El 1-O pende de un hilo en barrios como Bellvitge

De los cinco puntos de votación previstos, solo el Institut de Bellvitge pasa el sábado abierto y con retén

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Carles Cols / Barcelona

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La veneración de Sant Procés es escasa en Bellvitge. Solo una vela arde en el altar. Es la del Institut de Bellvitge, de los cinco puntos de votación previstos para el 1-O en este barrio, el único lugar con un retén de guardia durante todo este sábado de reflexión. La noche del viernes se quedaron ahí a dormir una decena de personas, ni siquiera padres de alumnos del centro. Entraron al atardecer y nadie les invitó a irse. Todo lo contrario sucedió a unos 200 metros de ahí, en el Institut Europa de Bellvitge, donde el director ya dejó claro de antemano que ese centro educativo permanecería cerrado hasta el lunes. Bellvitge es un buen lugar para contemplar el 1-O desde una perspectiva alejada del ‘mainstream procesista’.

La arquitectura del barrio es sobradamente conocida, por sus gigantes fichas de dominó. Nada más llegar en un día como hoy, hay que reparar primero en las fachadas. Las ‘estelades’ son testimoniales. Una o ninguna por bloque. También las rojigualdas son poquísimas. Este es un barrio donde las banderas que ondean son las de la colada. La geografía humana merece un apunte previo. Bellvitge es un barrio que ha vivido parcialmente al margen de la última ola migratoria, la del siglo XXI. En el extremo norte del municipio, en La Florida, casi la mitad de la población es extranjera. En Bellvitge, solo uno de cada seis vecinos ha nacido al otro lado de las fronteras de España. Aquí el vecindario es esencialmente el que fundó el barrio. Los bares no los regenta ninguna comunidad extranjera y, sobre todo, no hay ‘paquis’ que hagan el agosto con la venta de ‘estelades’. A su manera, Bellvitge es el barrio que constata que aquello de “ensanchar la base social del independentismo”, reto mil veces anunciado, no ha sido la cuesta abajo pretendida.

Con esta tarjeta de presentación, el empeño de los vecinos que mantienen abierto el Instituto Bellvitge para cuando llegue la urna parece más meritorio que, por ejemplo, el de cualquier otra comunidad de aquello que de un tiempo a esta parte y sin motivo aparente se le llama “el territori”, identificable fácilmente por ser cualquier municipio que en la rotonda de acceso al pueblo tiene plantada una ‘estelada ‘ desde hace años.

Ni un solo policía

A mediodía, el menú previsto en el instituto es una fideuá para los que se acerquen. El plan es que reunir a más de un centenar de personas y si es posible, sobre todo, que se queden a dormir. La noche del viernes no pasó por ahí ninguna pareja de los Mossos d’Esquadra. La mañana del sábado, tampoco. Suponen que el domingo sí lo harán. Ya se verá que sucede. Si se supera esa hora crítica, se formarán un par de grupos expedicionarios encargados de abrir y proteger otros dos puntos de votación previstos en el barrio, en dependencias de la Generalitat. Uno es la Oficina d’Afers Socials i Famílies de la Generalitat. Es minúscula. Esa en un primer piso. Si van muchos, no cabrán. La otra es el CAP.

Para medir el éxito del 1-O en Bellvitge habrá que usar una balanza distinta a la de otros puntos de Catalunya. Esto es territorio de ‘la Nuri’, la alcaldesa. De hecho, aunque es difícil establecer un perfil medio, el retén del Institut Bellvitge es más o menos algo así como el sector crítico del potente movimiento vecinal del barrio. Nadie ha dicho que entender la serie ‘El Procés’ sea fácil. Lo de ciudades como L’Hospitalet es casi un ‘spin-off’, una derivada solo apta para muy entendidos.

Can Vilumara

A su manera, el Institut Bellvitge anticipa como se presenta el 1-O en el resto de L’Hospitalet y en otros municipios del área metropolitana. Una visita al centro de la ciudad confirma esta percepción. En la avenida de Josep Tarradellas, a menos de 100 metros de la Rambla Justo Oliveras, está el Institut Can Vilumara. El horario lectivo nocturno del viernes terminó a la brava. Los estudiantes salieron una hora antes de clase porque les echaron. La dirección cerró las puertas y el AMPA no previó nada especial. Allí, también se prevé votar. La espera es más ingrata. Un grupo de vecinos, varios de ellos exalumnos del centro, hacen guardia frente a la reja principal del instituto. Dicen que pasarán la noche en la calle.