CUERPOS DE SEGURIDAD

Mossos "en tierra de nadie"

Mossos ayudan a guardias civiles a salir de una concentración de protesta ante la Conselleria d'Afers Exteriors.

Mossos ayudan a guardias civiles a salir de una concentración de protesta ante la Conselleria d'Afers Exteriors.

Guillem Sànchez / Barcelona

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Los Mossos d’Esquadra cargaron contra varios independentistas que a las 02.00 horas del jueves seguían frente a la entrada de la Conselleria d’Economia e impedían la salida de la Guardia Civil. Hubo algunos porrazos y manifestantes que los encajaron llamándoles "traidores". Y ocurrió otra cosa, con pocos precedentes. Superado el sofoco inicial, varias personas se interpusieron entre policías y manifestantes para convencer a los suyos de que a los antidisturbios no les había quedado más remedio que atizarles. Hubo uno, especialmente motivado que, golpeándose el pecho, y tras el lanzamiento de una botella contra el cordón policial, les gritó: "¡Si queréis lanzarles cosas a los Mossos, lanzádmelas a mí!". 

El marrón de los Mossos

La espiral de tensión entre los dos polos enfrentados por el referéndum sobre la independencia de Catalunya del 1-O empuja a los ciudadanos a elegir un bando. Pero ningún marrón puede compararse con el que atormenta a muchos agentes de los Mossos, que estos días caminan por un alambre muy fino: trabajar sin ofender a la movilización independentista y, al mismo tiempo, hacerlo sin incumplir los mandatos judiciales que les ordenan impedir el referéndum. La madrugada del jueves, una supuesta tardanza en actuar para facilitar la salida de la Guardia Civil provocó que el juez Juan Antonio Ramírez, el mismo que ordenó las 14 detenciones de funcionarios y de cargos electos, terminara pidiendo explicaciones al jefe de los Mossos.

El 'major' Josep Lluís Trapero envió el miércoles por la noche un comunicado interno a todos los agentes en el que insta a alejarse del ruido de grupos de chats internos y de portavoces sindicales. Ante "cualquier duda o inquietud", deben preguntar a sus superiores más inmediatos. En la sede de los Mossos, el complejo Egara, funciona durante las 24 horas un "servicio de mando de guardia" en el que un policía con rango de intendente o comisario tiene el encargo de tomar las decisiones más incómodas. En este comunicado, Trapero también les recuerda dos cosas evidentes: deben hacer cumplir la ley –dictámenes de la fiscalía y de jueces contra el referéndum incluidos–  y garantizar "el orden público". Añade que el uso de la fuerza en el escenario actual debe ser "especialmente restrictivo". 

Recelo del gobierno español

El Ministerio de Interior no se fía de los Mossos d’Esquadra. Ni para investigar la organización del 1-O, ni para garantizar la seguridad de las instituciones españolas o de los agentes de los cuerpos estatales que impidan con su acción el referéndum. Por eso lleva días enviando miles de efectivos –unos 4.000 en total– de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) a Catalunya. Pero no encuentran hoteles para todos. Ni en Barcelona, que este fin de semana celebra la fiesta de la Mercè, ni en el Maresme. Para resolverlo, el Gobierno ha fletado tres cruceros de una compañía italiana. El gremio de estibadores barceloneses, sin embargo, ha acordado no subir a bordo los contenedores de provisiones que necesitan los buques "hasta que no se resuelva el conflicto por vías pacíficas y democráticas". 

Cuerpo inestable

El Sindicato SME ha dicho públicamente que los policías deben cumplir escrupulosamente los mandatos judiciales. Pero otro, con menos representación, el SAME, llama a los Mossos a ponerse "del lado del pueblo" y a desobedecer órdenes que atenten contra su derecho a decidir. Consta el caso de un mosso que ayer se fotografió con una estelada junto al coche destrozado de la Guardia Civil-. La imagen no ha gustado a muchos agentes catalanes, que se solidarizan con el instituto armado aludiendo a "la sangre azul" que comparten "todos los policías". Un último mosso, más práctico, zanja el asunto del desembarco en Barcelona de fuerzas españolas asegurando que es una buena noticia porque, "por principios", él tenía decidido desobeder para "no retirar ninguna urna". 

Unos les piden a los Mossos que estén 'junto al pueblo catalán', los otros que cumplan con la justicia española. "Nos sentimos en tierra de nadie", resume un agente. "Preferiríamos ser siempre villanos que ser queridos solo cuando hacemos lo que interesa que hagamos", añade. Durante la bronca del jueves, un manifestante –aparentemente ebrio- extendió una 'estelada' frente a los antidisturbios y se tumbó sobre ella, dejando su cabeza a escasos centímetros de las botas antitrauma. El cordón policial, consciente de que cientos de cámaras lo grababan, se quedó rígido. De fondo, comenzaron a sonar "Els Segadors". Dentro del cuerpo catalán, como ocurre con la sociedad a la que sirve, también hay grupos de whatsapp en los que se discute acalarodamente de política. Pero la realidad es que cuenta poco lo que opinen los policías. Solo importa lo que están obligados a hacer. Incluso cuando nadie sabe exactamente qué significa esto último. 

Los estibadores plantan a los policías españoles

La Asamblea de Estibadores del Portuarios de Barcelona ha votado este jueves no prestar servicio en los dos barcos que ha fletado el Ministerio de Interior para que pernocten en su interior los agentes de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policía que han sido destinados temporalmente a Catalunya para impedir el referéndum independentista del 1-O.