La abdicación de Duran

Mariano Rajoy y Josep Antoni Duran, en el pleno del Congreso del 7 de mayo pasado.

Mariano Rajoy y Josep Antoni Duran, en el pleno del Congreso del 7 de mayo pasado.

ENRIC HERNÀNDEZ

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Convencido de que la apuesta soberanista de Artur Mas conduce a CiU a una segura debacle electoral, el líder de Unió Democrática, Josep Antoni Duran Lleida, ha decidido seguir los pasos del rey Juan Carlos y abdicar -parcialmente-  de sus responsabilidades. Después del 19 de junio, fecha de la coronación del rey Felipe VI, Duran formalizará su dimisión como secretario general de CiU y como presidente de la comisión de Asuntos Exteriores del Congreso. Conservará la presidencia del comité de gobierno de Unió y la portavocía en Madrid, pero anunciará su renuncia a repetir como cabeza de cartel en las próximas generales.

La gota que ha colmado el vaso de su paciencia ha sido la abstención de CiU ante el trámite sucesorio al frente de la Corona, y los ataques que por ella ha recibido del Gobierno. Solo Duran y su más fiel colaborador, el diputado democristiano Josep Sánchez Llibre, defendieron el sí en la votación del Congreso que garantizará la continuidad dinástica en la Monarquía española.

VERBALMENTE Y POR ESCRITO / Duran tan solo ha compartido esta «reflexión personal» con su entorno más próximo, verbalmente e incluso por escrito. Lleva tiempo meditando dar este paso, concretamente desde que Artur Mas, tras la Diada independentista del 2012, adelantó las elecciones bajo la bandera estelada de la consulta soberanista y perdió 12 diputados, quedando a merced de la ERC de Oriol Junqueras. Luego, sus diferencias con el president no han hecho sino agudizarse, y la creciente complicidad entre CDC y ERC, con el horizonte de la consulta del 9-N y el veto estatal, le han convencido de que su capacidad de encauzar el conflicto es igual a cero.

A ello contribuye también, confiesa, el inmovilismo del Gobierno del PP. Pese a su buena sintonía con la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, el líder democristiano no ha logrado del Ejecutivo ningún gesto ni concesión que le ayuden a poner en valor su papel como interlocutor entre la mayoría gobernante en Catalunya y el Estado. «No me han dado ni agua», se lamenta en privado. Tanto es así, que el pasado enero pidió el relevo como presidente de la parte catalana de la comisión bilateral Estado-Generalitat, que lleva cerca de dos años sin reunirse.

ADIÓS A LA COMISIÓN DE EXTERIORES/ Entre los confidentes de Duran se halla el aún líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, uno de los pocos, si no el único, que trata de disuadirlo: «Eres el único puente que queda para reconducir el conflicto catalán».

Pero el conflicto, al menos en el seno de CiU, todavía ha de registrar nuevos episodios. Duran resignará la presidencia de la comisión de Exteriores, que alimenta su intensa agenda internacional, para que desde CDC no se le acuse de aferrarse al cargo y seguir suspirando por ser ministro. Si no cesa también como portavoz en el Congreso, confía a sus próximos, es porque tal plataforma le resultará muy útil si al fin decide ser candidato a la Generalitat.

Ante insignes representantes del empresariado catalán, Duran ha reconocido que esa será su apuesta si las relaciones entre Unió y Convergència se siguen deteriorando. Y, sobre todo, si Mas convierte las próximas elecciones en un plebiscito sobre la independencia. En las filas de CiU, la guerra por la secesión no ha hecho más que empezar.