PERFIL

El hombre del DVD

T. S.
BARCELONA

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Patton se va. David Madí Cendrós (Barcelona, 1971) abandona la política con la satisfacción de la misión cumplida. No habrá un colaborador más querido por Artur Mas, según anuncio del propio líder. No se puede afirmar que toda Convergència sienta lo mismo, porque a Madí le tocó ser quien, en la dirección nacionalista, diera patadas en las espinillas cuando se consideraba necesario. Los puntapiés alcanzaron a los partidos rivales y también a algunos correligionarios. Pero eso llegó con el tiempo.

El único lugarteniente todopoderoso del presidente de CiU, que ayer afirmó que Madí no tendrá sustituto, procede de una familia adinerada y de un abuelo con un gran peso en Catalunya, Joan Baptista Cendrós, inventor del afther shave Floïd, fundador de Òmnium Cultural y antagonista del president exiliado Josep Tarradellas.

De la Crida a la FNEC

Madí llegó pasada la veintena a la Generalitat. Ocupó cargos a la sombra de Xavier Pomés antes de ponerse al servicio de Mas en Economia en 1997, hace 13 años. Milita en CDC desde 1993 y, como otros miembros del pinyol que rodea al líder, no se sumó al colectivo de jóvenes del partido, la Joventut Nacionalista de Catalunya (por ella sí pasaron los Recoder, Campuzano y Rull, entre otros nombres).

Vehiculó su militancia nacionalista en la Crida a la Solidaritat y en el colectivo estudiantil FNEC. Dedicado a la Administración, tardó unos años de más en licenciarse en Administración de Empresas. Su periplo en el Govern tuvo un final abrupto en el 2003. Siendo secretario de comunicació del Ejecutivo de Jordi Pujol, dimitió por el caso de los sondeos falsos. Varias encuestas fueron manipuladas -y alguna, inventada- en favor de Mas, con la particularidad de que en más de una se rebajó la puntuación de Josep Antoni Duran Lleida, del que hoy el líder de CiU suele destacar que es el político más valorado de España.

El entorno de Madí siempre ha asegurado que él fue el chivo expiatorio y que no era responsable de lo sucedido. No fueron pocos quienes pronosticaron que el nieto de Cendrós no volvería a levantar cabeza, pero estaban muy equivocados.

Si lo de Mas ha sido una travesía del desierto, Madí llevaba la cantimplora. Se encaró, con más o menos dureza, con todos los enemigos del líder, dentro y fuera del partido. Madí tiene fama de ser contundente. No en vano ilustró la portada de su libro Democràcia a sang freda con su propia imagen caracterizado como el general Patton. Cuentan algunos de sus compañeros de filas que suele ser inmisericorde. Una imagen metafórica de un cargo municipal lo ilustra: «Tú estás en el fango, en pueblos en los que a CiU le es imposible ganar, y llegas a la sede con el uniforme destrozado y la moral baja. Y allí te topas con Madí, con su traje impoluto de general, que te riñe sin piedad».

El producto más duro de la factoría Madí fue la campaña autonómica del 2006. Disciplinadamente, Mas acató la orden: tocaba atacar sin piedad. Aquellos 15 días, CiU disparó en todas direcciones. Fue la campaña del notario -el candidato firmó que no pactaría con el PP- y del DVD Confidencialcat, que atribuía el primer tripartito a pactos oscuros e ilegítimos. Los puentes con el resto de los partidos, pocos y frágiles, volaron por los aires. De nuevo Mas ganó pero no pudo gobernar. Hace dos semanas, en el Hotel Majestic, todos abrazaban a Madí, que acababa de firmar una campaña de signo contrario: ni ataques ni agresividad.

Castigado en el congreso

Pero al encargado de dar las patadas no se le suele querer. Quedó claro en el último congreso de CDC, en el 2008, cuando los dirigentes se sometieron a la votación de los delegados. La media de apoyo lograda por los cargos unipersonales fue del 80%, pero Madí solo obtuvo el 60%. Fue un disgusto. Pero lo que quedará es la imagen del triunfo en el Majestic.