Una infección mortal

40 años del sida en España: "Ya sabemos que la cura es posible"

El Hospital Vall d'Hebron trató, en octubre de 1981, al primer paciente del país con VIH: murió a los pocos días de ingresar y todos creyeron que tenía cáncer

SIDA

SIDA

Beatriz Pérez

Beatriz Pérez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Octubre de 1981, Hospital Vall d'Hebron de Barcelona. Un joven de 35 años ingresa en el centro con dolor de cabeza y lesiones cutáneas de color púrpura. Los médicos deciden hacerle un escáner e identifican un tumor cerebral. Operado de urgencia, muere cuatro días después.

Este joven falleció de sida, no de cáncer. Fue el primer caso de VIH en España, pero los médicos entonces lo ignoraban porque ni siquiera existía la palabra. Este mes se cumplen 40 años de aquello. Eran los inicios de una enfermedad que, desde 1981 y hasta 2019, ha matado en España a cerca de 60.000 personas, según cifras del Ministerio de Sanidad, y que ha dejado tras de sí un rastro de dolor imborrable en un colectivo, el homosexual (y también en el de las personas adictas a las drogas y las hemofílicas), históricamente discriminado y estigmatizado.

La entonces Jefa de Sección de Neuropatología de Vall d'Hebron, Carmen Navarro, ahora jubilada, trató a aquel primer paciente con sida. "Se le encontró una masa cerebral que pensamos que era un tumor. Y tenía unas lesiones en la piel que se diagnosticaron como sarcoma de Kaposi, un tipo de cáncer provocado por un herpes virus [el VHH-8]. Se creyó que el tumor cerebral era una metástasis de este sarcoma", explica Navarro. Pero no.

Ella fue la médica que examinó la biopsia con microscopio convencional y microscopia electrónica. "En vez de células tumorales, encontré células parasitadas que asocié a una toxoplasmosis. Esto era completamente insólito, ya que la toxoplasmosis cerebral no existía prácticamente en el adulto", relata Navarro. Nadie creyó entonces en el diagnóstico que ella acababa de hacer, hasta que con el microscopio electrónico se demostraron los parásitos.

El paciente, un peluquero de 35 años, tenía unas lesiones en la piel diagnosticadas inicialmente como sarcoma de Kaposi; dos años después se supo que era VIH

El joven murió sin saber lo que tenía. Pero poco después, en diciembre de aquel año, se publicaron otros casos de homosexuales con sarcoma de Kaposi y otras infecciones oportunistas que aparecían en los pacientes inmunodeprimidos. "Esos pacientes eran de California y Nueva York, y empezaron a atar hilos entre las características de este paciente [que era homosexual y, además, había vivido en Nueva York] y la de los de EEUU. Se vio que podía ser un caso similar", añade esta neuropatóloga.

Tras conocerse los casos de California y Nueva York, el del paciente de Vall d'Hebron se publicó poco tiempo después en 'The Lancet', revista que, en el mismo número, publicaba también el primer caso en Francia. "Y ahí empezó la aparición de nuevos casos de forma exponencial", dice Navarro. La mayoría de los enfermos, en aquella época, acudían al hospital en una fase bastante avanzada de la enfermedad, por lo que su tratamiento era más difícil y el pronóstico menos favorable.

Los tratamientos

Tendrían que pasar dos años de la muerte del joven de Vall d'Hebron para que la medicina descubriera que el virus del sida era el causante de esa enigmática enfermedad que producía inmunodeficiencia. Pero las herramientas para tratar a estos pacientes eran limitadas: "No se trataba la infección por el virus, sino otras infecciones causadas por la bajada de defensas a causa del virus", señala Vicenç Falcó, Jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas de Vall d'Hebron e investigador del Grupo de Enfermedades Infecciosas del Vall d'Hebron Institut de Recerca (VHIR).

A mediados de los 80 apareció el primer tratamiento y 1996, los antirretrovirales que, por fin, disminuyeron la mortalidad

A mediados de los 80 apareció el primer tratamiento contra el sida: el AZT. "Tenía cierta actividad contra el virus, pero durante años era el único que había y seguía sin ser suficiente", recuerda Falcó. Fue en 1996 cuando por fin aparecieron tratamientos eficaces. Se trataba de un conjunto de antirretrovirales que, combinándose entre sí, conseguían controlar la replicación del virus. "El año 96 marca el inicio del tratamiento efectivo contra el VIH: a partir de entonces disminuye la mortalidad de la enfermedad", dice este médico.

Sin embargo, desde 1996 y durante la siguiente década, los tratamientos eran complejos y causaban mucha toxicidad en los pacientes, que, en algunos casos, llegaban a tomar hasta una veintena de pastillas al día. "Eran medicamentos que se toleraban mal a nivel digestivo, causaban pérdida de grasa en la cara y los músculos, algo que resultaba muy estigmatizante", recuerda Falcó.

La mejoría a partir de 2010

En 2010 todo empieza a mejorar: los medicamentos son cada vez más fáciles de tomar y tienen muy poca toxicidad. "Aparece un nuevo tipo de antirretroviral, los inhibidores de integrasa, que suponen una gran mejoría y que han llevado a que, hoy en día, una gran parte de pacientes se puedan tratar con una pastilla al día", dice este infectólogo. 

A día de hoy, sigue sin existir cura para el sida. "El tratamiento antirretroviral es capaz de controlar muy bien la replicación del virus, pero no cura la infección", explica la también investigadora del VHIR María José Buzón.

Actualmente, explica, hay dos vías mayoritarias de investigación: conseguir una vacuna preventiva o nuevas estrategias de tratamiento que permitan eliminar el virus. Si hasta ahora no se ha encontrado una vacuna es porque el virus del sida, al replicarse, tiene una gran habilidad para crear mutaciones: es hasta 6.000 más mutante que el virus de la gripe. Sin embargo, según Buzón, todo el conocimiento generado en torno al VIH ha permitido desarrollar con tanta rapidez una vacuna y estrategias contra el covid-19.

Aunque el sida no tiene aún cura, todo el conocimiento generado en torno a esta enfermedad ha permitido desarrollar con rapidez una vacuna contra el covid-19

El Grupo de Enfermedades Infecciosas del VHIR está investigando la estrategia 'shock and kill', que consiste en reactivar el virus latente y atacarlo. "El VIH es muy hábil porque se esconde en estado latente en reservorios celulares, de forma que es capaz de burlar a los tratamientos antirretrovirales y al sistema inmunitario. La persona infectada corre el peligro de que los reservorios se activen con una infección como un resfriado y empiece a reproducir el virus. Por eso no se puede dejar nunca el tratamiento", explica Buzón. Actualmente hay fármacos, como la terapia de preexposición (PrEP), que evitan el contagio. 

Sin embargo, la cura del sida está cada vez más cerca. En marzo de 2020, apareció el segundo paciente del mundo curado de VIH. Los medios se refirieron a él como el 'Paciente de Londres' (el primero fue 'El Paciente de Berlín'). Se trataba de una persona portadora del virus que, en 2018, se sometió a un trasplante de células madre por un linfoma. El virus del sida no volvió a replicarse en él pese a no tomar antirretrovirales. "Esto nos demuestra que la cura es posible, pero a nivel práctico es imposible porque estos dos pacientes se curaron gracias a un trasplante de médula ósea por un cáncer. Los trasplantes tienen una tasa de mortalidad de entre un 35% y un 40%: no estaría justificado hacerlo en todos los pacientes", explica Buzón.

La transmisión vertical

La exjefa de Enfermedades Infecciosas de Vall d'Hebron, Inma Ocaña, que vivió la época de la aparición del sida, recuerda historias "muy tristes": por ejemplo, las de mujeres embarazadas que se habían contagiado de VIH porque sus parejas eran adictas a las drogas y que daban a luz niños también contagiados que acababan perdiendo a sus padres. Para esta médica, el éxito de la investigación contra el sida radica no solo en que se ha convertido en una enfermedad crónica con muy buena calidad de vida, sino que los tratamientos disminuyeron la transmisión del VIH: ahora una persona medicada puede tener relaciones sexuales sin preservativo y no contagiar. "Con tratamiento, la transmisión sexual y vertical -de madres a hijos- es inexistente. En los últimos años tratamos a muchas mujeres con VIH que han tenido hijos negativos porque han hecho muy bien el tratamiento durante el embarazo. Hace años y años que no hemos vuelto a diagnosticar a ningún niño positivo", celebra Ocaña.

En España hay unas nuevas 3.000 infecciones de VIH cada año y un total de 150.000 enfermos. En los países de renta media y baja, siguen muriendo unas 690.000 personas al año.

Suscríbete para seguir leyendo