Turquía enciende más el tablero sirio

Después de seis años de guerra en Siria, de numerosos frentes y varios grupos combatientes, de implicaciones directas o indirectas y de repetidos anuncios de que el fin está próximo tras lo que parece la derrota de Estado Islámico (EI), se ha abierto un nuevo frente. Turquía ha entrado directamente en guerra con una ofensiva aérea y terrestre en la región de Afrin, al norte de Siria, que ya ha causado muertes de civiles a uno y otro lado de la frontera. Como todo en esta guerra, la intervención lanzada por el presidente turco Recep Tayyip Erdogan es parte de un movimiento de piezas en defensa de unos intereses estratégicos en los que Siria no es más que el tablero donde dirimirlos.

La región ahora atacada está controlada por las milicias kurdo-sirias estrechamente vinculadas al PKK, organización kurda de Turquía combatida duramente por Erdogan. EEUU ha dado una gran ayuda militar y económica a aquellas milicias sirias permitiéndoles lograr numerosos éxitos contra el EI, causando mucha aprensión tanto en Moscú como en Estambul. Rusia, el gran aliado del presidente Bashar al Asad, apunta esta implicación de Washington. Turquía y EEUU son miembros de la OTAN, pero esta intervención aleja a Estambul de la Alianza Atlántica aproximándola a Moscú. Si Siria es un campo de batalla entre chiís y sunís, entre Irán y Arabia Saudí, entre Rusia y EEUU, ahora es también terreno donde continuar la guerra entre Turquía y los kurdos. Y todo a expensas de la población civil.