POCOS CAMBIOS EN LA DISTRIBUCIÓN DE BLOQUES

Los independentistas caen pero salvan la mayoría absoluta

Carles Puigdemont, acompañado de Anroni Comín y Meritxell Serret celebran los resultados en Bruselas.

Carles Puigdemont, acompañado de Anroni Comín y Meritxell Serret celebran los resultados en Bruselas. / periodico

Daniel G. Sastre

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Los independentistas como bloque tenían tres objetivos en estas elecciones, y solo consiguieron uno. Es el menos ambicioso, pero el más importante: mantienen la mayoría absoluta en el Parlament. Aquí terminan las buenas noticias para ellos, porque la suma de Junts per Catalunya, ERC y CUP cae por debajo de sus números del 2015 tanto en porcentaje de votos como en escaños. Y, por tanto, quedan lejos de su auténtica meta: seducir al 50% de los electores, la cifra que podría empezar a abrirles unas puertas en Europa que seguirán cerradas.

Los independentistas tampoco pueden decir ahora que la fuerza más votada es de su cuerda, porque el hecho de que Junts per Catalunya y ERC concurrieran en listas separadas ha provocado una victoria de Ciutadans que, por su simbolismo, escoció mucho en las sedes de posconvergentes y republicanos.

Al cierre de esta edición, la suma de los partidos independentistas se quedaba en 70 diputados, dos menos de los que obtuvo en las elecciones del 2015. La ligera caída también en porcentaje de voto de JxCat, Esquerra y la CUP (del 47,8% al 47,5%) hace difícil pensar que, aunque puedan formar Govern, se atrevan con aventuras unilaterales como la que protagonizaron en la anterior legislatura.

Visto desde una perspectiva de bloques, el Parlament que sale de las urnas se parece mucho al que Mariano Rajoy disolvió el 27 de octubre en aplicación del artículo 155. Lo que cambia es la distribución interna de fuerzas: Ciutadans es ahora sin duda el partido hegemónico entre los constitucionalistas. Con sus 37 diputados, Arrimadas logra que un partido que no se reivindica como catalanista se imponga en unas elecciones catalanas. El PSC defrauda las expectativas, y sólo consigue sumar un escaño a los 16 que tenía. En cuanto al PP, Xavier García Albiol pone cara a un hundimiento inédito. Sus tres diputados constituyen también un récord, en este caso negativo. Los populares se llevaron la gran decepción de la noche, compartida con la CUP. Los dos partidos pierden el grupo parlamentario que tenían en la anterior legislatura.  

La histórica participación, que superó a la de cualquier convocatoria anterior –el récord estaba en el 80,8% de las generales de 1982– provoca que Ciutadans se vaya por encima del millón de votos. Algo impensable hasta hace muy poco para un partido que entró por primera vez en el Parlament en el 2006 con tres diputados, y que había sido creado pocos meses antes.

La victoria de Arrimadas tiene su principal baluarte en Barcelona y la Catalunya urbana. Después de anoche, y al menos hasta las próximas elecciones, no podrá hablarse de cinturón rojo. Los municipios de la corona de la capital de Catalunya, en otro tiempo fortín socialista, han desteñido en bloque y ahora son todos naranja. L’Hospitalet, Badalona, Santa Coloma, Sant Adrià, Cornellà... En todos ellos se impuso Ciutadans. De hecho, Arrimadas subrayó anoche de que «las 10 ciudades catalanas más pobladas son naranjas».

Eso provocó que la victoria de Arrrimadas –que en el ámbito global catalán captó a uno de cada cuatro votantes– fuera muy clara en la circunscripción de Barcelona, donde alcanzó los 24 diputados. En Tarragona, Ciutadans también es la fuerza más votada, aunque empata a cinco escaños con Esquerra.

Los republicanos parecen haberse quedado a medias en todas sus apuestas. Ni incrementan su implantación en los centros urbanos –que ha sido históricamente el objetivo de Oriol Junqueras–, ni convencen masivamente en el interior. En consecuencia, ERC es segunda en todas las provincias: si en Barcelona y Tarragona sucumbe al empuje de Arrimadas, en Girona y en Lleida pierde contra un Carles Puigdemont que se mantiene fuerte en los feudos tradicionales de Convergència.

El crecimiento de los constitucionalistas, que en el 2015 obtuvieron un 39% de los votos y anoche superaron el 43%, no les bastó para alcanzar a los independentistas. Con más de dos millones de papeletas, JxCat, ERC y la CUP certifican tanto que el movimiento soberanista resiste al paso del tiempo como que apenas crece. Esa fotografía fija da también la medida de lo complicado que será formar un nuevo Govern.