LOS EFECTOS DEL 1-O

Puigdemont deja la independencia en el limbo

El 'president' suspende sine die la secesión en aras del diálogo ante la irritación de la CUP y el estupor del independentismo

Xabi Barrena / Barcelona

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El 6 de octubre, pero del 2006, una comisión teológica internacional reunida en el Vaticano sancionó que el limbo no existía. Ese lugar en el que la iglesia católica ubicaba a los neonatos que fallecían antes de ser bautizados era tan solo una hipótesis teológica, nunca una verdad de fe. Ajeno a los dimes y diretes entre teólogos, Carles Puigdemont mandó ayer la recién nacida República Catalana al limbo político a los ocho segundos de haberla declarado. [Sigue la última hora tras la declaración de independencia de Catalunya en directo.]

El ‘president’ hizo acuse de recibo de los resultados del referéndum del 1 de octubre y, como estipula la ley de referéndum, medio declaró la independencia catalana: “Asumo el mandato del pueblo  de que Catalunya se convierta en un estado independiente en forma de república”. Acto seguido propuso “suspender los efectos” de esa secesión para facilitar que los esfuerzos internacionales que se están llevando a cabo para conseguir que haya una mediación con el Estado fructifiquen.

“Constituimos la República Catalana, como estado independiente y soberano de derechos, democrático y social”. Así reza la declaración de independencia firmada por los 72 diputados de Junts pel Sí y la CUP. Habida cuenta la manifiesta intención de suspender sus efectos, en aras a una eventual negociación, cabe suponer que en las próximas horas se realizará un pleno en el que se votará la suspensión propuesta por el Govern. ¿Complicado? Sí.

'We the people' catalán

Se trata de un movimiento muy enfocado a la comunidad internacional. Primero de firmeza, con la presentación de un texto, el equivalente catalán del ‘we the people’ norteamericano y, a la vez, una muestra de “responsabilidad y compromiso”, ha apuntado Puigdemont. Lo cierto es que en el intramuros catalán, la suspensión anunciada sentó como un jarro de agua fría. Una tensión independentista no resuelta, dicho de otra forma.

Puigdemont ha intentado satisfacer los grandes vectores que le presionaban. Por un lado, la movilización de dos millones de personas y los 900 heridos del 1-O y, por el otro, la petición de la comunidad europea de que no tensara más la cuerda. Este mismo martes, aunque antes del pleno del Parlament, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, reclamó a Puigdemont que "no anunciara una decisión" que haga "imposible" el diálogo con el Gobierno central. Y haciendo gala de cierta equidistancia, recordó que hace unos días le pedía a Rajoy que buscara “una solución al problema sin el uso de la fuerza”.

Súmese, además, que en la etapa del ‘procés’ que se abrió el 1-O, a diferencia de la anterior, el peso de la CUP es más reducido. Ya no hay cuestiones de confianza, ni tan solo prespuestos que pactar. La alianza finalizó con el referéndum. Eso permitió que a los anticapitalistas se les hiciera partícipes de la estrategia tan solo una hora antes del pleno. Se vieron muchas caras largas entre los diputados de la CUP.

Enfado de la CUP

Y mostraron su enfado. Anna Gabriel, en el atril, y luego Quim Arrufat en una rueda de prensa señalaron que lo que “tocaba era proclamar la independencia porque ese es el único instrumento válido para negociar con el Estado de igual a igual”. El resultado de todo es que los anticapitalistas anunciaron que abandonan el Parlament “autónomico” y solo volverán “cuando se trabaje por la República”.Los anticapitalistas le dieron un mes a Puigdemont para que labre un acuerdo con el Estado.

La estrategia del ‘president’ pasa por devolver la pelota al tejado de Mariano Rajoy. Hasta hoy, la patata caliente del incremento de la tensión estaba en sus manos si declaraba la DUI. Ahora está en la Moncloa si aplica el artículo 155 aun a sabiendas de que, en la práctica, no hay ningún efecto derivado de esa declaración independentista.

¿Y cuál fue la reacción del Gobierno? Comparada con el 1-O, moderada. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría hizo una declaración oficial para explicar que Rajoy estaba manteniendo contactos con Pedro Sánchez y Albert Rivera y que el miércoles por la mañana se iba a celebrar un consejo de ministros extraordinario. Por la tarde, el presidente del Gobierno comparecerá en el Congreso a petición propia. En su mano está reavivar el ‘procés’, aunque la propia Sáenz de Santamaría ya recordó a la parte catalana “que la mediación no se impone”

Expectación internacional

A todo esto, en el pleno más mediático de la historia (nunca se había visto tal despliegue de medios internacionales), el único que reaccionó al cambio de guion adoptado por Puigdemont fue Miquel Iceta. El socialista afirmó que no sabía si se había declarado o no la independencia, aunque apostaba por entender que el ‘president’ había suspendido algo que no había sido proclamado. Lluís Rabell agradeció la pausa introducida en el escenario catalán.

Inés Arrimadas y Xavier García Albiol mantuvieron el primer duelo de la próxima campaña electoral. Ambos se postularon como portavoces de esa mayoría minoritaria, o minoría mayoritaria, de catalanes que coparon las calles del centro de Barcelona el pasado domingo. Ambos leyeron el discurso que llevaban escrito en previsión de una declaración de independencia al uso y no introdujeron ninguna modificación. Y ambos coincidieron en señalar que el independentismo, y el propio Puigdemont, “habían despertado” al gigante dormido, vino a decir, del catalanismo españolista o del españolismo catalanista. La independencia está en el limbo y las elecciones, quizá, en gestación.