La búsqueda de alianzas
Mas cree que ERC es proclive al pacto pero le exige «estabilidad»
Una vez asumido, a regañadientes, que ERC no compartirá el Govern con CiU, el objetivo de la federación nacionalista y de Artur Mas es ahora conseguir de los republicanos el apoyo más sólido posible. Lograr «la máxima estabilidad», en palabras de Mas. Para ello, elpresidenten funciones combinó ayer el palo y la zanahoria. Exigió altura de miras y política en lugar de «politiquería», se reafirmó en la intención de convocar una consulta soberanista y ofreció, aunque algo vagamente, la disposición de CiU a ceder en algunos planteamientos. Una primera muestra, tímida, fue la apelación reiterada de Mas a la «consolidación del Estado del bienestar».
«El pacto con Esquerra es inevitable, lo que no quiere decir que sea sólido», afirmaba en privado uno de los negociadores de CiU que este fin de semana se pondrán manos a la obra. Mas quiso trazar ayer las líneas del terreno de juego. Al hacerlo, consiguió un objetivo paralelo: desviar la atención respecto a un debate que se estaba enrareciendo por momentos en CiU: el de la autocrítica.
RECORTES AVALADOS / Sobre ese aspecto, defendió la convocatoria electoral porque ha permitido constatar que los recortes, a su juicio, han quedado avalados -«siempre que se hagan con sensibilidad»- y que el derecho a decidir ha recibido un apoyo «rotundo y transversal». Nótese que en la comparecencia de ayer delpresidenten funciones y en las ofrecidas por otros dirigentes de CiU durante la semana poselectoral, el concepto del Estado propio ha quedado más bien arrinconado. «De esto hablaremos dentro de un tiempo», zanjó Mas.
Sobre el pacto con ERC, reclamó que el entendimiento se base en «claridad de planteamientos, confianza mutua y un programa conjunto en el que debe haber renuncias por parte de todos». Este capítulo, el de las renuncias, quedó muy poco definido por parte de Mas. Defendió las medidas que ERC pretende cambiar, como la supresión total del impuesto de sucesiones y el euro por receta, e insistió en que los tijeretazos son obligados por lo que dicta la UE y por unos objetivos de déficit autonómico excesivos debido a la decisión «injusta» del Gobierno central. Un Ejecutivo con el que Mas tuvo interés en demostrar sus distancias. Recordó su repulsa al uso que el PP hizo del caso de presunta corrupción en su familia y se limitó a decir que la relación institucional con Mariano Rajoy será solo «la que toca, porque los gobiernos han de hablarse más allá de si las personas tiene más o menos sintonía personal».
En este nuevo contexto, Mas dibujó un pequeño papel para el PSC en el ámbito de los acuerdos en favor de la recuperación económica y el bienestar social. Mucho más pequeño de lo que a Unió le gustaría que tuviera, en relación a Esquerra Republicana. Pero en CDC han decidido hacer de la necesidad virtud y elpresidenten funciones ya confía en tener Govern y pacto antes de final de año.
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