NEGOCIACIÓN PRESUPUESTARIA

Sánchez e Iglesias presionan a ERC y PDECat tras sellar su alianza

Juan Ruiz Sierra / Iolanda Mármol

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Con la liturgia de las alianzas históricas, Pedro Sánchez Pablo Iglesias rubricaban este jueves en la Moncloa no solo un pacto para defender los Presupuestos más sociales desde el azote de la crisis en España, sino que escenificaban (también, sobre todo) que tras cuatro años y medio luchando por devorarse mútuamente las dos fuerzas de la izquierda han asumido que ninguna de ellas va a desaparecer y que necesitan sumar en un acuerdo acuerdo virtuoso para poder superar al bloque conservador. El documento trasciende las medidas económicas e incluye cambios de carácter político que lo acercan a un ideario programático preelectoral y revelan una sintonía entre PSOE y Podemos que afianza las tesis de una futura coalición gubernamental, en la que Iglesias actúa ya como vicepresidente ‘in pectore’. Tanto el Ejecutivo como los podemistas echaron a andar de inmediato hacia ese horizonte mirando a Catalunya.

Nada más comenzar a explicar el acuerdo, la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, avanzó cuál será el siguiente paso. Tras el envío el próximo lunes a la UE de las líneas generales de los Presupuestos, el Ejecutivo se volcará en buscar el apoyo de las fuerzas soberanistas que votaron a favor de la moción de censura que llevó a Sánchez a la Moncloa. Los socialistas creen que con el PNV no tendrán especiales problemas.

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Más complicado se anticipa el entendimiento con ERC y el PDECat, que insisten en la necesidad de que haya pasos sobre la autodeterminación y los políticos presos. Pasos, en principio, que el Ejecutivo no está dispuesto a dar. Pero los socialistas, aunque son escépticos, consideran que puede haber espacio para el acuerdo, porque republicanos y posconvergentes “tendrán muy difícil explicar” por qué se oponen a unos Presupuestos que incluyen 2.200 millones de euros más en recursos para Catalunya. En Podemos y sus confluencias, que quieren hacer de intermediarios entre el Gobierno y los independentistas, son de la misma opinión.

“Este acuerdo es el principio del trabajo. Ya estamos juntos la segunda y la tercera fuerza política en el Congreso. Hay que seguir sumando, por eso quiero hablarles ahora de Catalunya –dijo Celaá-. Catalunya necesita urgentemente diálogo interno. Pedimos que busquen la salida del laberinto. Los Presupuestos van a ser muy beneficiosos para la sociedad catalana”.

El Gobierno, que la semana que viene celebrará varias reuniones bilaterales con la Generalitat, tiene más esperanzas depositadas en ERC que en el PDECat, por cercanía ideológica y porque los republicanos se mueven en la actualidad de forma más pragmática. Pero las declaraciones no invitan al optimismo en el Ejecutivo, que todavía no ha iniciado las conversaciones con las fuerzas independentistas, más allá de algún contacto entre la vicepresidenta, Carmen Calvo, y la ‘consellera’ de Presidència, Elsa Artadi.

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ERC, de hecho, fue mucho más dura que el PDECat. El vicepresidente del Govern, Pere Aragonès, condicionó cualquier aproximación a que la Fiscalía retire los cargos de rebelión a los dirigentes independentistas. “No podemos hablar de Presupuestos si el Gobierno español no se mueve en el derecho de autodeterminación y en la cuestión de los presos políticos y exiliados”, dijo. 

Desde el PDECat, en cambio, abrieron la puerta. “Hablar podemos hablar”, señaló el diputado Ferran Bel, que aun así puso las mismas condiciones que los republicanos para el acuerdo.

Más allá de los números

Al margen de la tortuosa negociación que esperan con los independentistas, el acuerdo supera el terreno económico e incluye iniciativas que bien podrían pertenecer a un acuerdo de Gobierno: se reforma el Código Penal para que exista un consentimiento expreso en las relaciones sexuales; avanza en cambios en la ‘ley mordaza’ y en los delitos contra sentimientos religiosos e injurias a a Corona; prevé modificar la ley electoral para incluir listas cremallera, solventar los problemas con el voto rogado y, lo sustantivo, avanzar en un sistema más proporcional. Son todos asuntos en los que PSOE y Podemos vienen mostrando cierto entendimiento, pero también grandes espacios de desencuentro. Legislar estos cambios va a poner a prueba la sintonía entre ambos partidos. Puede afianzar la alianza o servir de excusa para un alejamiento si el contexto preelectoral lo aconseja.

De momento, socialistas y podemistas están en la tesis del gobierno de coalición. Iglesias dio por hecho tras firmar el pacto que Podemos formará parte de ese Ejecutivo y solo dejó por decidir quién dominará. “Espero que mi fuerza sea la mayoritaria dentro de ese bloque. Los gobiernos en solitario tienen que pasar a la historia”, opinó. Fuentes socialistas asumen que Sánchez intentará resistir en la Moncloa todo cuanto pueda, consciente de que este Ejecutivo será el último, por mucho tiempo, en que un partido gobierne en solitario.