Elecciones 21-D

¿Por qué los 100.000 votantes de Unió pueden ahora apoyar al PSC?

Los que en el 2015 se declararon votantes de Unió pueden encontrar en el perfil catalanista del PSC su alternativa más cómoda

Miquel Iceta y Ramon Espadaler, en un acto de campaña del PSC en L'Hospitalet de Llobregat.

Miquel Iceta y Ramon Espadaler, en un acto de campaña del PSC en L'Hospitalet de Llobregat. / periodico

Gabriel Ubieto

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CiU y el PSC fueron a la política catalana lo que el binomio PP-PSOE a la española: un bipartidismo hegemónico desde las primeras elecciones autonómicas de 1980 y durante tres décadas. Una pareja de baile que ha ido perdiendo ritmo, que ha cambiado de acompañante y a la que se le han unido otros actores que ahora marcan el paso.

De CiU, aquella federación que hace dos legislaturas tenía 50 diputados en el Parlament, apenas queda nada. Convergència se ha reconvertido en el PDECat Unió está disuelta y su espíritu se presenta al 21-D a través de Units per Avançar con el que durante tres décadas fue su rival a batir: el PSC. Para algunos puede que fuera una de las sorpresas en esta atípica campaña pero, al margen de inesperada, ¿es esta una alianza extraña? ¿Por qué el antiguo votante de Unió puede confiar ahora en la lista de Miquel Iceta?

No sabemos si a Ramon Espadaler le gusta Queen, pero si nos retrotraemos a la encuesta preelectoral del CIS de las elecciones del 2015, encontramos más de un punto en común entre los electorados de aquel entonces del PSC y Unió. Este sondeo es el último en el que se pregunta específicamente por los democristianos tras su ruptura con CDC y ofrece una muestra mínima de votantes y simpatizantes con la que trabajar.

Bien visto entre los socialistas

Uno de los aspectos más visibles de toda candidatura es el líder de la formación. En el 2015, al electorado socialista no le disgustaba especialmente Espadaler. El líder democristiano sacó una puntuación de 3,9 sobre 10 entre los votantes del PSC, siendo el único dirigente conservador que no despertaba una abierta hostilidad en ese caladero. En el otro lado, entre el electorado de Unió, Iceta también era un personaje bien visto, con una puntuación de 4,3, seis décimas por encima de la media general.

Si bien es cierto que Iceta gustaba, los que se declaraban votantes democristianos preferían otras opciones más a la derecha, como Inés Arrimadas, de Ciutadans, con un 4,8, o Xavier García Albiol, del PP, con un 4,6. Ambos bastante poco apreciados en otros nichos de electores, según muestra su puntuación general por debajo del tres.

Es principalmente en el líder donde el antiguo votante de Unió muestra preferencias más intensas por otras fuerzas que no sean el PSC. En la mayoría del resto de puntos calientes, los socialistas parten con mejor posición a la hora de capitalizar ese voto. La postura identitaria del electorado en el tema Catalunya-España es una de las cuestiones claves. Claramente lo fue para los que en el 2015 se declararon votantes o simpatizantes de Unió, siendo la independencia de Catalunya la mayor de sus preocupaciones y uno de los condicionantes de su voto.

Perfil catalanista compartido

Ahí los socialistas encuentran un punto de confluencia mayor que el resto de fuerzas constitucionalistas. Entre el electorado de Unió, si bien se concentra en una identidad intermedia de "tan español como catalán", son fuertes las categorías de perfil más catalanista. Punto en el que coincide con el PSC, ya que, si bien también tiene concentrado su electorado en esa categoría central, reparte nichos de votantes a ambos lados del eje identitario. Con un peso muy similar, las alas más españolista y catalanista.

Algo de lo que Ciutadans y PP no pueden presumir, ya que son fuerzas que no consiguen expandirse hacia el electorado que manifiesta un mayor peso de su identidad catalana sobre la española. Dicho equilibrio en la balanza socialista le puede permitir marcar posiciones que contenten tanto al antiguo electorado de Unió, como a su ala más catalanista.

Otro punto relevante es el paro, que fue la segunda preocupación de los votantes de UDC, la primera entre los PSC y que vehiculaba claramente su opción política. Dicha coincidencia de agendas, que es cierto que también se da en otras opciones políticas, sumada a la coincidencia nacional, puede vertebrar un pacto estable que, no obstante, para evitar generar irritaciones en alguno de esos dos electorados, debe mantener una imagen ideológicamente de centro.

Voto transversal

El PSC consiguió en el 2015 una intención de voto considerablemente transversal, repartiendo su potencial electorado en posiciones muy céntricas, aunque pivotando claramente hacia la izquierda. En Unió no pasó lo mismo, lo que se puede leer como un 'handicap' o como una oportunidad.

Oportunidad para expandirse hacia un nicho de electores en los que los socialistas ideológicamente tenían menos posibilidades y que su transversalidad les da ventaja sobre opciones contundentemente más de derechas, como el caso del PP. Y 'handicap' si un discurso demasiado marcado en el eje izquierda-derecha acaba ofreciendo incentivos al antiguo votante de Unió para decantarse por opciones políticas que aglutinan a más votantes conservadores, aunque en el plano nacional no sean sus preferidas.