TENSIONES EN LA FORMACIÓN MORADA

Iglesias y Errejón endurecen el pulso sobre el futuro de Podemos

Íñigo Errejón y Pablo Iglesias, durante un pleno del Congreso de los Diputados.

Íñigo Errejón y Pablo Iglesias, durante un pleno del Congreso de los Diputados.

Iolanda Mármol

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Podemos habita un lugar llamado vértigo a cinco días de una reunión de la cúpula tan impredecible que los dirigentes de las facciones moradas viven una cuenta atrás hacia lo que puede ser un punto de no retorno. Hasta que llegue ese Consejo Ciudadano Estatal (CCE) del sábado, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón endurecen su pulso para hacer visible que, aunque el deseo de continuar trabajando juntos existe, ninguno está dispuesto a someterse a la voluntad del otro. El intercambio de convicciones, en dos cartas cruzadas este lunes, evidencia que la herida tiene difícil sutura, puesto que más allá de las nostalgias por lo conseguido conjuntamente y del aprecio que se siguen manteniendo, sus proyectos para el futuro del partido son distintos y ellos parecen determinados ya a defender sus ideales.

A primera hora de la mañana Iglesias hizo pública una carta dirigida a Errejón a través del diario '20 minutos', que el secretario político respondió ya por la noche desde las redes sociales. El líder le conminaba a seguir trabajando juntos, pero no cedía en su determinación a elegir unas reglas de juego para el congreso estatal, Vistalegre II, que perjudican a su secretario político. "Tú y yo no somos gallos de pelea, somos compañeros”, escribió, pero tras las palabras de fraternidad, se mantenía inamovible: "No me puedes pedir que desvincule mi papel como secretario general de mis ideas”. Se refería Iglesias a su voluntad de que en la asamblea ciudadana (que puede celebrarse en febrero) se voten conjuntamente los programas y las listas de dirigentes. Errejón quiere que las votaciones se hagan por separado, para dotar de una mayor profundidad al debate y alejarlo de la superficialidad de elegir caras.

¿ES POSIBLE LA RECONCILIACIÓN?

Tras leer la carta, el secretario político, también fue claro. A saber: no se rebela, busca que Podemos continúe fiel al espíritu con el que nació. Le encantaría llegar a un acuerdo con Iglesias, pero no renunciará a la esencia del partido para firmar un “acuerdo de cartón-piedra”. Ya de noche, Errejón envió a Iglesias su propia carta, un texto en el que se compromete a "seguir andando juntos" pero en el que no cede a las tesis de Iglesias. "Como militante, mi única forma de ser leal es decir la verdad incluso cuando no estemos de acuerdo; es defender las ideas en las que creo", señala.

¿Qué significa defender las ideas en las que cree? Errejón está convencido de que  las diferencias no son “insalvables” y se pueden “integrar” con las de Iglesias, aunque ya anuncia que no renunciará a la trasversalidad, a democratizar el partido (votaciones separadas) y que no quiere un Podemos “pensado no para resistir, sino para ganar” (no a la radicalización ni a la fusión con IU).

Iglesias también desea un pacto, pero tampoco está dispuesto a renunciar a su viraje a la radicalidad. Defiende que “subordinar” el trabajo parlamentario a una estrategia para construir “contrapoderes” desde la protesta social “no es empujar a Podemos a una deriva extremista”. 

Con estas declaraciones de intenciones es difícil prever qué puede suceder el sábado en el CCE. En principio, los errejonistas tienen mayoría en este órgano pero -quizá justamente por eso- Iglesias decidió que sea un referéndum (del 18 al 20 de diciembre) el que determine el modelo de voto en Vistalegre II. Los consejeros dan por hecho que habrá un debate áspero y la gran duda es si de esa discusión puede nacer alguna posibilidad para el consenso o solo el vértigo de dos proyectos alternativos. El de dos compañeros que se siguen queriendo pero quieren, también, distintos futuros para Podemos.