UNA ACTIVIDAD DE OCIO IMPORTADA Y EMERGENTE

Casinet de la lucha

Un espectáculo de combates reúne a un centenar de aficionados en un centro cívico. Los programas de TV popularizan este deporte

Acción 8 Una de las peleas registradas en El Casinet, hace 10 días.

Acción 8 Una de las peleas registradas en El Casinet, hace 10 días.

MARTA ALCÁZAR / Barcelona

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«Menuda paliza le están dando a éste», comentan dos jubilados del Casal d'Avis del Centre Cívic Casinet d'Hostafrancs mientras espían desde la puerta el inusual espectáculo que se celebra en la sala vecina. «Los golpes son de mentira», le responde un joven que contempla el ring desde otra celosía. Se trata del RCW The Real Show, una exhibición de lucha libre americana que ha traído a profesionales de todo el mundo a Sants-Montjuïc.

El espectáculo del wrestling ha resurgido en los últimos años en España, con nuevas escuelas y un espacio televisivo en la cadena Neox que retransmite los combates de la empresa estadounidense WWE. Con el objetivo de promoverlo aquí como opción de ocio y de negocio, la asociación barcelonesa Revolution Championship Wrestling (RCW) celebró el pasado sábado 8 de febrero su primer campeonato, y el escenario fue El Casinet. «Somos un grupo de aficionados que queremos introducir la lucha en vivo como alternativa de ocio familiar», explica el presidente de RCW, Carlos Gasco.

Sala de baile

El Teatre del Casinet tiene capacidad para 300 personas y  acoge habitualmente el Ball de la Gent Gran, espectáculos infantiles, conciertos y ferias. Pero en él también se han celebrado combates de forma esporádica, como uno de boxeo en el 2011.

Retumban los altavoces, el público observa expectante la salida de los luchadores en una nube provocada de humo en cada presentación, como si de un combate televisivo se tratara pero en dimensiones reducidas. Pesos pesados suben al ring, como el catalán Ronin Rider que se hace acompañar de la banda sonora y la máscara de Mazinger Z o el cabeza de cartel, Paul London, que desfila con el mono naranja de los presos de Guantánamo.

Ovaciones y provocaciones salen del público que supera el centenar de personas y la respuesta desde el ring es inmediata. «Do you un-

derstand English? Shut your mouth!», les grita Paul Tracey, un luchador irlandés ataviado con levita que se hace llamar Lord of Manor. «¡Payaso!», le espeta un asistente provocando la carcajada general. Llaves, acrobacias, caras de dolor mejor y peor conseguidas se suceden, así como alguna lesión auténtica por un número mal calculado.

«Hacen gracia porque hacen tonterías», dicen Àxel, Xavi y Samuel, tres niños que han venido acompañados por sus madres. «Nuestro preferido es la Pulga porque salta mucho y es de aquí», detallan. Los tres han conocido la lucha americana por sus familiares.

En familia

«Me gusta que también vengan mujeres y niños. Hace años solo éramos hombres», comenta Rafael Granero, un espectador a quien el torneo le recuerda «al boxeo de los años 50 en el Price y la Sala Cibeles». Luchadores animando a sus compañeros y también el cotarro, grupos de jóvenes, alguna pareja y aficionados solitarios componen el público. Continúa la algarabía: lucha femenina por parejas entre dos irlandesas y unas gemelas escocesas, y la gran final, que gana La Pulga, el preferido de la grada.