ANÁLISIS
Ser Neymar o Coutinho y no Robinho
Cuatro estrellas del fútbol idolatradas en dos épocas por la hinchada de Brasil con suerte diversa
Iosu de la Torre
Coordinador de Pódcast.
Periodista. Vasco de Barcelona. En EL PERIÓDICO desde 1986. Coordinador de Pódcast. Universidad de Navarra y Universitat Autònoma de Barcelona.
Iosu de la Torre
Brasil es un gran país convencido de ser el inventor del fútbol. La culpa es de Pelé. O de esa veneración por las estrellas deslumbrantes y de la ansiedad por ser eternamente rey del fútbol mundial. Los casos de Diego, Robinho, Neymar y Coutinho lo ilustran con claridad.
El aterrizaje de Coutinho en el Barça rescata de la 'nube' internet una fotografía del 2008 que fue un preludio: dos adolescentes en plena efervescencia hormonal sonríen abrazados bajo la bandera amarilla y verde con el lema 'orden y progreso' cruzando el planeta azul. Son Neymar Jr. y Coutinho, tienen 15 años y acaban de ganar la MIC (Mediterranean International Cup).
El 10 y el 8 de Brasil sub-16
El flacucho Neymar sonríe con el corrector dental y luce en 10 en la camiseta. Los rizos desordenados y el acné componen el rostro de Cou, un poco aturdido, con el 8 en el pecho. El gigante Brasil presumía de sus dos nuevos cromos dorados para el álbum donde brillan para la eternidad Pelé, Zico, Sócrates, Romário, Rivaldo, el gordo Ronaldo y Ronaldinho. Y no se equivocaba. Por fin tendría al heredero de O rei Pelé.
Las trayectorias y el dineral desembolsado por el PSG y el Barça lo certifican hoy. ¿Quién iba a decirles entonces que serían los dos fichajes más caros de la historia? A lo mejor el papá de Neymar o Sandro Rosell y Florentino Pérez, pero ese es un cuento para otro día.
No siempre la hinchada brasileña ha acertado designando a sus héroes. Hay otra fotografía alojada en la zona oscura de la 'nube': septiembre de 2003, la del tándem Diego y Robinho, las dos estrellas del Santos ungidas como los nuevos ídolos del país de Lula da Silva, tras la marcha al Milan de Kaká, otra gran frustración 'brasileira'.
La grandeza nunca alcanzada
Diego y Robinho nunca alcanzaron la grandeza augurada por ojeadores, hinchas y periodistas. El primero ha sido futbolista de mal asiento (ha jugado en el Santos, Oporto, Werder Bremen, Juventus, Wolfbursgo, Atlético de Madrid, Fenerbahçe, Flamengo), nunca llegó a líder, aunque los culés siempre lo recordarán por aquel tremendo golazo que sirvió para apear al Barça de la Liga de Campeones del 2014.
Lo de Robinho es más desastroso. Fichó por el Madrid en el 2007 y solo se le recuerda por el espectáculo desplegado en un partido de Liga con el ¡Cádiz! El resto de su trayectoria son fogonazos en City, Milan, Guangzouh y Atlético Mineiro, ensuciados con una condena carcelaria por una violación grupal en Italia y de la que se esconde en su país al no haber tratado de extradición.
Qué vista la de los especuladores, qué ingenio el de los ilusionistas. Cuando el Barça fichó a Neymar hubo algún insensato que lo comparó con Robinho. Cuánto se equivocó al tratar de apodarle como el triatleta («corre, hace bicicletas y al final nada»).
Un océano inmenso separa a Neymar de Robinho. El mismo que entre Diego y Coutinho.
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