COMPARECENCIA DE PUIGDEMONT
El frenazo de Puigdemont sume en la decepción a los independentistas
Unas 30.000 personas se aplegaron en el paseo de Lluís Companys para seguir la comparecencia del 'president'
Empezó como un cine de verano y terminó como un partido de fútbol en el que la afición abuchea a su propio equipo. Los congregados algo se lo olían a su llegada al paseo de Lluís Companys de Barcelona. A diferencia del resto de convocatorias lideradas por la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, no se respiraba ni alegría ni determinación, más bien tensión y desconcierto.
La cita se había oficializado a las seis de la tarde, pero desde mediodía iban llegando centenares de personas con 'estelades' sin hacer mucho ruido. Cuando ya estaban todos reunidos, 30.000 personas, según la Guardia Urbana, tampoco entonaron más de tres veces su himno: 'I, inde, independència'. No se escuchó ningún otro cántico entre tanta expectación. Solo aplausos y pitadas, los primeros para los diputados soberanistas, en especial al 'president' de la Generalitat, Carles Puigdemont; los segundos, dedicados a la bancada del PP, Ciutadans y el PSC. Pocas alusiones dirigieron a los 'comuns'.
La atención se centraba en la pantalla gigante que habían colocado las entidades soberanistas en el centro del paseo. Retransmitía en directo TV-3 para vivir al minuto la comparecencia del 'president'. Todo estaba preparado a las seis en punto pero se truncó cuando se anunció la prórroga del discurso. "Calma, que esto va para largo", enfatizó uno de los más esperanzados al notar tanto desconcierto. Algunos se pusieron cómodos en el césped que rodea la avenida central, sacaron cartas y empezaron una partida. Otros aprovecharon para abastecerse en los colmados del paseo de Sant Joan. Los que no se movieron del espacio seguían pendientes de la retransmisión en busca de alguna explicación que justificara el retraso del pleno. Se desataron las especulaciones.
Primero, ovación
Una hora después de lo previsto, la entrada de Puigdemont al hemiciclo levantó el ánimo de la afición, que lo ovacionó a gritos de 'president, president'. Pero entonces, volvió la tensión al no ver en la pantalla ni rastro de los diputados de la CUP y oír cómo retumbaba sin parar el timbre del Parlament que les reclamaba. Aguantaron la respiración hasta que vieron desfilar a los anticapitalistas por la escalera del hemiciclo.
El partido comenzó con la entrada de los árbitros: los miembros de la Mesa del Parlament al completo. Su presidenta, Carme Forcadell, quien también fue aplaudida, inauguró la sesión, el 'president' ocupó el atril y se hizo el silencio. El público se concentró entonces en ser todo oídos. Aplaudieron que el desafío catalán era un asunto europeo y que el pueblo de Catalunya debía permanecer unido. Se aventuraba el clímax cuando Puigdemont mencionó que comparecía para explicar los resultados del 1-O. La euforia se desató al retronar por los altavoces: "Asumo […] el mandato del pueblo de que Catalunya se convierta en un Estado independiente en forma de república". Abrazos, besos, saltos y gritos. Pero el balón se estrelló en el palo.
La euforia se desmoronó pronto. El 'president' anunció que la declaración de independencia se suspendía para entablar el diálogo. Unos quedaron estupefactos. Otros dejaron ir al momento un largo abucheo. Algunos rompieron a llorar. Eso sí, los rostros de todos ellos se desfiguraron. Y el momento dejó una imagen inédita: uno de los asistentes rasgó su 'estelada' y la lanzó al suelo para después pisotearla.
Después, consternación
No aplaudieron más hasta el final del discurso; muchos de ellos ni eso. "Hemos sido engañados, esto no es una DUI", chilló a los cuatro vientos uno de los aplegados, buscando asentimientos entre la muchedumbre. Y es que les costó entender, y aún más definir, el mensaje de Puigdemont. "Esto es un 'sí' pero 'no', ¿no?", se preguntó otro en voz alta. También apareció en ese momento aquel que siempre había desconfiado de los planes del Govern para culminar el 'procés': "Ya lo sabíamos. ¿Qué esperabais que dijera?".
Sin que nadie diera el encuentro por desconvocado, los miles de asistentes iniciaron su retirada. Un mar de desilusionados se marcharon en silencio y solo revivieron al oír a la líder de la oposición, Inés Arrimadas, subir al atril para replicar al 'president'. La abuchearon sin desenfreno. Y lo repitieron ante los discursos de Xavier García Albiol y Miquel Iceta aquellos que permanecieron. Los tractores que habían aparcado en el Arc de Triomf para apoyar al 'president' también iniciaron su retirada después del discurso, aclamados por los asistentes.
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