Opinión | EDITORIAL

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La política no lo puede manchar todo

No resulta tolerable es que se utilice una plataforma empresarial como la Cecot para defender posiciones que aun siendo legítimas nacen del partidismo

Antoni Abad, presidente de Cecot, ayer en la sede de Foment del Treball Nacional, en Barcelona.

Antoni Abad, presidente de Cecot, ayer en la sede de Foment del Treball Nacional, en Barcelona.

La patronal Foment del Treball ha consumado esta semana la expulsión de su organización territorial en Terrassa, la Cecot. En el transfondo de esta crisis hay muchos elementos, algunos personales entre ambos presidentes, Joaquim Gay de Montellà y Antoni Abad, y otros derivados de la expansión de Cecot más allá de las comarcas del Vallès. Pero el detonante ha sido la actitud de Abad y de Cecot tras el referéndum ilegal del 1 de octubre y su participación en la Taula per la Democràcia que alentó la huelga del día 3 del mismo mes, un hecho inédito en una organización nacida para defender los intereses de los empresarios.

No es descartable que al final todo quede en una simple pugna electoral entre el actual presidente de Foment y quien aspira a sucederle. Pero en todo caso, ni que sea con el fin de ganar apoyos o votos, lo que no resulta tolerable es que se utilice una plataforma empresarial para defender posiciones que aun siendo legítimas nacen del partidismo y alientan comportamientos que tienen todos los visos de acabar siendo declarados ilícitos por la justicia. No todo vale en política ni todo vale para ganar unas elecciones en una organización patronal tan potente como Foment del Treball, con siglos de historia en sus espaldas. No tiene sentido que se ponga en riesgo su independencia, que ha sido su bien más preciado en tiempos de revoluciones y en tiempos de dictaduras, y que se llegue a perder en tiempos de democracia como los actuales.