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El tribunal reprende a la exjefa de contabilidad del Palau por su sospechosa pérdida de memoria

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J. G. ALBALAT / BARCELONA

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La presidenta del tribunal que juzga el saqueo del Palau de la Música, Montserrat Comas, ha tenido que reprender en la sesión de este jueves a la que era jefa de contabilidad de las fundaciones y el consorcio, Rosalía Inglés, por su sospechosa pérdida de memoria. Y es que esta exempleada del auditorio estuvo 25 años trabajando en el auditorio y fue suspendida y despedida tras el registro de los Mossos en el edificio, en julio del 2009. Por lo tanto, trabajó a las órdenes de los acusados Jordi Montull y su hija Gemma.

Tras varias preguntas del fiscal Emilio Sánchez Ulled a la testigo sobre su actividad en el Palau y la repetida respuesta "no me acuerdo", la presidenta del tribunal le ha espetado: "¿No se acuerda de nada o no quiere acordarse? Le recuerdo que como testigo tiene la obligación de decir la verdad. ¿Tiene algún problema médico?". La exjefa de contabilidad ha asegurado que si decía que no se acordaba de algo, sobre todo de los cheques al portador por cantidades importantes para sacar de las cuentas en efectivo, es que era así y que se le estaba preguntando por cosas que ella no había "tocado". Ha afirmado que ella solo se encargaba de "los ingresos y las nóminas" de los empleados.

¿VIAJES DEL CORO?

Sin embargo, durante los minutos posteriores y también ante las preguntsa del fiscal, fue más concreta y empezó a acordarse de los pagos de las bodas de las hijas de Millet y de los viajes exóticos de Fèlix Millet y Montull. El fiscal, con su habitual tono irónico, le preguntó: "Esos viajes no eran de los coros, ¿no? ¿No tenían conciertos en las Maldivas?". La testigo volvió a no acordarse del cobro de los bonos millonarios por parte de los dos máximos responsables del Palau. Solo confirmó el desembolso de dinero a una fundación del expolítico Àngel Colom. De la fundación Trias Fargas (ahora CatDem), de CDC, nada de nada.

LA FUNCIÓN DEL AUDITOR

El auditor del Palau antes de estallar el escándalo en el 2009 ha asegurado que Gemma Montull le comunicó que tanto su padre como Millet cobrarían una serie de bonos millonarios. Para ello, se modificaron (no estaba el apunte en el lugar que correspondía) los estatutos del auditorio. Ha alegado que durante los 9 o 10 años que hizo la auditoría de la fundación Orfeó Català-Palau de la Música no detectaron irregularidades, ni las ingentes salidas de dinero en efectivo a través de cheques al portador. El fiscal le ha sacado los colores a este auditor al reprocharle su forma de controlar las cuentas de la entidad cultural. El testigo tampoco ha recordado muchas cosas.

Sí fiscalizó los pagos a Letter Graphic y New Letter, que sirivieron para desviar fondos, pero no encontró anomalías. Y eso a pesar de casi un millón de euros facturados con documentos muy genéricos. "Estaba la factura, la empresa dice que se ha hecho y hasta ahí mi trabajo". El fiscal le ha espetado: "Había gastos de envío de correos que podían abarcar todo el planeta".

EL TOQUE DEL FISCAL

La presidenta del tribunal ha tenido que volver a intervenir: "¿No es función del auditor no solo comprobar la formalidad de la factura, sino averiguar si los trabajos realmente se han realizado?". Un segundo auditor ha seguido el mismo discurso, solo ha reconocido que vio algo anormal en los pagos a la fundacion Trias Fargas, de CDC. Estos auditores no llegaron a comprobar si se realizaron los trabajos en general. El fisca remató: "¿Había una instrucción de que las auditorías se hicieran de forma amable?"

Un exadministrador de la empresa Triobra ha confirmado, por su parte, que algunas obras realizadas en la vivienda de Millet las cobraron con fondos del Palau, tal y como hicieron otros testigos en sesiones anteriores. Trioba también hizo trabajos para la entidad cultural. Ha reconocido que los responsables del auditorio le falsificaron una factura.