Carles Fontanillas: "Mi casa no está conectada a la red eléctrica"
Núria Navarro
Periodista
Núria Navarro
Tras salvar a miles e impulsar el implante de corazón artificial, Carles Fontanillas (Barcelona, 1948) se jubiló como jefe del servicio de Cirugía Cardíaca de Bellvitge y se mudó al Garraf profundo, a la casa que su padre construyó en 1946 y que no tuvo luz hasta 1954, cuando se instaló un aerogenerador. Su hijo Marcel, arquitecto atento a la sostenibilidad, ha convertido el pajar en una vivienda que produce cero emisiones. Y el doctor, como hizo con los corazones, devuelve a la vida cepas de 70 años que resume en un vino.
No hay mucha gente por aquí. El Garraf está muy despoblado. Dentro del término municipal de Sitges, hay 26 masías catalogadas –la mía pertenecía a la familia materna [los Amell] al menos desde el siglo XVII–, de las cuales solo 11 tienen calidad de uso. Hubo un tiempo en que por aquí pasaban los cazadores, y la gente de la colonia de Vallcarca venía a comprar vino, y se hacían fiestas. Hoy pasan en bicicleta y no se paran. Mi propósito es contribuir a favorecer el arraigo del ser humano en el parque, para mantener el bosque, la agricultura, el equilibrio.
Se oye el rumor del viento que arrastra salitre y, de vez en cuando, la sirena avisa de un zambombazo de dinamita en la cantera. Can Fontanillas está en uno de los pocos planos del macizo. Desde la ventana se ve las vides y, al fondo, el mar.
Un poco de música clásica y esto es de película. Pues cuando me instalé, hace cinco años, lo que me apetecía era poner a Deep Purple.
¿Qué ha aprovechado de la casa originaria? Mi padre la construyó con materiales del lugar. Un ecologista antes de la ecología. Pero la casa está en el parque natural y la Administración lo defiende con una normativa superrestrictiva, que aplica igual a la gente que viene de fuera con ánimo de hacer una urbanización que a los que vivimos aquí.
"La calefacción,
de tan sofisticada y simple que es, solo tiene tres letras: sol"
Y ahí entró su hijo Marcel, arquitecto. Él ha acompasado la rehabilitación con la normativa. La parte rehabilitada, el pajar, aprovecha todos los recursos naturales. Es una 'passive house'. Ha pasado el test de blower door y logrado el primer certificado en España de cero emisiones. La calefacción, de tan sofisticada y simple que es, solo tiene tres letras: SOL.
¡No paga a Endesa ni a Gas Natural! La casa no está conectada a la red eléctrica. Funciona con placas fotovoltáicas. Está orientada al sur y construida con una estanqueidad absoluta, de tal manera que no tiene fugas de energía.
Lejos de todo. Vivir aquí me permite adquirir nuevos conocimientos. Observar con detalle los ciclos naturales y ver que muchos de los mitos de la payesía tienen base científica. Y recuperar alguna de las seis o siete viñas que mi padre plantó hace 70 años en 10 hectáreas.
¿A cuántas ha 'salvado'? He conservado un par. Cuando se empezó a mecanizar el campo, el resto fue sustituido por cereal, que no funcionó. Cuido la cepa como a un individuo de 70 años.
La vejez aquí es un grado. A petición del mercado, la tendencia es plantar viña nueva. Las hay de 20, 30 y 40 años, pero hay pocas de 70. Han sobrevivido, son más frágiles porque están en la senectud y, lo más importante, el vino de sus uvas tiene más riqueza organoléptica.
¿A qué sabe? El valor del Clos Guineu está en la profundidad. No solo influye el clima, excepcional, sino la manera de tratar la viña y de procesar el vino. La voluntad es extraer el máximo de potencia y pureza con el menor gasto energético posible.
"Mientras podaba, pensé que hago de cirujano de la viña. Amputo una serie de cosas para darle vitalidad"
Qué gran mudanza la suya. Del quirófano al macizo. Del bisturí a la tijera de podar. El otro día, mientras podaba, pensé que hacía de cirujano de la viña. Amputas una serie de cosas para darle a la cepa el máximo de vitalidad, buscando que la planta tenga el máximo de equilibrio. Si la vid está sana, se defiende de las infecciones. Si está débil sufre el ataque de los hongos.
Visto así... Aunque al cirujano se le ve como a alguien que corta y cose, tiene ansia de un conocimiento biológico profundo. A veces es conservador, otras agresivo, pero está convencido de que lo que hace tiene que funcionar.
Adiós a las manos de cirujano. Recuerdo que, si tenía prevista una intervención a principio de semana, prefería no hacer bicicleta, o moto, o windsurf de manera intensiva Aunque no perdía habilidad, me incomodaban las agujetas. Las del campo son otras manos.
¿Podrían operar? Diría que sí...
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