CARGA VIOLENTA

Y fueron a por ellos

La policía nacional protagoniza una violenta carga contra los electores en los aledaños del instituto Ramon Llull de Barcelona

La Policía Nacional carga en la escuela Ramon Llull de Barcelona.

La Policía Nacional carga en la escuela Ramon Llull de Barcelona. / periodico

Xabi Barrena / Barcelona

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“El Tribunal Supremo ha sentenciado que este referéndum es ilegal, así que vamos a entrar y vamos a retirar las urnas”. Esta fue la sucinta explicación que dio el mando de los antidisturbios de la Policía Nacional antes de mandar a sus hombres contra el muro humano que, pacíficamente, se oponía a que los agentes entraran en el IES Ramon Llull de Barcelona, con entrada en la calle del Consell de Cent, entre Sardenya y Marina. Poco importa que no sea el Supremo (es el Constitucional) ni que aún no haya sentencia firme aunque sí una suspensión. No son los antidisturbios un cuerpo avezado en los detalles legalistas.

Y entraron. Óbviamente, que para eso sirve el monopolio de la fuerza. Poco después hicieron lo propio, por la verja lateral de la calle de Sardenya varias decenas de ciudadanos que trataron de ofrecer una última resistencia, en vano. La policía entró en el colegio, arrancó las urnas y salió del recinto. Y de paso expulsó con malos modos a algún periodista, a pesar de que llevaba uno de esos brazaletes modelo capitán de equipo de fútbol.

A partir de ese momento, se inició un extraño juego. Los electores gritaban y la policía se echaba para atrás. Algún conato, algún golpe con el escudo. Como el que se llevó el diputado del Parlament Albert Botran (CUP) por parte de un policía que se negó a dar su número de identificación. Tampoco cuando este diario se lo requirió, tras enseñar la credencial periodística: “No tengo por qué hablar contigo”, soltó el agente bajo su casco.

El grupo policial se replegó hacia la calle de Marina, dobló hacia el mar, luego por Diputació y, finalmente, se pertrechó en Sardenya. En Marina, el actor Joel Joan apareció corriendo para ponerse frente a los que protestaban y seguían a la policía para pedirles que cesaran en su intento.

Cánticos previos a los golpes

Ya situados en la calle de Sardenya, casi con Diputació, el ambiente no fue en absoluto tenso. Por comparar, nada comparado con lo que se vivió en la sede de la CUP, el 20 de septiembre. Los agentes, eso sí, tuvieron que soportar punzantes ironías sobre Piolín y su desayuno. Poco más. Aparte de los clásicos de ayer (“'Fora les forces d’ocupació'”) y de hoy (“'Els carrers serán sempre nostres'”, cantada esta con ese ritmo que remite a las curvas de ‘tifosi’ de los estadios italianos de fútbol). Aunque el tema del día no fue cantado, sino que se sintió en las carnes. El "A por ellos".

En estas, y sin venir a cuento, el mando policial dio orden de cargar. A porrazo limpio, con disparos de pelotas de goma que apuntaban, para ser generosos, al suelo. Nuevos empujones y forcejeos con Botran, que se ganó el premio a la combatividad pacífica de cargo electo.

Se desplomaron personas y al instante eran ayudadas y confortadas por otros electores, algunos de avanzada edad. Se proveyó a los caídos de bolsas de hielo y de agua. Se les ofreció comida. Se llamó a enfermeros y equipos médicos de los bomberos barceloneses. Todo ello en una escena que llenaría los ojos de emoción a los que se dolían en el suelo, si no fuera porque en esos ojos anidaban ya lágrimas de dolor, impotencia y rabia.