intangibles
Orgullo de Urkullu: La realidad del concierto vasco
La mayor financación en Euskadi no se debe ni a que tienen más competencias ni a que aplica una mayor presión fiscal
Guillem López Casasnovas
Catedrático de Economía (UPF). Exconsejero del Banco de España.
Guillem López Casasnovas
Como dice el eslogan, me propongo responder de manera resumida a todo aquello que siempre se ha querido saber del concierto económico vasco, del que tan orgulloso está el lehendakari Íñigo Urkullu, y que usted nunca se ha atrevido a preguntar. Lo resumo brevemente de unas cifras estrafalarias, que dicen mucho más que cientos de palabras.
Gracias al concierto, cada vasco recibe hoy una financiación para servicios públicos un 75% superior al que recibe un catalán o un isleño. Desde el 2008, los territorios forales con esta sobrefinanciación no han dejado de hacer crecer su economía, sustituyendo a Catalunya y Baleares en el liderazgo económico estatal.
El "cupo" o cuota es el determinante de este privilegio. Ningún analista sabe cómo se calcula, solo se conoce la cifra final. La manera en que se computan las mayores competencias asumidas y los tributos no concertados provocan las diferencias. Una evaluación paralela apunta que la sobrevaloración de lo que recibe el Gobierno vasco por los dos conceptos es de 5.200 millones al año. Multipliquen por tres -más o menos, visto el mayor peso de Catalunya- y les saldrá una cifra bastante similar a la que la Generalitat reivindica como déficit fiscal.
Esto equivale a la burrada de la mitad del presupuesto entero o, si se quiere, de la mitad de todo el gasto por el global de las competencias. Los indicadores de calidad del gasto en servicios de bienestar, de la que se enorgullece Urkullu, todos ellos entre un 15% y un 20% por encima de la media española, parecen, por el contrario, poco meritorios ante cifras de gasto per cápita que llegan a doblar las de muchos servicios de los territorios 'comunes'.
Las cosas que se niegan como infactibles para la financiación del resto de comunidades, como la de territorializar la recaudación del impuesto de sociedades, el Estado las hace efectivas en el País Vasco. Y la recaudación por IVA e impuestos especiales, que quieren que la nueva financiación reparta por población, en el País Vasco se siguen asignando en la parte no concertada según coeficiente. Pero, cuidado! Se trata, además, de un coeficiente tres puntos por encima del peso del consumo interior y cuatro por encima del criterio poblacional.
Medio presupuesto sanitario de la Generalitat
Esto equivale a regalar -algún otro los debe encajar- cada año entre 1.200 y 1.550 millones de euros. Si escalamos la cifra para la Generalitat, resulta medio presupuesto sanitario catalán solo por este concepto! Como resultado, gracias a todas estos manejos, solo Extremadura está a la altura de un sector público tan potente como el vasco (5,6 puntos del PIB); pero en Extremadura está claro que es por la debilidad de su denominador mientras que en el País Vasco es por la lluvia de financiación en el numerador.
La cuota vasca, contrariamente a lo que se dice, no depende de lo que recauda el País Vasco, sino de las subvenciones que el concierto comporta escondidas en el cupo. Fuera de todos estos favoritismos, sus ingresos se reducirían a poco más de la mitad. Y si al menos los vascos contribuyeran a la nivelación -al menos por la diferencia entre el peso de su renta y la recaudación fiscal en el IRPF-, deberían aportar un mínimo de 1.400 millones a la solidaridad conjunta, que hoy se queda en los bolsillos de sus Diputaciones.
Se podría pensar que la mayor financiación se debe a que los vascos tienen más competencias. Veamos. En la parte en que estas sobrepasan las de la Generalitat, si se valoraran aquí no a coste histórico sino como a los vascos se les ha valorado, Catalunya recibiría 2.100 millones más, con los efectos multiplicadores correspondientes por gastar aquí estos nuevos flujos de dinero.
Se podría alegar que los vascos tienen más ingresos porque sufren una mayor presión fiscal. También falso. Su presión fiscal es menor en todos los tributos concertados y la rebaja fiscal solo en el IRPF es de 900 euros per cápita. Finalmente, alguien puede pensar que los cálculos mencionados provienen de algunos envidiosos economistas catalanes. Tampoco es verdad. Se pueden encontrar en Zubiri (FUNCAS), experto asesor de muchos de los gobiernos vascos, y en De la Fuente (FEDEA), representante del gobierno de Montoro en muchos de los estudios de financiación autonómica.
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