El cónclave soberanista desestimó el relevo de Puigdemont por Junqueras

Los participantes de la reunión acogieron con escepticismo la medida

Carles Puigdemont y Oriol Junqueras (detrás, el 'exconseller' Raul Romeva), en un viaje a Bruselas para dar una conferencia en enero del 2017

Carles Puigdemont y Oriol Junqueras (detrás, el 'exconseller' Raul Romeva), en un viaje a Bruselas para dar una conferencia en enero del 2017 / periodico

Xabi Barrena / Barcelona

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El abanico de opciones que se tocaron en las reuniones del miércoles y del jueves fue muy amplio. Tanto que, incluso, se abordó un posible relevo en el Presidència de la Generalitat. La posibilidad salió dos veces, el miércoles. La primera de manera informal, pero la segunda, con todos los honores, cuando se debatió en la mesa de negociación.

En la primera ocasión, fue el propio Carles Puigdemont quien, entre el desafio y el tanteo, y siempre de manera familiar, le propuso al republicano hacerse con las riendas de la Generalitat para evitar la convocatoria de las elecciones,  como deseaba el republicano. El vicepresidente aceptó el envite, pero la cuestión no fue más allá.

En la segunda, todo nace de la extensión, entre los participantes del cónclave, de la intención de el ‘president’ de convocar elecciones. Así que, con la reunión en marcha, hubo quien puso la opción sobre la mesa. Huelga decir que la propuesta fue acogida con escepticismo, se oyó la palabra ‘boutade’, incluso.  Otros, más pragmáticos aludieron a la imposibilidad temporal de llevar a cabo la maniobra. Debía resolverse un pleno de investidura, una toma de posesión y una aparición en los diarios oficiales.

El PDECat, a la contra

En el aire quedó otro impedimento. Y es que difícilmente el PDECat iba a aceptar el relevo. Primero, porque la misión del partido no era salvar al ‘soldado’ Puigdemont, sino más bien convocar elecciones. Y estas, con Junqueras en la presidencia, difícilmente hubieran sido convocadas. Y después porque, para la imagen de un partido recién nacido, pasearse con el sambenito de la cobardía no era, seguramente, el mejor de los avales.