La pirámide poblacional

China teme su peor bomba, la demográfica

La población activa comenzó a reducirse en el 2015, lo que empuja al alza los salarios y hace menos competitiva su productividad

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Georgina Higueras

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Los esfuerzos del Partido Comunista Chino (PCCh) por transformar la economía y situar el país a la cabeza del mundo en el siglo XXI se han topado con un obstáculo que crece como una bola de nieve, la pirámide poblacional. Los chinos envejecen más rápidamente de lo que se enriquecen, lo que provoca un enorme desequilibrio que amenaza el bienestar y la estabilidad de la sociedad. Después de casi cuatro décadas de férreo control de natalidad, los chinos ya no quieren tener más de un hijo y han dado la espalda a la libertad concedida en el 2015 para tener un segundo vástago.

Decrecimiento en el 2029

La Academia de Ciencias Sociales de China (ACSCh) en su Libro verde de población y trabajo afirmó el 3 de enero que la población comenzará a decrecer en el 2029, tres años antes de lo previsto, cuando alcanzará su máximo con 1.442 millones de personas. Y advirtió de que, si no se toman medidas urgentes para elevar la actual tasa media de fertilidad de 1,6 hijos por mujer, la disminución será imparable desde el 2027, lo que hará caer la población a 1.172 millones de habitantes en el 2065, el nivel de 1990. Para mantener la población se requiere una fertilidad de 2,1 hijos por mujer.

El brusco descenso de la natalidad lleva aparejado el rápido envejecimiento de la sociedad, como ha sucedido en muchos países desarrollados, incluida España. Estos países, a diferencia de China, tienen establecido desde hace décadas un sistema de Seguridad Social que amortigua la presión por la reducción de la población activa y el enorme gasto para las arcas estatales que suponen la salud y los cuidados a largo plazo de los mayores. La población activa china comenzó a reducirse en el 2015, lo que empuja al alza los salarios y hace menos competitiva su productividad.  

La ACSCh siempre fue muy crítica con la ‘política del hijo único’, contraria a los principios de cohesión familiar sobre los que se asienta una sociedad de tradición confuciana. Impuesta por el Gobierno en 1979 en aras del crecimiento económico, ha sido la más dolorosa y traumatizante soportada, sobre todo para las chinas, que durante los primeros años de la norma sufrieron esterilizaciones y abortos forzosos, además de todo tipo de abusos personales e intimidaciones de los responsables de planificación familiar, pasando por el maltrato de sus esposos y suegras por no engendrar un varón.

Los urbanitas rechazan tener más descendencia

El texto académico apareció días después de un informe conjunto del investigador de la Universidad de Wisconsin (EEUU) Yi Fuxian y el economista de la Universidad de Pekín Su Jian, quienes sostienen que la población china llegó en el 2018 a su punto de inflexión y se redujo en 1,27 millones de personas, algo inédito desde que Mao Zedong fundó la República Popular, en 1949. “La población china ha comenzado a caer, los problemas de envejecimiento se han acelerado y la vitalidad económica se ha debilitado”, afirman Yi y Su. “Debido a políticas demográficas erróneas, una gran nación que representó casi un tercio de la población mundial se degenera paulatinamente”, declaró Yi Fuxian al diario 'South China Morning Post'.

Cuando en 1979 se impuso el hijo único, el 80% de los mil millones de chinos eran campesinos. Hoy, la población urbana ronda el 60% de los 1.390 millones. Son precisamente los urbanitas los que rechazan tener más descendencia. El elevado coste de la educación, la sanidad y la vivienda son las razones que esgrimen para no optar a un segundo. El PCCh estimaba que en el 2018 los nacimientos crecerían hasta los 20 millones. Sin embargo, hasta noviembre se situaban en 15 millones, con un descenso del 15% con respecto a ese periodo del 2017. A fines de enero, la Comisión Nacional de Estadística emitirá los datos definitivos.

El fracaso del PCCh en su intento de frenar la bomba de relojería demográfica con la apertura parcial del 2015 fue implícitamente reconocido en agosto pasado por la Asamblea Popular Nacional. Los diputados eliminaron de la revisión del Código Civil que se adoptará en el 2020 todo lo referido a planificación familiar, lo que revela que pronto se anunciará el final de cualquier control de natalidad y los chinos serán libres de tener los hijos que quieran.

Al sistema de Seguridad Social contribuyen ahora siete trabajadores (en España 2,2) por cada anciano, pero la cifra se reducirá a cuatro en el 2030, lo que afectará enormemente a la economía. El Gobierno estudia prolongar la edad de jubilación desde los 55 años a los 60 para las mujeres y de los 60 a los 65 para los hombres, pese a la resistencia que genera y al convencimiento de que la solución viene por incentivar la natalidad más que por prolongar la vida laboral.

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