranquilas y de confianza porque todos tenemos las llaves. Llevamos años pintando y tenemos un nivel intermedio, no principiante", explica Stebholz.

Las pintoras y el pintor inaugurarán su nuevo taller con una fiesta que anunciarán en Facebook. Mantendrán el nombre de la entidad en honor a su antigua casa.

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