La convivencia familiar

Cómo sobrevivir con las criaturas en casa

Todas las familias compartimos una misión conjunta, una lucha global con lo invisible. Y los niños también deben sentir que ellos forman parte de esta aventura real por el bien común

barcelona conciliacion familia mirando la tele

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Sílvia Blanch

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¿Cuántas veces decimos que llevamos una vida estresante, que no tenemos tiempo para nada, ni para la familia? Pues aquí estamos, encerrados en unos metros cuadrados, pasando tiempo juntos sin tener una llave para escapar o referencias sobre cómo gestionarnos. Por si fuera poco, con todo este cóctel de emociones, pedimos a padres y madres hacer de maestros, animadores, magos ... y además, con una buena dosis de paciencia y buen humor.

Con esta situación de excepcionalidad, <strong>¿cómo podemos crear una especie de normalidad para el bienestar de la familia? </strong>¿Y si aprovechamos la oportunidad de elegir cómo interpretamos y gestionamos la situación, ahora que no podemos delegar, ni llenar las agendas para no pensar? ¿Y si sacamos provecho para reinventarnos, empoderarnos y actuar? Ahora podemos elegir si sentimos que tenemos entre manos el regalo de poder pararnos o una bomba de relojería que nos hará estallar.

Enfocar las energías

Sean cuales sean las circunstancias de cada familia y el contexto donde estamos confinados, lo que se comparte es la dificultad de respirar y convivir en un mismo espacio de forma obligada y con la incertidumbre de no saber cuándo ni cómo volveremos a la buscada "normalidad". Pero nos queda elegir dónde enfocamos las energías, qué es lo que nos une, para hacernos fuertes. Todas las familias compartimos una misión conjunta, una lucha global con lo invisible. Y los niños también deben sentir que ellos forman parte de esta aventura real por el bien común.

Arnau, padre de dos niñas, ante la pregunta "¿cómo lo lleváis?" me comentaba "paciencia y confianza son dos formas extremas de amor". Ciertamente, estar encerrados en casa con la desazón de la incertidumbre global nos pone a prueba y puede sacar lo mejor y lo peor de cada uno, ya que con estimar solamente no es suficiente. Debemos poder hacer un esfuerzo grande para encontrar el equilibrio entre lo que es necesario e imprescindible, de lo que es importante o accesorio. Es necesario el orden para favorecer la convivencia, pero quizá no es importante que ahora la casa esté como una patena.

Es cierto que este cierre puede ahogar, pero también nos puede ayudar a descomprimir, por eso algunas orientaciones nos pueden ayudar a mantenernos psicológicamente y emocionalmente más fuertes. Comprender que estamos pasando en cierto modo un duelo nos puede ayudar a reconocer el cóctel de emociones que sentimos. Después de la incredulidad inicial, la realidad nos sacude: adultos y niños sentimos que hay pérdida de "libertad", de la rutina, de la escuela, de las amistades, de trabajo .... y reaccionamos emocionalmente como protesta, pero sabemos que la nueva realidad es: me he de quedar en casa (o no, si soy profesional clave), con el resto de la familia y puedo elegir qué hacer y qué no hacer de forma limitada. Esta realidad me da la oportunidad de convertir este reto en una oportunidad para poder revisar la salud y el bienestar propio y de la familia. De sacar provecho para valorar qué funciona y qué no, para hablar y buscar nuevas alternativas como adulto y como familia para hacernos más unidas y fuertes. Esto supone revisar; negociar, cambiar roles, cooperar, hacer de mediadores ... Para vivir, como mínimo, con una intensidad sostenible y soportable.

Estructura estable, pero flexible

Así, la bienaventurada "normalidad" llevada a casa supone adaptarse a una nueva cotidianidad y saber que las criaturas son increíbles. Todas tienen la capacidad de adaptarse al entorno que sea, pero requieren de un tiempo y unos rituales que den una estructura, estable pero flexible, para que les facilite la seguridad de poder anticipar el día y qué pasará. Las comidas, las horas de higiene, de actividad y descanso nos pueden servir de referencia. Reinventar juntos los espacios, para darles otros usos, comunes y de intimidad.

Desconectar poniendo en la agenda tiempo sin planificar, de gestión propia para dejar espacio al aburrimiento, a la creatividad, a las angustias, los miedos y otras emociones que florezcan y de las que podamos hablar. Cuando pasen, podremos poner nombre a lo que nos parece que hay detrás para ayudar a las criaturas y nosotros a mirarnos con comprensión, entendimiento y dosis de buen humor. Quizá un conflicto muestra la falta de un espacio de intimidad o la añoranza de no poder ver a personas queridas, como los abuelos, y nos da la oportunidad de observarlo, empatizar y pasar a la acción conversando: "me parece que echas de menos a los abuelos", "qué podemos hacer?"hacemos videollamada? Las criaturas seguro que aportan soluciones creativas.

También nos ayudará poner una pizca de sorpresa que nos estimule y cree ilusión. Gema, madre de tres niños, me comentaba que le está funcionando "el sobre sorpresa". Cada mañana y cada tarde, hay un sobre con una propuesta: hacer una gincana, bailar, batalla de globos, dibujar .... algunas movidas y otras de calma.

Actuando como modelos

Además, no perdamos de vista cuidar al que cuida. Es vital el cuidado y preservar momentos para poder reparar, recuperar el aliento y la energía para sostener y sostenernos. Si somos dos adultos, hacer turnos. Quizá la siesta nos permite una pausa más larga si las criaturas duermen o es el momento del día en que pueden ver una película. Recordemos que siempre estamos actuando como modelos, tanto cuando perdemos la paciencia, así como cuando nos cuidamos. Lo podemos hacer reivindicando durante el día visualizando unos instantes de intimidad para recargarse con pequeños placeres: saborear un café con calma, una ducha en solitario, estirarse y distraerse ... contactar con alguien de confianza, crear o participar en un grupo de familias para compartir o pedir apoyo a una profesional.

En esta misión donde todas somos prioritarias, ahora lo que nos puede dar fuerza es vivir el presente reinventándonos y uniéndonos como familia involucrando a los niños. Quizá dentro de unos meses echaremos de menos también esta extraña normalidad que estamos creando y viviendo hoy confinados en casa, y tenemos que procurar que cuando se termine, porque se acabará, lo cotidiano no nos vuelva a devorar y podamos cuidar lo que se ha conseguido estos días.