Rajoy ignora a Aznar y la corrupción y decreta una campaña «en positivo»
Patricia Martín
Periodista
Escribo en la sección de Sociedad, normalmente sobre temas sanitarios, de mujeres, violencia machista, infancia o consumo; aunque también he trabajado en otras secciones de El Periódico, como Política o Tribunales. Mi trayectoria profesional comenzó en medios locales, incluida una emisora regional de la 'Cadena Ser', y trabajé también para 'El País' y 'Cinco Días'.
PATRICIA MARTÍN / MADRID
‘España va bien’. Este es el eslogan que imperó en el final de la era de José María Aznar y que Mariano Rajoy ha adaptado a su estilo para intentar salir airoso de la batalla electoral del próximo junio ante las embestidas de la oposición, pero también ante el ‘fuego amigo’, ya provenga de Bruselas y su amenaza de multa por el incumplimiento del tope de déficit o ya le llegue del presidente de honor de su partido, enormemente crítico con su manera de gestionar el desvío fiscal. En el acto de presentación de los cabeza de lista del PP, el líder conservador marcó ante sus dirigentes -que una vez proclamados extenderán la doctrina recibida en sus respectivas circunscripciones-, la necesidad de llevar a cabo una campaña “en positivo”, basada en un relato de los supuestos éxitos del Gobierno conservador y alejada del cuerpo a cuerpo con los contrincantes políticos; los temas que marcan la actualidad y, por supuesto, cualquier bache ligado a la corrupción que salpique al PP.
“España es un gran país y hay muchas cosas de las que podemos sentirnos orgullosos”, destacó en su arenga a sus filas, afeando a otros dirigentes que sean “proclives” a contar las “cosas que van mal”. Lo hizo, como acostumbra y lleva a gala, sin mencionar a nadie. Pero en la mente de muchos de los asistentes resonaban este martes las críticas que Aznar vertió hace apenas unos días hacia la política económica del Ejecutivo, por la falta, en su opinión, de suficientes reformas y bajadas de impuestos y por la “errónea” decisión de relajar la senda de cumplimiento del déficit (en alusión al año de plazo extra que La Moncloa ha pedido ya a la UE).
El actual equipo de Rajoy no comparte el diagnóstico del expresidente. Menos aún las formas para airearlo en plena precampaña y con el foco puesto desde Europa. El propio Rajoy, aprovechando una entrevista concedida el domingo a El Correo, replicó a Aznar que en los últimos cuatro años se ha hecho más en pro de la estabilidad en las cuentas públicas que en la legislatura de 1996. No se tomó bien el ahora responsable de FAES el argumento de su sucesor en el PP. Y lejos de cerrar la controversia, quiso continuar con el serial de reproches a través de un nuevo artículo en ‘Abc’ en el que se revuelve contra la “respuesta oficial” a sus tesis -esto es, la que le da Rajoy- y tilda de “erróneo” el comparar su gestión con la de aquel que en su día llegó a ser su vicepresidente.
LA NECESIDAD DE UNIDAD
Quien no quiso echar más leña en el rifirrafe fue el presidente en funciones. Por su lado, su 'número dos' Soraya Saénz de Santamaría, y otros cargos populares -en entrevistas y comparecencias diversas- reclamaron “unidad” y trataron de restar trascendencia al conflicto. El líder del PP se reafirmó, eso sí, en la necesidad de que en España se “persevere” en las políticas aplicadas por su Gabinete y se cuidó mucho de marcar a los suyos quien es el enemigo a batir en la etapa preelectoral: Podemos.
Los estrategas conservadores quieren polarizar la campaña entre Rajoy y Pablo Iglesias e intentar así de atraer el voto de los españoles que temen a la izquierda más radical. Eso le permite también concentrar las críticas en Podemos y soslayar al PSOE y C’s, no dinamitar los puentes que pueden servir para forjar alianzas tras el 26-J sí, como predicen los sondeos, el PP gana pero sin mayoría absoluta. Por ello, Rajoy advirtió de que “la radicalidad es real en España” y, frente a ello, su partido representa la “moderación, la seguridad y la certidumbre”.
LAS DIRECTRICES POR LA CAJA B
Tampoco se refirió en esta ocasión a la corrupción, o a los “errores” cometidos, como suele referirse él a este tipo de escándalos. Y eso que el lunes la Audiencia Nacional impuso al PP una fianza de 1,2 millones de euros para hacer frente a su responsabilidad civil en juicio por su presunta 'caja b.' No habló de ello en el acto de candidatos. Ni después, ya que Rajoy rehuyó a la prensa sabedor del interés por su reacción ante la decisión judicial o su batalla con Aznar. Lo que sí hizo la dirección del PP fue elaborar un argumentario para que sus cargos repitan que se les ha impuesto una fianza, no una condena.
Sáenz de Santamaría, por su lado, presentó al partido como el “principal perjudicado” de los ‘papeles de Bárcenas’ mientras que el vicesecretario Javier Maroto reiteró aquello de que el extesorero popular, como “presunto delincuente”, le da “asco”; unas acusaciones por las que ambos se enfrentarán el miércoles en el juzgado.
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