Electrodos contra la depresión

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ÀNGELS GALLARDO / BARCELONA

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D oce enfermos con depresión profunda que no reaccionan ante ningún fármaco antidepresivo comercializado experimentan desde hace siete años, en un ensayo clínico realizado en el Hospital de Sant Pau, de Barcelona, un arriesgado tratamiento, sin precedente en el mundo, cuyo éxito acaba de ser analizado y difundido. A esos pacientes, la mayoría mujeres, les fueron insertados unos diminutos electrodos a ambos lados del cerebro, en las áreas donde se localizan las neuronas implicadas en la depresión, desde los que reciben incesantes estímulos que frenan su intratable tristeza depresiva. Los electrodos enlazan por medio de ínfimos cables con una batería eléctrica instalada en el abdomen. Todo bajo la piel. Los 12 enfermos, que son analizados cada dos semanas por los investigadores del Sant Pau, están libres de los síntomas depresivos.

La colocación de este innovador marcapasos cerebral, similar a los empleados en el tratamiento del mal de Parkinson, exigió al neurocirujano Joan Molet levantar la tapa del cráneo y, con el enfermo sin anestesiar para que pudiera alertar al cirujano si percibía alguna disfunción en los sentidos, avanzó hacia las profundidades del cerebro. Pinchó las neuronas que intervienen en la depresión y suturó.

Aunque el tratamiento se realizó en forma de ensayo clínico, que financió el Instituto de Salud Carlos III, de Madrid, al comprobar el evidente beneficio conseguido los psiquiatras del Sant Pau decidieron que estos pacientes conserven el resto de sus vidas el recurso terapéutico. Lo siguen llevando. La batería se les cambiará cada nueve años. «No sería ético ni lógico desprenderlos del único tratamiento que los mantiene sin unos síntomas depresivos que no remitían de otra forma», afirmó Enric Álvarez, responsable del servicio de psiquiatría del Sant Pau.

Como sucede en todos los ensayos clínicos, los pacientes fueron eventualmente distribuidos en dos grupos: a seis de ellos -ni psiquiatras ni afectados sabían quiénes- se les inactivó el estímulo electrónico cerebral durante tres meses. El resto lo mantuvo. El 50% de los desconectados reiniciaron de inmediato la depresión, que volvió a desaparecer al recuperar la estimulación cerebral. Estos resultados los acaba de publicar la revista científica Journal of Psychiatry and Neuroscience.

La investigación sobre fármacos antidepresivos, uno de los sectores de la industria del medicamento con mayor demanda y que más afinan en el diseño de sustancias que tratan formas específicas de tristeza, no tiene nada que ofrecer a estos enfermos, que suponen entre el 5% y el 10% de los afectados por depresión. Estas personas, cerca de 10.000 diagnosticadas en Catalunya, no reaccionan ante ningún fármaco y son recurrentes visitadores desesperanzados de las consultas psiquiátricas. «Les ofrecemos combinaciones de varios antidepresivos, o incluso se les aplica la terapia electroconvulsiva [electrochoques], pero nada les hace efecto», indicó la psiquiatra Dolors Puig-

demunt, del Sant Pau. Unas 2.000 de ellas reunen las condiciones para recibir el tratamiento con electrodos.

La terapia electrónica de la depresión no ha sido autorizada por la Agencia Europea del Medicamento, ni tampoco por la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos, por lo que aún no es posible ofrecerla a todos los pacientes que podrían beneficiarse de ella. Por esta razón, el doctor Álvarez tiene previsto solicitar la intercesión del Servei Català de la Salut (CatSalut) con el fin de ofrecer el tratamiento -a un máximo de cuatro pacientes al año-por el procedimiento legal de uso compasivo, empleado con terapias en experimentación. «Trataríamos caso por caso, enfermo por enfermo

-explicó Álvarez-. Salut certificaría la idoneidad de cada proceso, nosotros intervendríamos y la empresa Medtronic financiaría el sistema de electrodos». Esa sería la única forma, apuntó Álvarez, de facilitar una solución eficaz a enfermos seriamente necesitados de ayuda.

La depresión afecta en la actualidad a entre el 5% y el 10% de la población -unas 300.000 personas en Catalunya-, de las que cerca del 40% toman antidepresivos de forma constante. Otro 30% consiguen dejar la medicación, pero no se los considera curados. «La curación completa no es un criterio de uso psiquiátrico, preferimos hablar de remisión», dijo Álvarez. «Cuando has sufrido un episodio, puedes recaer», indicó Puigdemunt.