SESIÓN DE INVESTIDURA
La bronca entre Sánchez e Iglesias ensombrece su voluntad de negociar
Juan Ruiz Sierra
Periodista
Iolanda Mármol
Periodista
IOLANDA MÁRMOL / JUAN RUIZ SIERRA / MADRID
Pablo Iglesias tenía preparado un discurso contundente, pero lejos de la dureza que empleó cuando se dejó llevar por el enfado en el debate de investidura, el primer pleno en el que intervenía en el Congreso. La consigna de Podemos era ser firme, pero mantener la mano tendida a Pedro Sánchez y conminarle a negociar la semana que viene, tras la investidura fallida que, salvo imponderables, se producirá este viernes. Tras una primera exposición que los suyos calificaron de "brillante", se "vino arriba" -admiten en en el partido- y subió el tono a un modo bronco que no gustó. Ni a la tropa podemista ni aún menos al PSOE, que asistió atónito a las descalificaciones de Iglesias sobre Felipe González, de quien dijo que tenía, en referencia a los GAL, "el pasado manchado de cal viva".
Aunque la sorpresa fue mayúscula en la bancada socialista y también en el partido morado, ambas direcciones se esforzaron tras el rifirrafe en el que acabaron enzarzados Iglesias y Sánchez en rebajar la tensión. La controversia dialéctica no ayuda -admiten- pero tampoco anticipa ninguna posición definitiva. Los socialistas parecen haber asumido la personalidad del podemista y, de hecho, sopesan presentar este jueves una nueva oferta. El equipo negociador del PSOE está avanzando en documentos para intentar cambiar la actitud del partido morado. La cúpula de Podemos, sin embargo, opina que no será hasta el lunes cuando se pondrán todas las cartas sobre la mesa.
CRÍTICAS A PSOE, PP Y C'S
La idea inicial de Iglesias era tender puentes a Sánchez y reclamarle que abandonase el pacto con Albert Rivera. “Usted aún puede rectificar. Le vuelvo a tender la mano para que después de este fracaso negocie con nosotros un programa y un gobierno de cambio real. Los números le dan. No vete abstenciones. Deje de defender a los oligarcas”, señaló. Herido porque Sánchez ni siquiera le miró durante au primera intervención, le reclamó que le tratase de "igual a igual", se enardeció y exhibió los reproches contra Felipe González.
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La bancada socialista se revolvió. Algunos diputados gritaron exabruptos. Se escuchó "¡fuera, fuera!" y "¡a la mierda!". Tuvo que intervenir el presidente del Congreso para poner orden y, cuando retomó la palabra el candidato socialista, fue para defender al expresidente: "Con todos los respetos, le digo que me siento orgulloso de Felipe González".
Pero no sólo sacó a relucir críticas al PSOE. Iglesias también acusó a miembros del PP de tener vínculos con el franquismo, y a Albert Rivera le afeó ser la "naranja mecánica" al servicio del Ibex 35.
A pesar de la bronca, Sánchez volvió a buscar el apoyo de Iglesias. "A lo mejor estas medidas no significan asaltar el cielo, pero le pido que las apoye para que dejemos el infierno", señaló.
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