EMPRESARIOS

Pragmatismo por bandera

Los empresarios son uno de los colectivos más reacios a la incertidumbre política, pero también los que suelen despojar de pasión el debate: cifras, balances, balanzas, mercados...

JOAN CAÑETE BAYLE

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"Viajen, nos dicen los políticos. Vendan fuera, exporten. De acuerdo, en esta empresa viajamos mucho. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado con que para exportar maquinaria tenemos que pasar obligatoriamente por Madrid? Muchas. Por ejemplo, necesitamos exportar Estambul, preguntas a Iberia y te dicen: 'Es Barcelona-Madrid-Estambul, antes había vuelo directo y decidimos cambiar'. Así se prima el movimiento en el aeropuerto de Madrid, y nosotros tenemos que ir hacia el oeste para hacer negocios en el este. No es si hablas catalán o castellano, es negocio".

Daniel Sererols (47 años) es administrador gerente de la empresa TDA, que fabrica maquinaria para automatizaciones de procesos productivos y emplea a unas 60 personas. Daniel -que irá a votar el 27-S con "necesidad de cambio e ilusión"- no es un empresario preocupado por las incertidumbres del momento político. "Hemos luchado tanto para ir por Europa vendiendo tecnología, en muchas ocasiones contra la marca España porque no es un buen referente internacional si te dedicas a este sector, que la independencia sería un paso más". Lo dice un empresario cuya mercado es la exportación en un 50%, Catalunya en un 30% y el resto de España en un 20%.

INESTABILIDAD

La inestabilidad nunca es buena para los negocios. El riesgo de boicots; pasar de contar con un mercado interno de 47 millones a uno de 7; la posibilidad de verse fuera de la UE... Argumentos de los contrarios al sí que apelan de forma directa a la clase empresarial. Pero entre los empresarios, que también son ciudadanos, hay de todo, como en el resto de la sociedad catalana. Las encuestas en las asociaciones arrojan, por reducir las conclusiones a un titular, la idea de que los empresarios de pyme son partidarios en su mayoría del 'sí', y la gran empresa, del 'no'. Cada uno cuenta la feria según le va (o le iría, por ejemplo, por lo diversificada que esté su cuota de mercado), pero no solo hacen cuentas los que se oponen a la independencia, sino los que tienden al 'sí'. Y ellos también se consideran pragmáticos.

Óscar Serret, 45 años, director general de Between (consultoría en ingenieria y outsourcing, 300 empleados en todo el mundo), irá a votar con la convicción de que «el proyecto actual se ha agotado y no hay que cometer los mismos errores». «Si la gente es pragmática no habrá problemas: habrá clientes que pierdas, pero otros que no», afirma. El mercado de la empresa de Óscar se divide en un 20-25% de exportación, 50% en Catalunya y el resto en España.

EL CAMBIO

Es esta conversación en la sede de TAD en L'Hospitalet una mesa de empresarios, así que son varias las veces que se pronuncia la palabra "pragmático", en una conversación preñada de cifras, porcentajes e historias de negocios que se sustentan sobre todo en una idea: el modelo político, social económico está roto y urge un cambio. Poco se habla de identidad, idioma, cultura e historia y mucho de "los agravios económicos que sufre quien vive en Catalunya". Puesta en el debe y el haber la relación entre Catalunya y España, a muchos el balance les sale negativo, "nada es más fácil de comparar que un número", que dice Óscar. A partir de aquí, pragmatismo: votación, negociación y pacto, pese a que, conceden los asistentes, es difícil imaginar que un país deje ir de forma acordada el 16% de su PIB.

"El 27-S tiene que ser 'caixa o faixa', tirar para adelante y asumir las consecuencias, sea cual sea el resultado. Y si alguien pierde clientes en Madrid, pues habrá que buscarlos en otras partes", afirma Cristina Monllau, 52 años, copropietaria de Contrafoc, una empresa de material antiincendios con sede en Amposta ("las Terres de l'Ebre sufrimos el centralismo de Barcelona, nosotros pediremos la independencia"), que emplea a cuatro personas y que tiene casi la totalidad de su mercado en Catalunya.

Cristina dice que irá a votar con la exigencia de que, suceda lo que suceda, "es hora de hacer limpieza". Es la idea del empezar de cero que, en plena crisis sistémica del modelo de la Transición y aún inmersos en la gravísima crisis económica, resulta tan atractiva a muchos ciudadanos, desde desempleados a empresarios. "La independencia puede ser una posibilidad de acabar con el 3% siempre que se acabe con ciertos usos y se impongan normas democráticas del tipo de la limitación de mandatos. No puede ser que alguien esté 20 años en el puesto", afirma Cristina.

"Los partidarios del 'sí' te venden la ilusión de un país nuevo, mejoras sociales, etcétera -apunta Daniel-. Y la otra parte ¿qué vende? Rajoy es un mal vendedor cuando amenaza y lo único que venden es ir pagando deudas e ir tirando. Es puro inmovilismo, y el inmovilismo es un mal producto para vender". Y Óscar añade: "En Escocia frenaron el independentismo con promesas, un discurso positivo. Aquí no, es lo contrario, no hay que hablar de nada, dicen. Así no lograrán nada, el suflé no bajará, y si ahora no sale el , lo hará dentro de 10 años, porque la base es el agravio".

"El Estado juega con clichés: los catalanes no se unen, son miedosos, miran solo la pela y no se embarcarán en aventuras… Y ahora estamos en una etapa en que en Catalunya se ha perdido el miedo", dice Daniel. También lo han perdido muchos empresarios.