EN BARCELONA

Las agresiones sexuales aumentan el 62% en un decenio en Barcelona

Protesta en Pamplona tras la violación colectiva a una joven durante los sanfermines de la que se acusa a los miembros de 'La manada'.

Protesta en Pamplona tras la violación colectiva a una joven durante los sanfermines de la que se acusa a los miembros de 'La manada'. / VILLAR LÓPEZ

Àngels Gallardo / Barcelona

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En el último decenio, ha aumentado un 62% la cifra de mujeres (un 90%) y hombres que son atendidos en el servicio de urgencias del Hospital Clínic tras haber sufrido una agresión sexual o una violación (concepto que debe incluir penetración vaginal o anal, certificada por un médico forense). Estos ataques no han dejado de crecer, y su progresión preocupa a los responsables de la Comisión de Violencia Intrafamiliar y de Género, servicio instalado en el Clínic que canaliza las agresiones de este tipo ocurridas en el área de Barcelona. Desde el 2003, esta unidad atiende e investiga las circunstancias de las personas que acaban de sufrir una violación o cualquier tipo de agresión sexual. Los menores agredidos sexualmente son visitados en el Hospital Germans Trias i Pujol, Can Ruti, de Badalona.

Fueron 170 las personas atacadas en el 2005 y 278 en el 2016, concreta el doctor Manel Santiñá, coordinador de dicha unidad. La edad predominante de las agredidas osciló entre los 18 y los 25 años, seguida de la franja que alcanza los 35. "La tendencia creciente se mantiene. Desde que existe esta comisión, no hemos observado cambios educativos que ayuden a modificar los valores sociales –indica Santiñá-. Falta conciencia de que hombres y mujeres somos iguales".

Recursos escasos

Predominan la agresiones sexuales que ocurren en un domicilio al que la víctima ha acudido de forma voluntaria, porque le es conocido o porque la ha invitado un amigo. Un 8% ocurren dentro de la familia y un 9% en una discoteca.

Este claro incremento no ha ido acompañado de una mayor dotación de profesionales y medios para atender el problema y sus consecuencias, asegura la psiquiatra Lluisa García-Esteve, responsable del plan psiquiátrico establecido en el Clínic para atender las secuelas psíquicas, de notable gravedad, que suceden a una agresión sexual. Es el único servicio público de estas características para el área de Barcelona. 

"Las instituciones reproducen una cierta actitud vergonzante hacia las mujers violadas"

"Los recursos para atender las secuelas de una agresión sexual son muy escasos en Catalunya -indica la psiquiatra-. Todas las medidas se vuelcan en campañas de prevención, que están muy bien, pero se cuidan muy poco los medios de que disponemos para la atención posterior". "Las instituciones reproducen una cierta actitud vergonzante hacia estas mujeres, al igual que ocurre entre el resto de la sociedad, aunque no se diga -asegura García-Esteve-. Es una reacción ancestral, muy antigua, que persiste de forma consciente o inconsciente". 

Ese rechazo velado hacia las víctimas de una violación, añade la psiquiatra, lo muestran, "aunque parezca mentira", las propias agredidas. "Tienden a ocultar lo que les ha pasado, e incluso se culpan de ello. ‘Si no hubiera ido allí, si no hubiera pasado por aquella calle…’ –describe García-Esteve-. Por esa razón, las telefoneamos, una a una, cuando ha pasado el periodo inicial agudo, inmediato a la agresión, para que vengan a visitarse". De otra forma, advierte, esas mujeres pueden arrastrar de forma indefinida unas alteraciones que les hipotecan la vida.

Humillación de final incierto

Estas secuelas pueden surgir tanto si se ha sufrido una agresión sexual aparentemente menos grave –un tocamiento en el ascensor- , como si ha sido una violación, indica la especialista. La sensación de ser objeto de un dominio de final incierto es idéntica, añade García-Esteve. Quien está sufriendo una agresión sexual, o una violación, explica, siente que su vida está en manos del atacante. "En ese momento, la persona victimizada puede sentir que tal vez está en los últimos momentos de su existencia –afirma la psiquiatra-. Esa sensación de humillación, dominación e invasión de la intimidad da lugar a la percepción de que la propia vida pertenece al violador". "Es una percepción similar a la de quien sufre un ataque terrorista, excepto en el hecho de que esto solo le está pasando a ella", añade.

Quien está sufriendo una agresión sexual siente que su vida está en manos del atacante

Esa persona quedará dominada por un sentimiento predominante: "Miedo, pánico y horror", describe García-Esteve. El tratamiento que se les ofrece en el Clínic puede prolongarse hasta dos años.

Deprimidas y desconfiadas

"Las consecuencias de la violación alteran la vida laboral, familiar y de pareja –enumera la psiquiatra-, cambian la forma de relacionarse con todo. Las víctimas se vuelven desconfiadas". Depresión, crisis de angustia, agorafobia y –tal vez el más grave- trastorno de estrés postraumático (TEP) son malestares coincidentes en muchas de estas mujeres.

En la primera fase de la atención que les ofrece el Clínic el objetivo es que restablezcan las funciones básicas de la vida, que suelen haber perdido: que puedan dormir de un tirón y sin pesadillas, que vuelvan a alimentarse sin dificultad -dejan de comer- y que recuperen la capacidad de estar solas. Pueden conseguirlo con o sin ayuda de psicofármacos.

Reviven y reviven la agresión

Superado este capítulo, se adentran en el sufrimiento del que se nutre el TEP. "Quien padece este trastorno repite mentalmente la agresión, de forma continua, cotidiana, y en cada repetición su cuerpo vuelve a revivir uno por uno todos los síntomas que experimentó en el momento del ataque -explica la psiquiatra-. Su mente no archiva los hechos, sino que los mantiene vivos. Los reinicia. Eso es lo que hay que desactivar". Si no se trata, puede cronificarse.

Desandar el proceso psíquico, de gran sufrimiento, que inicia una agresión sexual es imprescindible, incluso cuando la persona atacada no es consciente del daño sufrido, decide ocultarlo o lo minimiza ante los demás. Los miembros del servicio de García-Esteve telefonean a las víctimas una a una, y tratan de que sean conscientes de que han sido agredidas y de que tienen derecho a recibir ayuda.

La ciudad se prepara ante las fiestas

Durante la fiesta mayor de Gràcia, que se inicia dentro de dos semanas, las calles y plazas del barrio barcelonés estarán atendidas por brigadas adscritas al protocolo antimachista diseñado por el ayuntamiento de la ciudad, que incluirá la presencia de agentes que se situarán entre el público con el fin de detectar cualquier agresión. Al igual que ocurre en las playas de la Barceloneta este verano, habrá puestos de información y atención de eventuales agresiones sexuales. Los agentes municipales observarán e intervendrán en caso de ser necesario, indican. Estas medidas se aplicarán asímismo durante las fiestas de Sants y, posiblemente, en las de la Mercé. Con esta inciativa, el ayuntamiento pretende disuadir, o evitar, que se reproduzcan agresiones detectadas en estas festividades en años anteriores. En esta iniciativa participa la Associació de Planificació Familiar de Catalunya, la Assemblea de Dones Feministes de Gràcia y del Centre Jove d'Atenció a les Sexualitats.