Las campanadas de Ballesta

Desde que fue elegido alcalde de Girona, el sucesor de Carles Puigdemont ha ido encadenando polémicas

Albert Ballesta

Albert Ballesta / periodico

FERRAN COSCULLUELA / BARCELONA

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Desde que Albert Ballesta es alcalde, Girona tiene un protagonismo en las páginas de política de los diarios como nunca se había visto. Comparados con el suyo, los mandatos de su antecesor, el ‘president’ Carles Puigdemont, fueron un páramo informativo. Ballesta, en cambio, se ha ganado un puesto en el 'ranking' de los alcaldes conocidos, aunque su popularidad no va precisamente en el sentido que él quisiera.

Lo que mal empieza mal acaba, y su elección ya fue tortuosa desde el inicio. Puigdemont lo impuso sin importarle la grave crisis que desencadenó en su grupo municipal y la perplejidad que sembró entre la ciudadanía. Ballesta iba el número 19 en la lista y para que fuera alcalde tuvieron que renunciar todos los candidatos que le precedían, incluidos los nueve concejales de CiU que hasta ese momento habían estado picando piedra.

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Esta polémica decisión podría haberse diluido con el tiempo, pero Ballesta avivó las brasas cuando se equivocó al prometer el cargoprometer el cargo, en enero, y tuvo que repetirse el pleno de proclamación. La oposición no dejó pasar la oportunidad. "Somos el hazmerreír de Catalunya", proclamaron. Un bochornoso ridículo que la comedida Girona vive con especial indignación y que ha impulsado las comparaciones de Ballesta con un desaparecido cómico francés muy popular en los años 60.

¿TRADICIÓN O SOLIDARIDAD?

Ya de alcalde, una de sus primeras medidas fue ordenar que las campanas de la catedral volvieran a tocar por las nochescampanas de la catedral. Hay quien interpretó la iniciativa como una pusilánime cesión a las presiones de los vecinos del Barri Vell que defendían la continuidad de la tradición. Otra lectura es que Ballesta actuó por solidaridad, consciente de que, al igual que la catedral, en las últimas semanas él también ha ido de campanada en campanada.

El último repique han sido el pacto fallido con CiutadansCiutadans para sacar adelante el cartapacio municipal y ponerse un sueldo (que aún no tiene), junto con la humillante derrota que sufrió en el pleno que convocó el jueves para sacar adelante su salario, aunque fuera con rebajas.

Para los que conocen su trayectoria, Ballesta "es un técnico haciendo de político". Secretario municipal en varios ayuntamientos del Alt Empordà, jefe de administración de los Mossos en Girona y exdirector de Interior en esta demarcación, es considerado una persona dialogante trabajadora, a la que a veces le pierde "el afán de protagonismo". "Siempre le ha gustado salir en la foto", rematan.

El nombramiento de Puigdemont como 'president' sorprendió a muchos catalanes, pero la designación de Ballesta como alcalde aún dejó más perplejos a muchos mossos que lo conocían. "Hubo mandos que decían que nos habían quitado un peso de encima", recuerdan. En el pleno en el que tuvo que repetir el juramento, Ballesta reivindicó "el derecho a equivocarse". Y la pregunta que ahora se hacen todos en Girona es: Sí, pero, ¿hasta cuándo?