UNA RELACIÓN CON ALTIBAJOS

PP y PNV, una historia de amor y odio

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el lendakari, Íñigo Urkullu, en enero del 2013, en la Moncloa, en la primera reunión que mantuvieron como jefes de ambos ejecutivos.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el lendakari, Íñigo Urkullu, en enero del 2013, en la Moncloa, en la primera reunión que mantuvieron como jefes de ambos ejecutivos. / periodico

Aitor Ubarretxena / San Sebastián

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La relación entre el PP y el PNV ha atravesado todas las situaciones imaginables, mucho más allá de la simple dualidad amor-odio. Durante años se han ignorado mutuamente, ha habido desprecios, tímidos acercamientos, coincidencias puntuales y, por supuesto, pactos interesados. Además, ha sido frecuente que coincidieran dos estados contradictorios en el tiempo: muchas veces los peneuvistas han tenido mejor trato con el PP estatal que con el vasco, o se pactaba en Vitoria mientras se discutía con Madrid.

Entre tanta paradoja, el momento actual es uno de los más controvertidos. Cuando el PP se encuentra en uno de sus momentos de mayor rechazo en Euskadi, en declive electoral y acuciado por la corrupción, los peneuvistas han decidido respaldar las cuentas de <strong>Mariano Rajoy</strong> y convertirse en el apoyo del primer presidente español en ejercicio que ha tenido que declarar ante la Audiencia Nacional por un caso de corrupción. Los beneficios logrados para Euskadi han bastado para contentar al electorado peneuvista, hasta el punto de que las encuestas siguen dando al alza al partido de <strong>Andoni Ortuzar</strong>.

Nuevos objetivos

Y es que la ayuda del PNV a Rajoy está bien pagada. No solo por la cuantiosa rebaja del cupo lograda, o por la <strong>devolución </strong>de 1.400 millones de euros, o por las inversiones prometidas de 3.380 millones de euros hasta el 2023. Esas son las contrapartidas al apoyo para sacar adelante los Presupuestos Generales; son logros ya comprometidos. Ahora, los negociadores peneuvistas tienen nuevos objetivos.

El encuentro del pasado mes de julio entre el lendakari <strong>Iñigo Urkullu </strong>y<strong> </strong>Rajoy en La Moncloa, marca una nueva etapa. A finales de agosto o principios de septiembre ambos Ejecutivos iniciarán las negociaciones sobre las transferencias pendientes. El PNV tiene especial interés en dos de ellas: la gestión económica de la Seguridad Social y Prisiones. El propio lendakari ha expresado que alberga la esperanza de que por fin se pueda negociar el cierre del Estatuto de Gernika, la principal reclamación histórica de su partido. Es llamativo este optimismo cuando hace apenas unos meses la relación entre ambas formaciones era nula, y de hecho Rajoy ni contestaba a las cartas que regularmente le enviaba Urkullu pidiéndole una reunión. 

Historial de desencuentros

Hasta 1990, la presencia de los populares en la Cámara vasca era muy escasa, y los votos peneuvistas no tenían apenas peso en Madrid, por lo que apenas tuvieron interés en acercar posturas en aquel periodo. El presidente de los populares en Euskadi entre 1989 y 1996 fue Jaime Mayor Oreja, a quien siguieron Carlos Iturgaiz, hasta el 2004, y María San Gil, hasta el 2008.

Los tres mantuvieron la misma visión: el PNV era para ellos cómplice de ETA y le acusaban de equidistancia entre asesinos y víctimas. Con el acuerdo de Lizarra por medio, los dirigentes de ambas formaciones mantenían un notorio enfrentamiento que llegó a lo personal. Desde las filas populares se acusaba a los peneuvistas de connivencia con los terroristas, mientras que estos les acusaban de ser "paracaidistas enviados desde España", como afirmó Xabier Arzalluz en más de una ocasión.

Sorprendentemente, en medio de este periodo, y con ETA activa, el PNV cerró un acuerdo en 1996 con José María Aznar que le permitió ser investido presidente. A cambio, llegaron a varios acuerdos sobre el concierto económico, varias transferencias y la devolución del patrimonio histórico de los nacionalistas vascos incautado durante la guerra civil.

El 'plan Ibarretxe'

Pero una vez que el PP ya no necesitó a los peneuvistas en el Congreso, las relaciones se enfriaron, sobre todo cuando Juan José Ibarretxe planteó una propuesta de nuevo estatuto político para Euskadi, con el apoyo de Batasuna, que fue laminado en Madrid.

La 'congelación totalde las relaciones llegó en el 2009, con la investidura de Patxi López como lendakari gracias a los votos del PP UPD, y aprovechando la ilegalización de la izquierda aberzale. El PNV, que había sido la fuerza más votada, lo consideró "un golpe institucional", una maniobra "tramposa".

Desde entonces, ambos partidos han vuelto a encontrar puntos de interés mutuo en numerosas ocasiones, sobre todo en la Cámara vasca, en la que el PP no tiene un aliado más próximo ideológicamente. La necesidad es también la causa de que ahora Rajoy descuelgue el teléfono cuando llaman los peneuvistas. Y sabe lo que le van a pedir en la próxima reunión: transferir las competencias pendientes, con el Estatuto de Gernika en la mano. Como prólogo, los populares vascos han abonado el terreno, al afirmar que Euskadi debería gestionar prisiones si ETA se disuelve.

El terrorismo

El final de ETA también ha enfrentado a ambos partidos, que mantienen posiciones antagónicas en cuestiones como el acercamiento de los presos o la ponencia parlamentaria de Memoria y Convivencia. Tras el desarme de la banda terrorista, los peneuvistas acusaron a los dirigentes del PP en el País Vasco de ser un obstáculo para la paz, y de retroceder a las posiciones de Mayor Oreja. Curiosamente, el propio Urkullu fue el encargado de informar a Rajoy de los avances en el proceso de entrega de las armas, un acercamiento que ha facilitado citas posteriores ya con contenido político.

Sin embargo, sigue siendo este el tema que más ampollas levanta entre ambas formaciones. Este verano se han sucedido los reproches del PP vasco al Ejecutivo de Vitoria en torno a los homenajes a etarras excarcelados, que según el partido de Alfonso Alonso deberían haber sido prohibidos. Y de igual forma, el lendakari Iñigo Urkullu ha prometido que reconocerá a las víctimas de abusos policiales pese a las "dificultades y obstáculos" con los que se está encontrando desde el Gobierno español, que ha recurrido ante el Tribunal Constitucional la ley a través de la cual iba a abonar 1,2 millones de euros a los damnificados por este tipo de violencia.