Bajo la sombra de Podemos

Junqueras y Mas se cruzan a espaldas de Francesc Homs, en primer plano, el pasado viernes en el Parlament.

Junqueras y Mas se cruzan a espaldas de Francesc Homs, en primer plano, el pasado viernes en el Parlament.

XABIER BARRENA / FIDEL MASREAL BARCELONA

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En un encuentro entre Artur Mas Oriol Junqueras, no necesariamente una de esas cumbres al máximo nivel, el republicano le comentó al president que cada vez encontraba en Sant Vicenç dels Horts más vecinos que le decían que iban a votar a Podemos. La respuesta del jefe del Govern, según uno de los presentes fue: «Pues en mi barrio, eso no lo noto». Sirva la anécdota para ilustrar tanto la diferencia de entorno vital entre los máximos líderes del soberanismo catalán (Mas vive en Sant Gervasi) como la peculiar perspectiva del momento que mantienen cada uno. ¿Quién tiene razón? La lectura combinada de las dos encuestas que aparecieron el viernes, la de EL PERIÓDICO y la del Centre d'Estudis d'Opinió de la Generalitat, permiten deducir que, ante la guerra de trincheras estables entre CiU y ERC, el votante busca otras posibilidades para que se lleve a cabo un gran cambio en el funcionamiento político. Se gira hacia, precisamente, Podemos.

De hecho, se está cumpliendo una advertencia clásica del soberanismo. Si el llamado proceso se alarga, decía este aviso, se producirá un estancamiento. Las vias catalanas no se pueden llevar a cabo cada año durante lustros. Podemos, pues, aparece como una distorsión acumulada a un proceso en punto muerto por la falta de acuerdo sobre qué tipo de listas unitarias hacer.

Convergència tiene como estrategia conocida la de hibernar durante 18 meses el eje izquierda-derecha, y conseguir que el espacio político de las plebiscitarias y de los pasos siguientes hacia la independencia (si la candidatura del  obtiene mayoría absoluta) sean los que marquen el terreno de juego de la política catalana. Este objetivo pasa, insisten, por la lista de Mas y por un programa electoral eminentemente soberanista. Eso sí, con ciertos tintes sociales. Unos componentes genéricos que pudieran ser asumidos tanto por CDC como por ERC u otros miembros de la sociedad que se integraran en la lista de Mas.

Inicialmente, Mas planteó que el programa electoral de las plebiscitarias fuera monotemático. Pero la insistencia de ERC en abordar cuestiones como la corrupción o las desigualdades hacen que CDC se muestre dispuesta a abrir la mano e incorporar este discurso. Siempre y cuando haya lista única.

En la sede de CDC se conjugan dos mensajes: tiene que haber acuerdo, pero es harto difícil lograrlo. No hay intención de renunciar a la lista única. Y se están buscando todas las opciones posibles para intentar vencer las reticencias de ERC. No solo incorporar tintes sociales, sino añadir a las negociaciones discretas a otros dirigentes que tengan mejor sintonía con sus homólogos de Esquerra. Serían los sherpas del proceso. Sin ir más lejos, el presidente de CiU en el Parlament, Jordi Turull, mantiene con la número dos de ERC, Marta Rovira, una relación fluida en la Cámara.

Con todo, es difícil saber hasta qué punto las conversaciones de los segundos niveles son frecuentes y decisivas, dado que Mas y Junqueras no ceden la batuta. La ANC está propiciando encuentros discretos, en los que se sigue constatando la batalla de fondo sobre la cuestión de las listas. En este sentido, la Assemblea propone avanzar en el qué antes que en el cómo, con el objetivo de ir hilvanando una serie de acuerdos sobre el proceso constituyente.

Entre los republicanos crece la sensación de agravio. Relatan todos los pasos que han dado para llegar a un acuerdo, en el que destacan la ayuda en el trámite parlamentario de los presupuestos y el bloqueo a la comparecencia de Mas en la comisión del caso Pujol, entre otros. Ayer mismo, Junqueras confirmó lo publicado en este diario hace semanas en cuanto a que, llegado el caso, podría facilitar la presidencia de la Generalitat al convergente aun cuando ERC fuera la lista más votada.

Según una voz republicana, Mas «hace un año que se está preparando para la lista única, y ahora las encuestas le demuestran que la mejor fórmula es la nuestra». En Esquerra cunde la preocupación porque ven al president presidentobsesionado con la lista única: «Si insiste en su idea nos lleva al fracaso colectivo y si renuncia, lo vive como un fracaso personal», sentencia esta voz.

Y acaba con una imagen: «Se ha tirado a la piscina sin comprobar si había agua y no quiere entender que no tiene derecho a hipotecar a una generación».