MIRADOR

21-D: dos independentismos

La estrategia de Junqueras de ir más allá de los sectores irredentos está dando frutos

Marta Rovira se abraza a la también candidata Carme Forcadell bajo la mirada de Oriol Junqueras desde la pantalla, en el acto central en el Born.

Marta Rovira se abraza a la también candidata Carme Forcadell bajo la mirada de Oriol Junqueras desde la pantalla, en el acto central en el Born.

Andreu Pujol Mas

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Hemos dejado atrás unas elecciones muy marcadas por la adscripción a dos bloques, el del independentismo y el del españolismo, que es la dinámica que se va reproduciendo en el Parlament de Catalunya desde el año 2012. Las encuestas previas generaron unas expectativas de distribución del voto en cada uno de los bloques que solo terminó cumpliéndose en uno de ellos: mientras Ciudadanos se consolidó como primera fuerza unionista, ERC no terminó de hacer lo mismo en el independentismo. Por eso en la candidatura de Puigdemont se respiraba euforia a pesar de ser los peores resultados jamás obtenidos por el entorno convergente y que a ERC no estaban para fiestas a pesar de conseguir los mejores resultados desde la Segunda República.

Pero nos dejamos de expectativas y nos centramos en la realidad de los votos emitidos veremos cómo las encuestas al menos acertaban en lo que se refiere a la tendencia. Abandonar el experimento de Junts pel Sí ha servido para constatar que la estrategia de Junqueras --que empezó a aplicar en Sant Vicenç dels Horts-- de ir más allá de los sectores irredentos, está dando frutos.

La apertura al socialismo y al sindicalismo y la incorporación progresiva de cuadros provenientes del entorno metropolitano castellanoparlante ha hecho que ERC acabara siendo segunda fuerza en la circunscripción de Barcelona, quedando en segundo puesto en ciudades como Badalona o Sabadell y en tercera posición con unos resultados muy destacables en otras poblaciones como Santa Coloma de Gramenet o L'Hospitalet.

Por el contrario, los resultados de la lista de Puigdemont se aguantan sobre todo por un éxito abrumador en Girona, lo cual significa que atrae el voto ya convencido y más movido por cuestiones identitarias. Si miramos el caso escocés, donde el independentismo se ha hecho hegemónico, veremos como el SNP lo ha conseguido a través de una consciencia social que le ha llevado a sustituir el laborismo. La gente no vive de las banderas.