¿Qué ha pasado con las energías renovables en España?

DANIEL PÉREZ

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Es frecuente leer en la prensa que las energías renovables son caras, que son la causa del déficit de tarifa o que no son fuentes de energía fiables. También hay quien dice que en España cientos de «listillos» se han forrado con las inversiones en renovables a costa de todos los consumidores. En este post pretendo aportar algunos datos básicos sobre lo sucedido en España con las energías renovables y ofrecer tres propuestas concretas para mejorar su implantación.

Antes de comenzar, es necesario dejar claro que se parte de una postura que considera positivo el desarrollo de estas energías, porque no emiten gases de efecto invernadero, permiten reducir la dependencia energética del exterior, no generan residuos peligrosos y favorecen un modelo de producción eléctrica descentralizado e integrado en el territorio.

Dicho esto, analicemos qué ha pasado en España con las renovables. El punto de partida debe situarse en el año 2007, cuando el Gobierno creó un sistema que garantizaba el cobro de determinada retribución durante toda la vida útil de la planta vinculada a la producción de cada megavatio/hora de energía eléctrica mediante fuentes renovables. La retribución por unidad de energía varía según el tipo de tecnología (eólica, termosolar, fotovoltaica, etc.) y en función del tamaño de la planta (reciben más las plantas más pequeñas). Atraídos por la retribución ofrecida y por la posibilidad de invertir en la economía real y contribuir a la protección del medio ambiente, miles de ciudadanos destinaron sus ahorros a la generación de energías renovables, en especial fotovoltaica, porque se adapta mejor a inversiones más reducidas. En total, más de 55 000 personas apostaron por la energía fotovoltaica, muchas de ellas mediante instrumentos de financiación bancaria y utilizando su propia vivienda como aval. Tanto los productores como los bancos creyeron que era una inversión segura, pues contaban con la mayor garantía que se le puede dar a un ciudadano: la de una retribución publicada en el Boletín Oficial del Estado. Este régimen retributivo tuvo un enorme éxito, e hizo que se alcanzara una potencia de energía fotovoltaica casi diez veces superior al objetivo que se había fijado el Gobierno. También en tecnología termosolar y eólica España se convirtió en uno de los líderes mundiales, y las empresas de nuestro país comenzaron a exportar su tecnología al mundo.

Sin embargo, España parece no ser capaz de consolidar los éxitos. Con el paso del tiempo, el Gobierno, en lugar de seguir fomentando la inversión en renovables, ha pasado a liderar los recortes retroactivos a esta fuente energética, lo que ha arruinado a miles de pequeños y grandes productores, nacionales y extranjeros, y ha dañado gravemente la confianza inversora. De hecho, España es uno de los países que más demandas de arbitraje internacional tienen abiertas, todas ellas a causa de los recortes en este ámbito.

Así, en el año 2010, el Gobierno aprobó durísimos recortes a la retribución de las tecnologías fotovoltaica, eólica y termosolar mediante el establecimiento de un número máximo de horas de producción retribuida al año, fijado muy por debajo de las horas reales de producción anual. Este recorte supuso, para la energía fotovoltaica, una disminución de ingresos del 28 %. A esto hay que sumar un impuesto a la generación de electricidad del 7 % que el Gobierno se sacó de la manga en 2012, así como el cambio de criterio para actualizar la retribución a partir de 2013, que supone otro 3 % menos. Además, desde enero de 2012, las nuevas instalaciones ya no recibirán ni un céntimo de retribución por parte del sistema eléctrico. Por si esto fuera poco, el Gobierno actual se ha embarcado en una reforma eléctrica que recorta otros 1700 millones la retribución a las renovables, y que supondrá el golpe definitivo para muchos productores. Y, aun así, en 2013 el déficit de tarifa superó los 4000 millones de euros. Una reforma que, encima, pone en serio peligro el cumplimiento del objetivo del 20 % de fuentes de energía renovables en 2020, al que España está obligada por el derecho europeo.

A pesar de la actuación del Gobierno, España mantiene aún una posición fuerte en el sector de las energías renovables. Prueba de ello es la celebración de la Feria Europea de Energía Eólica este mes de marzo en Barcelona. Otra es que en España ya se ha logrado desarrollar sistemas que permiten generar energía renovable las 24 horas sin depender de que haya sol o viento, como las plantas termosolares complementadas con biomasa (Les Borges Blanques) o las centrales que combinan energía eólica e hidráulica (El Hierro). Y hay más: las energías renovables han logrado en nuestro país un avance tecnológico espectacular en los últimos años, y algunos tipos de energía ya han alcanzado la paridad de la red, es decir, ya son más baratas que las energías convencionales sin necesidad de ninguna retribución adicional. 

Por último, veamos tres propuestas concretas que como ciudadanos podemos defender para lograr un mayor desarrollo de las energías renovables. La primera es que se debe garantizar que quienes se arriesgaron e invirtieron en energías renovables a partir del año 2007 reciban la retribución entonces prevista por el BOE. Aunque ahora las energías renovables son más baratas que muchas fuentes contaminantes, en ese momento no lo eran, y, sin esa retribución, los miles de productores que invirtieron en ellas no lo habrían hecho. Hay que recordar que la inversión en renovables se caracteriza por sus costes hundidos; esto es, el hecho de que haya un abaratamiento de costes de esa tecnología una vez instalada la planta no conlleva un abaratamiento de los costes de esa planta ya en funcionamiento. Por tanto, es justo y legal que esos productores reciban el dinero que se les prometió; de este modo también se podrá mejorar la confianza en España para favorecer futuras inversiones.

Segundo, es cierto que las renovables son más baratas que otras tecnologías, pero también es necesario que el Gobierno no ponga trabas para impedir su desarrollo. Por ejemplo, una opción muy atractiva con los costes de 2014 es el autoconsumo de energía eléctrica: se instala una placa solar en el tejado o en la terraza de casa y se reduce así la factura eléctrica. Sin embargo, con el nuevo peaje al autoconsumo (el llamado «impuesto al sol») implantado por el Gobierno a petición de las empresas del oligopolio eléctrico, estas instalaciones quedan muy desincentivadas. Por tanto, como ciudadanos hemos de luchar por que este peaje no sea aplicado o sumarnos a campañas de 'desolbediencia' pacífica. Y tercero: como consumidores podemoselegir cambiarnos a una compañía que nos garantice que el 100 % de la energía que consumimos es renovable. Así podremos, en nuestro día a día y sin incremento de gastos, fomentar las energías renovables.